Si hace unas temporadas en la Premier League teníamos al Spanish Liverpool de Rafa Benítez, en esta contamos con el Swansea City, equipo que cuenta en sus filas con siete jugadores españoles. Sin embargo, en el sur de Gales ya no ven con extrañeza la presencia de futbolistas de nuestro país en sus filas. Desde la llegada de Roberto Martínez al banquillo swan en 2007 han sido ya varios los españoles que han jugado para el Swansea. Los primeros en hacerlo llegaban de filiales o equipos modestos de Segunda B, como Orlandi, Bauza, Jordi Gómez (actualmente en el Wigan) o Rangel (que continúa siendo pieza clave en el Swansea), mientras que ahora aterrizan jugadores ya consolidados en Primera División e incluso con experiencia en competiciones europeas.
La directiva del Swansea lleva años apostando por una idea matriz: fútbol ofensivo y vistoso. El primer paso fue concederle el mando del equipo a Roberto Martínez, quien antes de marcharse al Wigan dejó unos cimientos muy bien construidos y subió al equipo a la Championship. Tras una temporada con Paulo Sosa en el banquillo llegó Brendan Rodgers, que sólo necesitó dos años para ascender y enamorar a Inglaterra con un excelente juego en la Premier. Su heredero, Michael Laudrup, llegó al Swansea con unas grandes expectativas. El danés había convencido en Getafe y en Mallorca, y eso, añadido a la condición de haber sido un exquisito mediapunta en su etapa como futbolista y haber jugado en el Dream Team a las órdenes de Cruyff, le obligaba a continuar con la estela de Rodgers, que dejó el listón muy alto. Pero Laudrup lo superó.
La temporada 2012-2013 puede calificarse como la mejor de la historia del Swansea City, quizás no por la clasificación en liga –noveno– ni por los puntos obtenidos –46–, pero sí porque el conjunto galés conquistó el primer título de su historia: la Capital One Cup o Copa de la Liga. Y esto, unido a que el club celebraba su centenario, hizo que la temporada fuera mágica. Aunque sí es cierto que los dos últimos meses de competición deslucieron el buen año que habían realizado los hombres de Laudrup –9 de 33 puntos posibles después de la consecución del título copero–, pero el equipo estaba prácticamente salvado desde navidades y se dejó llevar.
Todo parecía un camino de rosas, pero junio se convirtió en un mes muy convulso para el Swansea. El descontento de Laudrup ante la no llegada de refuerzos hizo que saltaran chispas entre el danés y el presidente Huw Jenkins. El entrenador mostró su enfado públicamente y esto no sentó nada bien a la directiva. Además, las alarmas saltaron cuando apareció el Paris Saint-Germain y se especuló con la marcha de Laudrup al club francés. Pero finalmente Leonardo firmó a Laurent Blanc y los aficionados del Swansea pudieron respirar tranquilos y volver a concentrarse en la vuelta del Swansea a competiciones europeas 22 años después.
El deseo de Laudrup se cumplió y los nuevos fichajes terminaron llegando. El primero en hacerse oficial fue el de José Alberto Cañas, procedente del Real Betis como agente libre, que ya tenía un acuerdo con el Swansea desde enero. También de Sevilla vino Alejandro Pozuelo. El canterano había dejado de jugar tras comunicar al club que no renovaría y, a pesar de que podría haber llegado gratis, el Swansea decidió pagar una cantidad cercana al medio millón de euros para evitar problemas burocráticos con el Real Betis. El tercero en llegar fue Jordi Amat. El central perteneciente al Espanyol había cuajado una buena temporada cedido en el Rayo Vallecano. Amat había jugado en un equipo en el que se le da importancia a la buena salida de balón de los centrales, por lo que su perfil se asemejaba a lo que buscaba Laudrup, quien no dudó en pagar algo más de tres millones de euros por el catalán. El cuarto refuerzo, Jonjo Shelvey, se cerró en apenas un día, y el Swansea terminó pagando seis millones de euros por el mediapunta inglés sub-21 del Liverpool. La columna vertebral del equipo estaba prácticamente construida, pero faltaba la guinda del pastel, la punta de lanza: un ‘9’ que acompañara a Michu en la faceta goleadora. Después de que salieran nombres como Bate Gomis, Arouna Koné o Bojan Krkic, el club centró su punto de mira en Wilfried Bony, delantero marfileño del Vitesse y máximo goleador de la Eredivisie el pasado año, con 31 goles en 30 partidos. El culebrón Bony fue para largo, pero alguna que otra declaración del representante manifestando el deseo del jugador de irse de los Países Bajos, largas horas de negociación y 14 millones de euros después, Bony se convirtió en nuevo jugador del Swansea y en el traspaso más caro de la historia del club.
Michael Laudrup es fiel al sistema 4-2-3-1, con extremos abiertos y laterales ofensivos para explotar el juego por las bandas. A pesar de ello, el Swansea no es un equipo que opte por el juego directo; las jugadas empiezan a ser elaborada por los centrales, y el balón pasa por todas las líneas. Es posiblemente el equipo de la Premier League cuyo estilo se asemeje más al fútbol español.
Salvo sorpresa de última hora, no habrá ni salidas ni bajas en la disciplina de los cisnes, por lo que pasemos a analizar línea por línea la plantilla del Swansea para la temporada 2013/2014:
Con las nuevas incorporaciones, la plantilla queda mucho más compensada. A pesar de que los fichajes han llegado para aportar, y sin duda lo harán, la clave del Swansea es que ha sido capaz de mantener a sus principales jugadores. Por tanto, el equipo debe estar entre los diez primeros clasificados al final de temporada. No es un equipo que esté hecho para luchar por la permanencia ni mucho menos. Sin embargo, la exigencia de la Europa League y la ronda a la que llegue puede condicionar su clasificación en la liga. Habrá que esperar.
* Sebastián Baena.
– Foto: Action Images
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