Si la vida es un proceso fluido, aunque no uniforme, en el que la alternancia de buenos y malos momentos no es más que la oscilación de un camino, entonces ¿la vida de un equipo es también un camino continuo y único? Pienso que sí y que este Barça no podría comprenderse sin su brillante antecesor, ni aquel sin el fiasco de la autocomplaciencia, ni eso habría ocurrido sin la resurrección a partir de Ronaldinho, pero dicho renacimiento solo existió porque antes se produjo un cataclismo… Y así llegaríamos al momento fundacional de Gamper, comprendiendo que el camino de un equipo es un proceso continuo y no una simple sucesión de etapas que se archivan por fascículos. Todo influye en todo, como en la vida diaria.
Viendo jugar al Tito Team se percibe esa sensación de continuidad dentro de la diversidad. Es el mismo equipo del curso pasado y al mismo tiempo es un equipo distinto. No hablo de táctica y sistemas, sino de energía y espíritu, como si después de tantos triunfos los jugadores se hubiesen tomado un respiro antes de regresar esta temporada más limpios y animados, con estímulos renovados como si las derrotas -pocas, pero derrotas- sufridas fueran el germen de estas victorias nuevas e incesantes. Probablemente hay que perder si se desea valorar de nuevo lo que significa vencer, con lo que el Tito Team no podría comprenderse sin todas las vicisitudes del Pep Team, al igual que la figura de Guardiola no podría entenderse en su entera magnitud sin la presencia a su lado de Vilanova, ni la de este habría sido sin la de aquel. Si Pedro vuelve a ser el ventilador del equipo es porque padeció mil quebrantos el año pasado, fruto del desgaste en los anteriores, y esa desgracia le impulsó a renovarse por completo, hasta ser ahora incluso más importante que en ningún tiempo anterior. Y si Mascherano nos hace dudar en el presente es porque fue indiscutible en el pasado, cuando sostuvo con su carácter indomable una defensa abatida por cien mil plagas. Pero bastó un error en el Bernabéu para que la duda se instalara en su cabeza, desestabilizándole hasta la agonía, aunque este mal trago esté coincidiendo ahora con el retorno atrás del tándem de las grandes certezas.
Así, cada momento es fruto del anterior, lo que nos permite visualizar el camino como un todo único y al Tito Team como hijo del Pep Team sin que por medio haya habido prácticamente refundación, ruptura ni advenimiento, sino simplemente un paso más en la ruta, a veces un recodo difícil de negociar, en otras una línea recta y plácida. La misma orquesta con idéntica partitura, pero marcando notas distintas para evitar la melancolía. Es imposible comprender el hoy pluscuamperfecto sin la dolorosa caída ante el Chelsea de abril o la derrota en la Liga de los 100 puntos. Es imposible porque hoy es hijo de ayer.
– Foto: Miguel Ruiz (FC Barcelona)
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