"Cada acto de aprendizaje consciente requiere la voluntad de sufrir una lesión en la propia autoestima". Thomas Szasz
Por suerte hay quienes se han dado cuenta de que el mundo del futbol necesita un cambio urgente para salvarse del abismo. Quizás un poco tarde, pero a tiempo. Al menos eso es lo que realmente creemos.
Mientras la FIFA emprende una rimbombante operación para saber si el balón cruza o no la línea del gol (como si eso sucediera en una cantidad significativa de partidos), la UEFA, y particularmente Michel Platini, se ha enfrascado en propósitos mucho más preocupantes: acabar con el endeudamiento y la depauperación económica imperante en el futbol europeo.
La reciente sanción al Málaga, como bien alegan desde el club andaluz, puede ser un castigo exagerado y ejemplarizante que los trata de utilizar como escarmiento, pero por algún lado tenía que comenzar y ellos estaban sobre aviso.
Al analizar dicha sanción cabe preguntarnos por qué no ocurre lo mismo con los clubes ingleses llenos de deudas desde hace varios años. La respuesta comienza con que no presentan pagos pendientes a los empleados, a otros clubes por traspasos de jugadores y autoridades tributarias.
En la Premier League la mayor parte de la deuda de los clubes es para con sus propios dueños, –lo cual es una deuda interna que no genera intereses–, o hacia los bancos. En el primer caso se encuentran las entidades en manos de magnates que han inyectado capital desorbitantemente en las últimas temporadas: Chelsea, Manchester City o Fulham;y de la segunda forman parte varios clubes, aunque los más significativos en este grupo son Manchester United y Liverpool.
Otra razón que alivia la situación económica en el Reino Unido es que los clubes son dueños de sus estadios y el valor hipotecario de los mismos llegaría a cubrir una gran parte de las deudas, si no todas, en caso de ser necesario.
Si bien el dueño catarí del Málaga ha introducido mucho menos dinero para fichajes desde su arribo hace dos años y medio, no ha asumido las deudas contraídas de una manera personal, incurriendo en las irregularidades penalizadas por la UEFA. Se vio obligado a vender a Cazorla y a Rondón y ahora también ha puesto el club en venta para librarse del asunto, pero es bien difícil encontrar un comprador que asuma semejante panorama.
Según los datos disponibles de la temporada 2010-2011 (los de la más reciente campaña serán publicados en 2013), los clubes ingleses acumulan una deuda total de 1.730 millones de euros, por mucho la mayor de Europa. Sin embargo, los contratos de televisión han disparado los ingresos de todas las entidades, incluso los de segunda división, y los equipos grandes en Inglaterra son marcas comerciales generadoras de grandes sumas por publicidad y por explotación de los estadios.
Aunque la UEFA no ha arremetido aún contra ellos, los altamente endeudados clubes ingleses pueden comenzar a mirarse en el espejo del Málaga.
Sin contabilizar las cuentas de la última temporada, cuando salieron campeones –las que comenzarán a contabilizar para el Juego Limpio Financiero–, desde que el jeque del Manchester City compró el club en 2008 ha gastado 1.147 millones de euros, de las cuales solo 450 han sido generadas por sus actividades. Cuando el pico del gasto alcanzó su máximo en la 2009-2010, el club gastaba el triple de lo que ingresaba. Su título de Premier le costó diez dígitos.
Por su parte, hasta la consecución de su sueño europeo, Abramovich gastó 1.010 millones. Y si analizamos la actual situación por la que atraviesa el Chelsea, va a tener que aflojar unos cuantos kilos más.
Las astronómicas pérdidas de Chelsea y City –que aún ganando la Premier se acercaron a los 123 millones de libras en la temporada 2011-2012, casi la mitad de lo reportado en el lapso anterior– elevan el déficit colectivo del fútbol inglés a más de 430 millones de euros, a pesar de un ingreso neto superior a los 2.000 millones por temporada.
Sin embargo, el Manchester United, ampliamente endeudado, genera beneficios en cada una de las temporadas, aunque ahora asume una altísima cuota de interés producto de que los Glazer traspasaron al club parte de su deuda bancaria personal.
Para evitar que el futbol continúe siendo alimentado por millonarios benefactores que empañan la justa competición, la UEFA limitará a cinco millones la diferencia negativa que puede existir entre ingresos y gastos y racionará también la cantidad de capital que los dueños podrán inyectar en sus clubes, monto que se irá reduciendo progresivamente.
La realidad es innegable: hay que impedir que los magnates sigan apoderándose de más y más clubes, llenándolos de deudas y dejándolos a merced de sus antojos. Hay que volver a equilibrar las fuerzas y romper esa élite económica responsable de que solo unos pocos puedan ganar títulos. Se necesita volver a sembrar en los futbolistas el amor por el juego y no por lo que pagan sus mecenas.
* Alejandro Pérez.
– Foto: AFP
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