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Solo es un primer paso, pero Thomas Tuchel ha introducido serias novedades en el modelo de juego del Borussia Dortmund, reduciendo el vértigo marca de la casa y amasando el balón mediante triangulaciones. Es demasiado pronto para saber si se trata de un cambio radical respecto del modelo implantado siete años atrás por Jürgen Klopp o solamente es la aportación de un nuevo rostro capaz de alternarse con el anterior. Pero la voluntad de modificación resulta indiscutible.
Como esquema de juego, Tuchel ha elegido en este inicio de pretemporada el 4-1-3-2. Por sí mismo supone un cambio sustancial, especialmente en lo que hace referencia al mediocentro único sobre el que pivota todo el juego. Es posible que la enésima lesión de Nuri Sahin esté detrás de dicha decisión técnica, pero en cualquier caso el contraste es contundente y significativo. Más importante que la disposición espacial teórica es la dinámica real de juego.
Dado que Tuchel manifiesta su voluntad de convertir al BVB en equipo dominante durante los noventa minutos, sí resulta significativa la disposición de su equipo en las fases de construcción y de ataque organizado: un 2-1-4-3 con un diamante en el centro del campo. En el gráfico adjunto podemos ver el despliegue del Dortmund en el tránsito desde la fase constructiva a la de ataque:
Los dos centrales se sitúan en posiciones próximas a su semicírculo central, destacando que el guardameta Bürki se mueve con facilidad fuera de su área, interviene de forma abundante con el pie y evita los pelotazos sin destinatario. Viendo las intervenciones de Bürki se hace inevitable pensar en Neuer o Ter Stegen en cuanto a su protagonismo en la elaboración inicial del juego borusser.
El mediocentro Sven Bender, elegido como único pivote del equipo, retrocede cerca de sus centrales si la salida de balón resulta entorpecida por el contrario, aunque el BVB no adopta la salida lavolpiana como fundamento de su juego. Donde no existe la menor duda es en la posición de los laterales: ligeramente asimétrica, abierta y profunda. Piszczek y Schmelzer se sitúan de entrada en la línea de mediapuntas y en la de ataque. Sin paliativos, ofreciéndose como posibles receptores exteriores del primer balón. No obstante, Tuchel prioriza la salida por dentro más que por fuera. Los mediapuntas reciben el balón procedente de su línea defensiva y descargan de inmediato a su lateral correspondiente en la banda para que prosiga la acción.
El Dortmund amasa el balón. Este es un cambio profundo en su filosofía reciente. El vértigo ha sido la seña de identidad del equipo de Klopp y en los primeros pasos de Tuchel no se advierte dicha característica, sino más bien la opuesta, como si el nuevo técnico quisiera cambiar de modo radical el concepto implantado. Ello no significa que el BVB se haya convertido en un equipo lento, ni mucho menos. Lo que ha hecho es abandonar la precipitación. Sus mediapuntas continúan moviéndose sin parar y los dos puntas (Reus y Aubameyang) lo mismo: uno carga el centro del área mientras el otro lanza un demarque hacia el exterior. El objetivo global parece identificado: no precipitarse, legar cerca del área contraria masticando el juego con pases más certeros, acumular un mínimo de tres hombres en el balcón del área y tener siempre dos jugadores muy abiertos en la banda, no importa quiénes sean. Tampoco el pressing tras pérdida ha sido abandonado: se practica con la misma energía de siempre.
Queda mucho tiempo para que Thomas Tuchel madure estos conceptos y sus jugadores los asimilen por completo. Entonces descubriremos si se trata solo de una vía alternativa al tradicional juego borusser o de un cambio estructural. De ser así supondrá una revolución radical en el equipo legado por Klopp, pero siendo revolucionario será un cambio que -en mi opinión- se hacía imprescindible vistos los tres últimos años del BVB, en los que el rendimiento general ha sido muy negativo y no solo por haber perdido jugadores importantes como Götze y Lewandowski. Al fin y al cabo, el Dortmund ha gastado en los últimos dos años más del triple de dinero neto en fichajes que la mayoría de equipos alemanes, incluido el Bayern, para concluir con un balance deportivo alejado del esplendor de los años 2011 y 2012, mientras la plantilla se veía literalmente arrasada por las lesiones, una gran parte de las cuales han sido fruto de un desgaste físico planificado a fin de que el equipo pudiera practicar su vertiginoso juego, precisamente lo que Tuchel parece estar modificando a la vista de sus primeros pasos.
– Foto: Borussia Dortmund
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