El precio de los matices

por el 22 enero, 2015 • 0:46

 

1.- No se lo podía quitar de la cabeza. Los primeros 35 minutos de la derrota en la liga (3-1) habían estado diez días en lo más adentro de Simeone, marcado por una de las pocas derrotas tácticas en pura esencia que ha sufrido desde que es técnico del Atlético. Entonces Luis Enrique había colocado su reina en la banda derecha, el Cholo actuó en consecuencia convencido de que solo movería en diagonal –colocó a Jesús Gámez como lateral a pierna cambiada y a Tiago como escalón posterior para frenar dicho movimiento– y resultó que Messi se merendó a Gámez por fuera, que no había ayudas planificadas para esa situación y que el repliegue bajo ensayado para ese partido había sido tiempo perdido porque esa bestia siempre tiene una forma nueva de dañar para la que no existe antídoto en el mundo en ese momento. Simeone suavizó esto poco antes del descanso de aquel partido pasando a formar en 4-1-4-1 y mandando a Koke y Arda Turan al sector izquierdo del mediocampo, primer cambio importante esto último en la revancha que se le presentaba en la Copa del Rey.

2.- Había una diferencia clara respecto al partido de liga: el Barça no tendría esta vez ese factor sorpresa. Luis Enrique calcó los diez jugadores de campo y la disposición del equipo por tercer partido consecutivo, y Simeone mantuvo el 4-4-2 de inicio pero cambió todo el contenido. Miranda y Siqueira entraban por Giménez y Gámez, Mario y Koke formaban en la medular –Tiago era baja–, Gabi en la derecha para ahogar la diagonal de Neymar y Arda Turan en la izquierda. Arriba Griezmann y Torres. El repliegue bajo en Liga dejaba paso a un bloque alto que llevara a cabo un pressing intensivo y agobiante que ensuciara la salida del Barça o robara arriba en el mejor de los casos. Aquí Ter Stegen se convirtió en factor fundamental. Su habilidad con los pies –acumuló 27 pases buenos, solo cuatro jugadores del Atlético sumaron más– permitía a los locales sumar un hombre en esa primera fase ofensiva, y cuando el equipo no conseguía superar esa primera línea de presión atlética asociándose, su desplazamiento en largo, como decía Lillo, acercaba a los lejanos.

3.- Los primeros minutos del Barça fueron muy potentes. Por primera vez en la temporada trasciende del juego una idea colectiva, mantener el esqueleto del equipo la ha solidificado y vuelve a haber brotes de que Messi y el equipo se retroalimentan. Y esto, sea un espejismo o no, ya es más de lo que habíamos visto en los últimos 20 meses. Los locales presionaban con orden e intensidad, con balón lograban buenas triangulaciones en espacios reducidos, y con Messi y Neymar pegados literalmente a la cal el Barça repetía ese patrón de los dos últimos partidos focalizando su juego en los cambios de orientación que permiten recibir con aire a los dos cracks y que obligan a bascular bruscamente a los rivales. La función ofensiva de los laterales pasa a ser doblar por dentro a los extremos, arrastrando una marca cuando deciden salir por fuera o dando esos leves toques de apoyo que dan continuidad a la diagonal y ayudan a completarla cuando dichos extremos deciden internarse por dentro.

4.- La titularidad de Siqueira suponía un arma importante en ataque pero una debilidad en defensa –nadie se libra de esto cuando tienes a Messi delante– que Simeone solucionó arropando al brasileño con Arda Turan y Koke en las ayudas, ambos infatigables todo el partido. Era un Messi superlativo. Desbordaba, superaba líneas de presión con pases verticales, participaba continuamente, pero el entramado creado por el Cholo le impedía ser lo productivo –último pase, posiciones claras de remate, centros– que había sido el día del 3-1.

5.- El partido era de ida y vuelta. Al Atlético le costaba conseguir acciones de contraataque, y esas pocas veces que Griezmann y Torres pudieron desplegarse se toparon con un Piqué imperial. El francés apenas tuvo opciones de mostrarse en ataque, pero su despliegue físico y táctico en fase defensiva fue una demostración brutal del trabajo que ha hecho Simeone con él, al que ya ha ganado para la causa. El triángulo formado por Siqueira, Koke y Arda Turan fue la gran baza del Atlético en esta primera parte. El turco es la llave de esa especie de rondo estudiado que arma el Atlético en la banda que le interesa según el escenario que afronta –esta vez fue la izquierda–, diseñado para finalizar en un centro lateral al área que intenten hacer bueno los llegadores que cargan el área. Este tridente creaba, Arda Turan tocaba el violín en plena guerra, pero el Barça era ordenado en el repliegue y concedía cero.

6.- Un fallo clamoroso de Luis Suárez –que aun en fase de adaptación, aporta y mucho al ataque– llevó el 0-0 al descanso. Simeone sentó a Torres para dar entrada a Mandzukic y al cuarto de hora metió a Raúl García por Griezmann para reconocerse en ese Atlético de los primeros tres meses de competición. El segundo tiempo fue puro Cholo. El Atlético consiguió espesar el partido desde el buen estructuramiento de su equipo, fue prudente en las salidas, no se descompuso en ningún momento y pareció sentirse cómodo retrasando su defensa y dejando la iniciativa al rival. El Barça perdió la lucidez en ataque y empezó a pensar también que el partido duraba 180 minutos, sabedor de que el 0-0 en casa tiene tanto valor como mala prensa.

y 7..- El Atlético había conseguido que se jugase a que no pasara nada, esa atmósfera idílica para destrozar la eliminatoria en la estrategia. Pero en ese momento en que todo es demasiado frágil, Siqueira primero y Juanfran después tiraron por la borda casi hora y media de trabajo. El lateral brasileño hizo falta sobre Messi cuando el mero hecho de encimarle e impedirle girar le hubiera obligado a jugar el balón de cara y de esa falta nació un penalti en el que Juanfran mide mal y golpea instintivamente a Busquets en lugar de al balón. Messi recogió el rechace de su propio penalti y puso más distancia de la que parece en la eliminatoria. La élite no perdona, y es en estos partidos en los que cada error se magnifica donde se entiende –mejor que en verano– la trascendencia de la pérdida de Filipe Luis y su diferencia de precio con Siqueira. Son la distancia entre jugar y competir. La distancia entre sumar y restar cuando hablamos de matices que te arruinan una temporada.

– FC Barcelona-Atlético de Madrid (partido de ida de los cuartos de final de la Copa del Rey). 21-enero-2015. Camp Nou. 1-0 (Messi)

* Alberto Egea.





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