El valor y el liderazgo en momento de crisis son tan valiosos como escasos. Se suele relacionar a la experiencia y es una capacidad que se le suele negar a los más jóvenes. Aun así, ya sea por descaro o relativización de lo que acontece, no siempre es así. Ese es el caso de Álvaro Vadillo, quien paradójicamente está exhibiendo su mejor fútbol, el más maduro, cuando su equipo se encuentra en una delicada situación clasificatoria y de resultados.
En las últimas semanas, cuando los partidos han adquirido tintes transcendentales para los hombres de Pepe Mel, el joven canterano ha levantado la mano, ha pedido la pelota, en definitiva, ha asumido responsabilidades. Se ha visto con suficiencia para liderar los ataques béticos. Tan positiva ha sido esta intención como la propia ejecución, ya que se ha podido ver su mejor fútbol, el menos propenso al error y a la precipitación. Hablar de Vadillo no hace mucho era hacerlo de un gran talento al que las piernas le iban más rápido que la cabeza. Su cuota de errores era tan alta que su productividad estaba cuestionada. Se le llegó a ver como un mero agitador de rivales. Ahora, Vadillo intimida, pero también produce. Nunca había encadenado tantas actuaciones de gran nivel.
Los problemas que impedían un mejor rendimiento de Vadillo siempre han dado la sensación que eran solucionables con minutos, adquiriendo experiencia. La mejora en su juego es evidente; actualmente es un futbolista con una mejor toma de decisiones y una mayor sensibilidad al juego, lo que le permite contribuir en estático. Esta temporada está sorprendiendo con su capacidad para influir por dentro: ya no necesita estar tan cercano a la línea de cal para marcar las diferencias. Por otro lado, su rendimiento no se está viendo tan condicionado por según en qué banda juegue, está mostrando un nivel parejo en ambos perfiles. Se ha desquitado la etiqueta de extremo puro, el que juega a banda natural, mostrándose incluso más incisivo en el perfil opuesto, ya que parece haber perdido el miedo a encarar la portería rival. Esto último es un aspecto en el que Pepe Mel viene haciendo especial hincapié con sus hombres de banda, más aún on la pérdida de capacidad goleadora tras le lesión de Rubén Castro. Otro aspecto que parece haber influido en la mejora del habilidoso centrocampista es el hecho de haber ganado algo de peso y corpulencia.
El técnico bético afirma y demuestra su confianza en Vadillo. Con sólo 16 años le hizo debutar y le otorgó la titularidad en la jornada que abría la temporada 11/12. Después de aquello, el joven extremo ha tenido altos y bajos, lesión del ligamento cruzado mediante. Pese a la confianza depositada en él, y su precoz debut, no le fue sencillo derribar la puerta del primer equipo. No terminaba de satisfacer las exigencias de Pepe Mel, quien le pedía que marcara las diferencias tanto en el filial como en los entrenamientos. Ahora, dos temporadas después, Mel no oculta su satisfacción por el aporte de su pupilo en éste sentido: «Entrena muy bien. Ha mejorado eso mucho respecto a otras temporadas. En cada entrenamiento se exige para ser mejor. Avanza en cada paso que da hacia arriba”. Ante esta situación, el entrenador bético le está premiando con minutos y regularidad.
Se puede pensar que el nivel actual de Vadillo posee la volatilidad propia de su edad, pero hay una certeza en todo esto, está mostrando cosas nuevas en su fútbol. Es esto lo que invita a creer que se trata de un paso al frente, que es un jugador que se está desquitando de algunas de sus limitaciones. Actualmente, y esto no había pasado antes, Álvaro Vadillo puede ser considerado titular en el Betis. El disfrute de esta regularidad de minutos puede propiciar, si no lo está siendo ya, que esta sea la temporada en la que se consolide como un jugador importante en el plantel bético, en la que empiece a cumplir las altas expectativas depositadas en él. La respuesta sólo el tiempo y él la tienen, su hinchada, y el fútbol en general, la esperan, le esperan.
* Miguel Verdugo.
– Foto: LFP
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