Acaba de comenzar la temporada para el Real Valladolid de Rubi en la Segunda División del fútbol español, tras el descenso de la anterior campaña. Como entrenador nacional y socio del Pucela, me genera expectación ver cómo este entrenador es capaz de asentar la filosofía de juego del Barça a orillas del Pisuerga. Siempre nos fijamos en los grandes clubes y realizamos análisis sobre ellos, pero creo que para todo entrenador lo que va a suceder en Zorrilla este año es muy interesante. ¿Es posible implantar un juego tan combinativo y posicional en un equipo de segunda división y no morir en el intento? ¿Son necesarios jugadores de gran calidad para llevarlo a cabo? ¿Funcionará la presión tras pérdida adelantada que se quiere implantar?
A lo largo de la temporada voy a tratar de resolver estas cuestiones y otras que vayan surgiendo desde mi butaca del fondo norte del Nuevo Estadio José Zorrilla.
En los dos partidos jugados en casa, contra el Real Mallorca y el Racing de Santander, se han visto varios detalles que merece la pena destacar. Desde mi punto de vista el más importante, ya que configura las bases de un modelo de juego, es el marcado juego posicional. Todos los jugadores que han participado en ambos partidos tenían muy clara su posición ofensiva y movimientos de desmarque que pueden desarrollar desde ella. No he observado, sin embargo, con tanta claridad la presión tras pérdida en posiciones avanzadas. La sincronización para realizarla entiendo que sigue siendo uno de los objetivos de las sesiones de trabajo del entrenador. Son evidentes estos conceptos:
Con todos estos ingredientes, el Real Valladolid tiene claramente la intención de, como dice su entrenador, ser protagonista. En bastantes fases de los partidos lo consigue, pero no confundamos ser protagonista con imponerse. En ambos encuentros jugados en casa la posesión de balón ha sido improductiva. Se ha amasado y amasado el juego con pases y pases, pero sin conseguir la profundidad esperada. Los dos goles marcados contra el Real Mallorca llegaron en jugadas a balón parado, y los tres contra el Racing no nacieron claramente del modelo de juego que se quiere implantar. No se generan oportunidades con asiduidad, que sería la señal inequívoca de que la maquinaria empieza a funcionar bien.
El equipo va por el buen camino, se observa que hay ideas elaboradas en su juego, pero también que hay que dar tiempo. La amplitud buscada en la fase ofensiva no ha traído la consiguiente profundidad por las bandas, la posesión del balón no se ha traducido en dominio productivo, ya que ha de ser con la intención siempre de superar líneas de presión rival, y el juego por el centro no se ha manifestado. ¿Es Óscar el Messi que puede dar esa riqueza en la mediapunta?
Esto solo acaba de empezar, hay muchas otras cosas destacables en este Real Valladolid: la estrategia a balón parado, la influencia de determinados futbolistas en el juego del equipo, etc. Pero eso será motivo de reflexión en los siguientes informes de evolución.
* Daniel Juan Sánchez es entrenador.
– Foto: EFE
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