1.- Para que Xavi pueda vestirse con el smoking de las grandes noches hacen falta varias condiciones: la primera, que su cuerpo funcione. Y funciona. La segunda, que el equipo quiera jugar para que él tome las decisiones. Y no siempre es así. Influenciado por las prisas, por la impresión de que hay que ser más directo o incluso por cierta indisciplina favorecida por el paso de los años, el Barça ha ido degradando la trascendencia de su juego posicional hasta el punto de incumplir preceptos básicos y, sobre todo, provocarse una herida importante.
2.- La herida fue que dejó de atacar bien, con lo que pasó a defender mal. Eso lo contó mil veces Pep Guardiola, pero ya ocurrió con él al frente. Atacar bien, decía Pep, consiste en atacar juntos y agrupados, masticando las jugadas. Eso provoca un efecto devastador: cuando se pierde un balón, el equipo está junto y cerca del esférico, con lo que la recuperación es inmediata. El Barça casi nunca recuperó por presión, sino por posición. Por estar cerca del cuero cuando lo perdía. Eso es atacar bien.
3.- Atacar mal, en este modo de entender el fútbol, es hacerlo desperdigados, cada uno por su cuenta y separados porque eso equivale a no recuperar balones y ser pillados a contrapié. Esas transiciones defensivas han sido un martirio para el Barça desde hace nueve meses, desde que entraron las prisas. Y ahí es donde Xavi sufre. Y si Xavi sufre, el Barça llora.
4.- Así que Tito, por convicción o motivado por las circunstancias, propuso cambiar las cosas. Cambió a Dani Alves por Montoya, garantía de menor número de intervenciones en profundidad, pero mayor disciplina posicional. Añadió a un Thiago portentoso cerca de Busquets con la intención de reducir el peligro en las trasnsiciones defensivas; y abrió bandas con Tello y Pedro buscando aprovechar el cerrojo interior del Getafe. Además, liberó a Cesc.
5.- Sentando a Messi le quitó un corsé a Fàbregas para que hiciera de las suyas y las hizo. Asistió a gol como falso 9 y también lo hizo como interior cuando ya Messi entró en el campo. Tito se cuidó mucho de no pegar a Messi con Cesc, como si la experiencia del doble falso 9 del año pasado hubiera dejado un regusto amargo en todos los protagonistas y prefirieran partir separados para juntarse por el camino.
6.- La proposición de Tito fructificó en dominio continuado aunque no evitó los contrapiés desagradables, que no peligrosos. Todo el partido fue un pulso entre tener paciencia y masticar o correr por libre, perder el balón y tener que recular. El pulso lo ganó ampliamente Xavi, calmando las aguas turbulentas, tendiendo puentes de un costado al otro, dando una lección a propios y ajenos de ortodoxia posicional. Le ayudaron, claro.
7.- Thiago se desdobló como ayudante de Busquets y como interior percutiente. Thiago hizo un master defensivo el año pasado y aquel curso le servirá para ser el gran mago del futuro. A su talento explosivo puede unir, si él quiere, la sobriedad que le explicara Guardiola. Lo ha hecho en Getafe y el beneficiado ha sido Xavi, entusiasmado también por encontrar siempre libre a Cesc entre líneas.
8.- El rigor de Montoya, la sobriedad y ligereza de Thiago, los puntas abiertos y ofreciéndose más la libertad inteligente de Cesc han compuesto un escenario idílico para Xavi. Aunque no permanente. De vez en cuando regresaban las prisas y con ellas, los errores, aunque el Getafe no ha hecho temblar nunca a Valdés pese a dominar los primeros veinte minutos del segundo tiempo, con el Barça de nuevo olvidando sus criterios.
9.- Como si el reloj tuviera algo que ver, ha sido llegar al minuto 20 de la segunda parte y reaparecer el juego agregado. Otra vez juntos, otra vez calma y masticar. Entonces ha entrado Messi, todavía en su espeso inicio de curso, pero amenazante como siempre, goleador como nunca (61 goles en 2012, récord personal). El tercer tanto del equipo ha sido un monumento a la ortodoxia, con Messi conduciendo, Cesc separando y Xavi desordenando.
y 10.- El partido de Getafe saca brillo a la proposición de Tito: se libera Cesc, crece Montoya, brilla Thiago, va regresando Villa, Xavi se pone el smoking y el conjunto aprende, si sabe leerlo bien, que juntos y agregados tendrán más posibilidades que solos y dispersos. La negra lesión de Puyol, leve para lo que podía haber sido, deja sobre la mesa el interrogante sobre la confección de la plantilla.
– Foto: Miguel Ruiz (FC Barcelona)
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