"Lo que equilibra a un equipo es la pelota. Pierde muchas y serás un equipo desequilibrado". Johan Cruyff
Hace tan solo unos meses, cuando la temporada dio su pistoletazo de salida, existía un moderado optimismo en Mineápolis (ciudad del agua) con respecto a su equipo de baloncesto, los Minnesota Timberwolves. Sus fans llevan casi una década viviendo del recuerdo de aquellos partidos míticos del trío Sprewell-Cassell-Garnett y, por fin, el equipo parecía albergar el potencial suficiente para recuperar aquella vieja sensación del playoffs. Una estrella de la liga, Kevin Love, otra en ciernes, Ricky Rubio, y un conglomerado de jugadores de nivel notable, al mando de uno de los grandes entrenadores de la liga, Rick Adelman.
Todo hacía presagiar que Minnesota sería un equipo serio, joven y motivadísimo para llegar a la postemporada. Como si se tratara de un Meccano, Adelman tenía todos los elementos para competir con garantías: una enorme variedad en la rotación exterior, tiradores, distribuidores de balón, dos hombres fuertes en la pintura y lo más difícil de encontrar: talento. Sin embargo, ha sido imposible evaluar al equipo porque nunca ha llegado a contar con un alto porcentaje de sus jugadores disponibles. No conocemos aún qué son ni qué aspiran a ser estos Timberwolves. Las lesiones han ido minando la confianza y la regularidad de un equipo que cuenta con todo para despegar y se ha quedado en tierra de nadie, esperando eternamente la reincorporación de sus lesionados.
No sabemos si Adelman prefiere un juego coral o basarlo en optimizar los recursos de su máxima figura: Kevin Love. No sabemos si prefiere un tirador, Budinger, un base jugando de escolta, Ridnour, o si Roy acabaría siendo titular en este equipo. No sabemos si se trataría de un equipo de ritmo alto, medio o lento. No sabemos en qué lugar exacto se encuentran JJ Barea, Cunningham o Shved dentro de la escala jerárquica del roster. Ni siquiera si el proceso de adaptación de Rubio sigue el curso aconsejado o se está forzando más de la cuenta.
Hagamos un ejercicio práctico para demostrar de qué estamos hablando. Basta con escribir el nombre de los jugadores del roster en el buscador de Google y ver las fechas de sus últimas lesiones:
Podemos también sumarles las lesiones leves de Dante Cunningham, Andrei Kirilenko y Ricky Rubio, que, recordemos, viene de una lesión larguísima que afectó a su ligamento cruzado anterior y que le ha tenido 8 meses alejado de las pistas. A los jugadores que han sufrido esta lesión les cuesta muchos meses regresar a la misma punta de velocidad y despliegue físico que exhibían previamente.
La situación ha obligado a Adelman a improvisar su quinteto en numerosas ocasiones, a contar con jugadores que figuraban en un segundo plano (Williams, Cunningham o Stiemsma) e incluso a recurrir a jugadores contratados para unos cuantos días (Lazar Hayward). Contra los Atlanta Hawks, el quinteto de Minnesota fue este: Rubio, Kirilenko, Williams, Ridnour y Stiemsma. Jugó el casi inédito Amundson y dos jugadores debutantes con aportaciones significativas: Gelabale y Johnson. Ambos tienen un contrato de diez días.
Preguntado acerca del récord de la franquicia (17-20) y de la irregularidad del equipo, Rubio declaró días atrás: “Los jugadores que estamos sanos tenemos que dar un paso adelante y hacer mejor nuestro trabajo. No podemos decir que estamos jugando mal por culpa de las lesiones. Ese no es el camino. Tenemos que ser hombres. Todo el mundo tiene que dar un paso adelante y tenemos que adaptarnos a nuestro nuevo rol. Estamos aquí para jugar al baloncesto y para pasárnoslo bien, pero no creo que lo estemos haciendo y estamos aquí para cambiar eso”.
Es un buen mensaje, pero recurrir a la hombría para paliar las deficiencias de una plantilla mil veces reinventada esta temporada parece una solución desesperada y, quizás, la única alternativa que le queda a Adelman. Tendrán los Timberwolves que revisar a fondo su plan de preparación física. ¿Lo que está sucediendo es consecuencia de ello o una simple imposición del azar? El año pasado Rubio fue el eje donde se asentó primero y luego se precipitó la ilusión de los aficionados y de la franquicia. Después de la lesión ya no hubo ni rastro de los Timberwolves (21-20 a.d.r, 5-20 d.d.r). Este año parece plantearse el camino inverso: si alguien puede sacarles de este embrollo donde andan metidos, tiene que ser el base catalán. Y eso es depositar un peso exagerado sobre las espaldas de un jugador joven, recién salido de una lesión larguísima e inmerso en un proceso de readaptación. Las aguas vienen turbias en la ciudad de Mineápolis y Adelman es como un niño que intenta, infatigablemente, montar una y otra vez su Meccano. Pero siempre, por una razón u otra, le faltan piezas para lograrlo.
* Javier López Menacho
– Foto: AP
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