Corren tiempos difíciles para los aficionados que cada dos fines de semana deciden coger la línea 1 del metro de Madrid, con su bufanda franjirroja al cuello, y desembarcan en la estación de Portazgo para vibrar con su Rayito. Si la temporada pasada disfrutaban de un conjunto alegre y vistoso, que de no ser por irregularidades económicas, estaría disputando competición europea, este año deben mantener la calma al ver a su equipo encaramado a la última posición de la liga.
La situación no es la mejor. Las bajas de Javi Fuego –la escoba rayista del centro del campo la pasada temporada–, Léo Baptistao –el descubrimiento de la liga– y Piti –el capitán y alma del barco pirata– siguen haciendo daño a un conjunto peor en todas sus líneas que la temporada pasada, que está notando cómo sigue recibiendo goles en contra y apenas es capaz de acertar en la portería contraria.
Seis goles a favor y 21 en contra dejan a las claras que algo está fallando en el entramado del preparador canario. Porque a las facilidades defensivas, ya resabidas y añejas, se le han incorporado las dificultades para marcar. De los 41 goles que realizaron la pasada campaña, 23 fueron de la pareja Piti-Baptistao (16-7). Su baja se ha intentado reducir fichando a jugadores como Joaquín Larrivey, Seba Fernández [recién lesionado de larga duración] o Alberto Bueno, pero por el momento su incursión en el juego vallecano ha sido testimonial.
A los problemas para marcar, se le ha sumado otro. La mala racha de Lass Bangoura, que tuvo sus más y sus menos con Jémez tras su expulsión contra el Levante. “El tema de Lass lo vamos a tratar con tranquilidad porque es muy grave. Yo no voy a permitir que nadie, voluntaria o involuntariamente, haga daño al equipo, eso no va a ocurrir. Este tema lo vamos a tratar con tranquilidad, lo hablaré con Felipe y con el presidente e intentaremos tomar las medidas que sean mejores para él y para el equipo”. Tras todos los problemas en los que se ha visto inmerso el joven jugador, parece que vuelve a contar con el apoyo del técnico.
Pero si algo preocupa a la hinchada vallecana es la defensa. La pasada temporada recibió 66 goles en contra en 38 jornadas. Una media de 1,7 por partido. En estas siete primeras fechas, el balance asciende a 21. Lo que suponen tres por encuentro y la sensación inequívoca de que algo está saliendo mal en esta materia.
Ya sea con una línea de cuatro formada por Tito, Gálvez, Baena y Nacho; sea con Saúl como comodín en la zona central por las bajas; o sea con Mojica o Galeano en el once inicial, la zaga vallecana ha permitido hasta 61 disparos en estas siete primeras jornadas. Mucha concesión para un equipo al que le gusta jugar al toque.
Paco Jémez, desde su llegada a Vallecas, ha optimizado al equipo para realizar un estilo de juego alegre con posesión y agresivo sin él, pero que a fin de cuentas ha resultado no ser altamente competitivo. El balance defensivo de los hombres sobre el verde no es el deseado. Al descuelgue que sufren los atacantes del Rayo a la hora de defender se le suma la falta de la escoba de Javi Fuego y el comienzo de un jugador que puede ser grande, como es Saúl Ñíguez, pero que aún es inexperto. Esto permite que esa zona del campo sea para el rival un paseo ante una defensa que ha cometido demasiados errores en tan pocas jornadas.
La solución podría partir del último partido de liga, en Mestalla. Ahí se vio a un Rayo Vallecano más junto a la hora de achicar al Valencia. Presión alta en la línea atacante y línea defensiva muy adelantada, algo que recuerda al equipo de la pasada temporada, ese que replegaba la línea si la presión era superada con actividad siempre donde el balón estuviera en juego, generando así superioridad en esa zona.
Eso genera problemas defensivos cuando el rival es capaz de encontrar el extremo contrario a donde se está desarrollando el juego y, por ende, la presión del Rayo, ejerciendo una superioridad atacante en el otro costado.
Por último, y quizás el pecado en el que más está cayendo el Rayo Vallecano, está el problema a la hora de salir con el balón jugado. Recordemos a aquel Barcelona que visitó Vallecas y tuvo que cambiar su patrón de juego por la alta presión de los de Jémez. Así están los franjirrojos. Su patrón es el toque de balón y los rivales lo saben. Por eso, y de manera en ocasiones absurda, cae en el error de querer salir con el esférico en posesión en lugar de realizar un desplazamiento en largo, en ocasiones tan vulgar como efectivo. Las pérdidas desde el centro del campo para abajo han castigado mucho a los hombres de Paco.
Queda mucha tela que cortar, pero si en Vallecas quieren disfrutar de una temporada más en Primera División, deberán comenzar por taponar la hemorragia de goles en contra. Eso, o empezar a meterla en la otra portería. Porque como diría Alfredo Di Stéfano: “No me importa que me metan tres goles, si yo meto cinco”.
* Imanol Echegaray García.
– Foto: EFE
©2024 Blog fútbol. Blog deporte | Análisis deportivo. Análisis fútbol
Aviso legal