"Cada acto de aprendizaje consciente requiere la voluntad de sufrir una lesión en la propia autoestima". Thomas Szasz
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Acabe como acabe la temporada, Luis Enrique dejará el banquillo del Barça habiendo hecho un trabajo fantástico. Los éxitos han caído por su propio peso gracias a que durante tres temporadas el esfuerzo del equipo ha sido innegociable, la unión incuestionable y el cuidado de los detalles decisivos, como las jugadas a balón parado, insuperable. Sin embargo, en el aspecto táctico, muy pocas veces se ha mejorado algo desde el banquillo. Hasta que se ha llegado a una situación límite.
Del mismo modo que, tras la derrota frente a la Real Sociedad en su primera temporada, Luis Enrique dio con la tecla optando por un 4-3-3 con extremos pegados a la cal, la debacle en París ha dado pie a un nuevo esquema que parece corregir gran parte de los problemas del equipo. El punto de partida es sencillo: alguien tiene que ocupar la banda derecha en ataque, máxime sin un Alves capaz de disimular que nadie lo hace.
Un detalle tan simple como ese devuelve la lógica a una organización ofensiva en la que Messi reclama el centro. Con alguien en la derecha, los dos carriles ofrecen vías de avance, el sector izquierdo de la defensa rival no se puede cerrar en torno al argentino porque tiene otra preocupación y, lo que es más importante, no hay una zona por la que el rival pueda progresar sin oposición tras recuperar el balón.
Lo descrito se podría haber conseguido con un ajuste tan sencillo como mantener al interior derecho pegado a banda en ataque, emulando el 4-4-2 que se emplea en defensa. Seguramente este ajuste habría servido para mejorar, pero no lo suficiente. Con un centrocampista menos en el carril central, mejorar la fluidez en la circulación no habría sido tan sencillo. Como tampoco lo habría sido corregir la maltrecha salida de balón. Por ello, el cambio efectuado por Luis Enrique parece especialmente acertado.
En esencia, se basa en un triple movimiento respecto a la anterior organización en ataque (en defensa sigue siendo igual): el interior derecho permanece pegado a la banda convirtiéndose en extremo, Sergi Roberto abandona la defensa para ocupar la zona que el anterior ha dejado libre y Jordi Alba guarda su posición en la retaguardia, formando una línea de 3. De esta manera, la ocupación espacial al volver a la fase defensiva es lógica, siendo únicamente necesario el ajuste de que Sergi Roberto pase al lateral desde el interior (recorrido igual o inferior a volver desde el extremo). También lo es en ataque, teniendo Messi la situación casi perfecta para su juego: tres centrocampistas por detrás con los que asociarse y tres atacantes por delante a los que asistir. Pero no es perfecta. Le falta poder asistir a Jordi en carrera.
ANTES
AHORA
¿Cómo incorporar a Jordi? Que suba la banda como solía sin tocar ninguna otra pieza sería lógico frente a rivales modestos cerrados, dejando solo dos defensores atrás como siempre ha sido habitual. ¿Y contra gigantes? La alternativa es sencilla. Que, con mayor o menor frecuencia, sea Sergi Roberto el que se quede para formar línea de 3 y Jordi pueda subir. Para garantizar una ocupación espacial óptima, Neymar pasaría al medio, para dejar la banda libre a Jordi Alba. O incluso que ambos alternen posiciones. Con Rafinha en la derecha e Iniesta y Messi más cerca de esa zona, la amenaza de catalán y brasileño al espacio sería formidable. Como lo sería la posibilidad de liberar a Neymar de la banda.
OPCIONES SUBIENDO JORDI ALBA
Evidentemente, esta opción también presenta inconvenientes. La velocidad de Jordi en la retaguardia es un factor crítico para aumentar la solidez en la transición defensiva y adelantar a Sergi Roberto significa jugar con un centrocampista de La Masia más, con lo que ello significa especialmente en estos días. Ello al margen de que hacerle formar parte de una zaga de tres sería una prueba arriesgada. Por tanto, no es que deba pasar a quedarse Sergi en lugar de Jordi, sino que quizá sería aún mejor si unas veces sube uno y otras, el otro (cada uno a su manera).
En definitiva, el ajuste realizado por Luis Enrique seguramente no sea perfecto y es prácticamente imposible que vuelva a servir para alzarse con un triplete, pero ha servido para que un Barça herido de muerte vuelva a sentirse grandioso y tenga muchas papeletas de volver a ganar títulos. Quizá añadiendo alguna variante como la descrita, incluso las aumente. Y, en cualquier caso, ha vuelto la sensación de que quien venga a ocupar su lugar se encontrará un esquema del que partir. Los tres centrales han llegado para quedarse.
* Rafael León Alemany.
– Imágenes: sharemytactics.com
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