El Mónaco no tiene historia

por el 1 agosto, 2013 • 23:34

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Es normal que a medida que un jeque llega a un club y gasta dinero a base de talonario, se ponga de moda el tópico –yabsurdo en algunos casos– de comentar que este equipo no tiene historia y que sin su jeque no sería nada. Le pasó al Manchester City, le pasó al Málaga, le pasó al PSG –que únicamente tenía dos ligas antes de la llegada de Al Khelaïfi– y, sin excepción, le ha ocurrido al Mónaco de Rybolovlev.

Pero antes de seguir con este artículo: ¿qué es el Association Sportive de Monaco Football Club? Es un equipo fundado en 1924 y que por su cercanía a Francia decidió inscribirse en el campeonato francés. El Monaco no tiene historia, sólo tiene 7 ligas, 5 Copas de Francia y 1 Copa de la Liga. No tiene historia porque en este equipo estuvo Arsène Wenger durante diez temporadas y consiguió descubrir a jugadores como George Weah, Jürgen Klinsmann, Youri Djorkaeff, Emmanuel Petit, Lilian Thuram o el mismísimo Thierry Henry, quien años después, de la mano de Wenger, se convertiría en uno de los mejores delanteros del mundo.

En competición europea, el Monaco también dejó huella en el pasado. En 1997 se quedó a las puertas de la final de la UEFA, en la que sobresalieron Henry y Trezeguet formando una pareja demoledora en ataque. Seguro que tampoco olvidarán muchos madridistas al Monaco, ya que en 2004 el equipo entrenado por Didier Deschamps eliminó contra todo pronóstico al Real Madrid de los galácticos. En aquel equipo, Fernando Morientes –un jugador cedido por el Real Madrid– y Ludovic Giuly dejaron fuera a un Madrid que tuvo que esperar ocho años para volver a disputar los cuartos de final de la máxima competición europea. Fue una Champions en la que el Mónaco vapuleó a sus rivales, como al Deportivo de La Coruña en la fase de grupos, que se llevó ocho goles de los monegascos y un poker del delantero croata Dado Prso.

A partir de 2004, tras la marcha de numerosos jugadores –Rothen, Evra, Prso, Morientes, Giuly, etc.– todo cambió en Monte Carlo. Fueron años de ostracismo en los que no había la ilusión predominante en las gradas que años atrás deslumbraba por las lujosas calles de Mónaco. En el 2008, Guy Lacombe cogió las riendas del club. Lacombe había fichado a dos jovencísimos llamados Drogba y Malouda para el Guingamp en el 2002, antes de ser despedido. En su primer año, el Mónaco finalizó la temporada en octava posición, muy cerca de puestos europeos. Gente como Gakpe, N’Koulou, Park o Mollo fueron los jugadores más determinantes de aquella escuadra. En su segundo año, Lacombe no tuvo tanta suerte. El equipo finalizó 18ª en la Ligue 1 y ni la llegada de Mahamadou Diarra por voluntad propia en invierno erradicó la situación. El Monaco descendió a la Ligue 2 y su futuro se complicó, ya que sufría en el apartado económico y le costaba a raudales salir adelante.

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Para iniciar el ascenso, Laurent Banide fue nombrado entrenador. Era un entrenador pragmático y con un currículum muy amplio por detrás. Tan delicado estaba el Mónaco económicamente, que Ludovic Giuly decidió bajarse el sueldo y fichar por su exequipo para intentar devolver a la máxima categoría al club con el que llegó a una final de Champions. No era un proyecto que ilusionase, pero en cuanto a ganas había pocos equipos que superasen a ese Monaco. 

Laurent Banide llegó a la jornada 6 con únicamente 4 puntos de 18 posibles y el equipo en posiciones de descenso. La directiva del Monaco no tuvo paciencia con él y decidió poner punto y final a su etapa en el club. Llegó el italiano Marco Simone, muy distinto a Banide. Había sido un jugador muy importante en Francia –ganó una liga con el PSG–, pero como entrenador apenas tenía experiencia. Simone no sacó al Monaco del descenso antes de llegar al parón invernal, es más, estaba colista y a 6 puntos de salvación. Y aquí es donde aparece nuestro protagonista.

Dmitry Rybolovlev amaneció el 1 de enero del 2012 deprimido, sin ganas de realizar su rutina diaria. El día de año nuevo lo quiso pasar en su lujosa mansión intentando dar un giro radical a su vida. Llamó al príncipe Alberto de Mónaco para comunicarle que quería comprar el AS Monaco. Invirtió 220 millones de euros y en su primera rueda de prensa comentó que iban a ganar la Champions League en cinco años. Había convencido.

Lo primero que hizo Rybolovlev fue remodelar el equipo de arriba a abajo. Su primera inversión en el mercado dejó la cifra de 18,5 millones de euros. Jugadores contrastados como el belga Dirar o el portero Subasic, además de Tziolis, Koman, el ex del Arsenal, Nacer Barazite o los defensas Andreas Wolf y el ex madridista Gary Kagelmacher alimentaron las esperanzas de la afición de forma fructífera. El fichaje más productivo sin duda fue el del desconocido Ibrahima Touré. El senegalés anotó 32 goles en año y medio con el Monaco, y aunque parezca mentira, su futuro actualmente está fuera del equipo.

El Monaco salió del descenso en la jornada 29 y a falta de cinco para el final se colocó a 5 puntos del ascenso. Le faltó dar el pasito final del equipo regular. Su paupérrimo inicio de temporada evitó el ascenso.

Rybolovlev no dio más crédito a Marco Simone y apostó por la veteranía. Claudio Ranieri fue el elegido para comandar el multimillonario proyecto del ruso y esta vez volvió a gastar una millonada, concretamente 22,5 millones de euros. Gastó 14 millones en la perla de River Plate Lucas Ocampos, además de fichar al internacional danés Jakob Poulsen y conseguir las cesiones de Emir Bajrami y Sebas Ribas –este disputó cero minutos en esta cesión–. Y también convenció a Flavio Roma para que finalizase su carrera en el club en el que fue una leyenda a principios de siglo. En invierno también pudo fichar a Rivière (Toulouse), Medjani (Ajaccio) y Mounir Obbadi (Troyes). Todo lo que no fuese ascender sería una hecatombe mundial.

Y efectivamente, el Monaco consiguió su ansiado ascenso. Ocupó posiciones de ascenso en 27 de las 38 jornadas de la Ligue 2 y su superioridad fue abismal. Hay que matizar que su fútbol no enamoró, le bastaron la individualidad de gente como Ocampos, del sorprendente Ferreira-Carrasco (un belga de 20 años que fue titular desde el inicio y que tiene una pierna derecha prodigiosa) o los goles de Touré, que a final de temporada decayó debido a la explosión de Germain como ‘9’ en el innovador 4-2-3-1 que utilizó Ranieri a final de temporada y que sólo le costó una derrota (en la jornada 36 contra el Caen). 

A pesar de tener los objetivos ya medianamente asentados, Rybolovlev seguía con su idea de hacer al Mónaco un equipo reconocido a nivel mundial. Sin apenas despeinarse fichó a James Rodríguez, Joâo Moutinho, Ricardo Carvalho, Radamel Falcao, Nicolas Ismat-Mirin, Jéremy Toulalan, Éric Abidal, Fabinho y Anthony Martial. Nueve jugadores de los cuales el 90 % serán titulares la próxima temporada. Casi 200 millones para intentar pelear por el título de la Ligue 1 y para buscar recuperar su trono en Europa.

La primera temporada será la más dura para el Mónaco, con total seguridad. Es un equipo completamente nuevo y los jugadores que llegan no están compenetrados. Ranieri tendrá la presión de estar obligado a llegar con opciones de título a los meses finales, aunque él ya ha sido prudente y ha avisado de que equipos como PSG, Marsella o Lyon están actualmente por encima de ellos. No será una novedad ver fracasar al Mónaco esta temporada. Ya vimos fracasar al City en sus primeros años o recientemente al Anzhi, que todavía no ha ganado ningún título. El comienzo siempre es complicado. Pero para ser realistas, este Monaco tiene una plantilla que asusta.

Plantilla del AS Monaco FC 2013/2014

AS Monaco FC 4-2-3-1 football formation

* Andrés Onrubia.


– Fotos: AS Monaco




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