Porque están ante la oportunidad más grande desde que son profesionales, porque todos los nacidos después de 1974 nunca han vividp algo así, porque los que sí lo han vivido llevan cuarenta años esperando quitarse aquel dolor, porque no habría mejor modo para homenajear al que marcó el gol que debió hacer al Atleti campeón de Europa, porque desde el cielo grita que deben ganar y volver a ganar, porque el avión de vuelta con su imagen estará más cerca que nunca de él, porque demostrarían que nada es imposible, porque desde el trabajo y la pasión alterarían el poder establecido, porque este guion no estaba escrito, porque tendrán a 2.500 aficionados a su lado juntando manos y gargantas por ellos, porque tendrán a cientos de miles en casa soñando despiertos delante de la tele, porque aquellos que se fueron antes de tiempo han dejado el encargo, porque no hay nada más especial que hacer historia.
Por todo esto y mucho más, toda la familia que forma el Atlético de Madrid está ante el partido de sus vidas. Mourinho lo sabe y por eso lo intenta contrarrestar, pero él ya ha ganado la Champions y sus jugadores también. Teme la volcánica fuerza del que persigue un sueño que creía inalcanzable, y eso es muy difícil de contrarrestar. Salvo David Villa, ningún dirigente, técnico o jugador rojiblanco ha disputado un partido para ser campeón de Europa.
El Club Atlético de Madrid y su fiel hinchada, la que le acompañó en Albacete o en Leganés para intentar volver a Primera División y antes en Oviedo para llorar el descenso a segunda y la que se quedó ciega con la lentilla de Aguilera frente al Ajax, está ante el partido de sus vidas. Se nota en el brillo de sus ojos, y el final ya se sabe: habrá lágrimas y la afición despedirá en pie a sus héroes. Lo que no se sabe aún es el resultado del partido de sus vidas.
* Alberto Pérez es periodista.
– Foto: Alberto Martín (EFE)
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