El rendimiento de Alexis Sánchez ha sido muy cuestionado y es razonable que sea así, pues no ha logrado lo que se esperaba de él, aunque también podríamos preguntarnos verdaderamente qué se esperaba de él. Las numerosas lesiones sufridas no han ayudado a que ese rendimiento fuera superior, si bien existe una cierta tendencia general a imputarle al jugador sus lesiones, como si fuese un equilibrista que vive en el alambre. En este aspecto, fue indudable un cierto desacierto de Alexis en el manejo de sus energías -como le reprochó Guardiola desde el banquillo-, pero sería profundamente injusto culparle de roturas musculares como la sufrida en Anoeta, fruto de la entrada de un rival, o del reciente esguince de tobillo, nacido por la acción dura de otro contrario. Sin embargo, siendo cierto que dichas lesiones le han cortado el ritmo competitivo varias veces, su discreto rendimiento no puede atribuirse exclusivamente a ellas.
Entonces, ¿dónde está el problema del chileno? Creo que en Messi. El argentino es un astro de tal magnitud que absorbe las energías de quienes le rodean. ¿Eso es malo? Depende. Si uno es Ibrahimovic, sí. Si uno es Villa, Alexis o Pedro, no tanto, aunque deberá aceptar un recorte profundo en la autoestima, pues su rendimiento individual se verá hipotecado por las exigencias de Messi. Esta dinámica que ha adquirido el Barça resulta innegable: cualquier delantero que llegue al Camp Nou lo hará para servir a Messi. En unos casos, véase Pedro o Cuenca, para estirar el campo a lo ancho; en otros, como el de Villa, para sujetar defensas por fuera; en el de Alexis, para hacer de camión quitanieves en el centro de la zona de ataque (su mejor rol). En todas las variantes, el objetivo es desordenar rivales, abrir pasillos, facilitar el camino para que Messi culmine. Sus 73 goles del curso pasado no fueron casualidad: él fabricó grandes milagros, pero en otros muchos casos fueron sus colegas de ataque quienes desbrozaron la maleza.
El trabajo de Alexis en esta faceta, como el de Pedro, es impagable. Por descontado, si transformase en gol las ocasiones que posee sí podríamos hablar de un excelente rendimiento, pero al no suceder así resulta imposible calificarlo con esa buena nota. El tiempo nos dirá si Alexis consigue finalmente adaptarse como antes hicieran futbolistas que también sembraron muchas dudas (Abidal, ¿recuerdan?) o si su inmenso talento se malgasta, sepultado bajo el desacierto. También, posiblemente, quienes lo vemos desde el exterior deberemos modificar nuestra manera de analizar a los atacantes que acompañan a Messi: no puede ser que todos, de Ibra a Villa, de Bojan a Alexis, sean incompetentes, incapaces o torpes. Es cierto que por unas u otras causas, ninguno de ellos ha exprimido todo su potencial. Por soberbia uno, por premura el otro, por una grave lesión Villa. Alexis tiene ante sí un reto mayúsculo: hacer de quitanieves para el Rey Sol y no parecer opaco a su lado.
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