"Cada acto de aprendizaje consciente requiere la voluntad de sufrir una lesión en la propia autoestima". Thomas Szasz
Primera División / Fútbol / España
Si muchos consideran a Fran Escribá el entrenador de la temporada 2014-15 es porque lo que ha logrado junto a su equipo roza el milagro. El verano pasado, el Elche C. F. fichó a su último futbolista el 8 de agosto y se encontró con la cortapisa de la Liga de Fútbol Profesional (LFP) cuando creía disponer de más margen económico. Los excesos de la anterior comisión deportiva y del recientemente apartado Consejo de Administración pusieron a Víctor Orta contra la espada y la pared. El director deportivo había firmado por tres años y, hasta hoy, no ha podido realizar más fichajes para el primer equipo. La plantilla quedaba así con 20 fichas profesionales, tres de ellas ocupadas por jugadores procedentes del filial, además de graves carencias en algunas demarcaciones. Sin embargo, el equipo ha eludido el descenso de manera matemática a falta de tres jornadas, mientras que en la temporada anterior necesitó empatar ante el F. C. Barcelona en la penúltima fecha para lograrlo. A continuación, repasamos el camino del entrenador valenciano desde su llegada hasta la actualidad.
Tras ser segundo de a bordo con Quique Sánchez Flores en Getafe, Valencia y Atlético, Escribá debutó como cabeza visible en las filas de un Elche que ansiaba el retorno a la máxima categoría. Dos temporadas atrás, el Granada le propinó un duro golpe en la final del playoff de ascenso. Más de 20 años después de la última estancia en primera, la llegada a meta continuaba haciéndose esperar. Con el desembarco de Escribá se realizó una fuerte apuesta por el ascenso, fichando a jugadores punteros de la categoría como Manu Herrera y Coro, junto a otros del recién descendido a Liga Adelante Sporting de Gijón, casos de Damián Suárez y Rivera. También apuestas talentosas en las figuras de Fidel, Pelayo y Carles Gil. El joven preparador cambió por completo el modelo de juego, construyendo desde los cimientos y dañando al contragolpe y en las acciones a balón parado. El equipo apuntaló su ataque en invierno con Aarón y Ángel y vivió una temporada tranquila, instalado en el liderato y batiendo récords. Tras 24, los franjiverdes volvieron a la élite.
Durante el mercado de fichajes de la temporada la 2013-14 se apostó por varias cesiones de jugadores contrastados en Liga BBVA y por aumentar el potencial físico del grupo. Así, llegaron Botía, Rubén Pérez, Manu del Moral o Javi Márquez, junto a los exóticos Stevanovic y Boakye, más los fichajes definitivos de los cedidos Toño, Sapunaru, Lombán y Carlos Sánchez. La sensación era que había al menos tres plantillas de menor potencial. La salvación era viable, pero pronto se apreciaron grandes carencias ofensivas. La falta de pegada llevó a Escribá a jugar con dos delanteros, pero ninguno pasó de la media docena de goles. Esta decisión provocó la constante colocación de Carles Gil en el costado derecho, donde su campo de visión y cualidades técnicas encontraban menos salidas. A pesar de formar un bloque sólido y competitivo, al equipo le costó ganar partidos y perforar las redes rivales. El caboverdiano Rodrigues no solucionó este panorama a su llegada. Pero a base de saber sufrir, el objetivo se consiguió.
Con la permanencia y la renovación del director de orquesta en el bolsillo, el exsevillista Víctor Orta llegó tras una breve etapa en el Zenit de San Petersburgo. Tras la salida de muchos cedidos, el responsable en fichajes apostó por adquirir más jugadores en propiedad y más baratos. Se realizaron así operaciones arriesgadas: el polaco Tyton en la portería, el joven central chileno Enzo Roco, el box-to-box Mario Pasalic cedido por Mourinho, el mediapunta franco-marroquí Fayçal Fajr o el delantero brasileño Jonathas, que se ha destapado como la estrella del pelotón de equipos modestos. Junto a ellos, llegaron Mosquera, Adrián González y Víctor Rodríguez. Se buscaba mayor dominio con balón y se perdía algo de maña defensiva. Sucedió que lo segundo se quiso solucionar y lo primero se buscaba apuntalar, pero el tope impuesto por la LFP dejó todo a medio hacer. Con un solo lateral derecho, ningún mediocentro de contención y ningún atacante de banda izquierda, la afición sabía que albergaba la plantilla más descompensada de la categoría. Para más inri, debutó en el Camp Nou con varios jugadores sin inscribir. Los futbolistas aceptaron un aplazamiento de un 12 % de su sueldo que le será devuelta con intereses la próxima temporada y Escribá aplazó 300.000 euros de su nuevo sueldo para solucionar la insostenible situación antes del fin del periodo estival. La situación no cambió más adelante, ya que el congoleño Mudingayi se entrenó en las instalaciones tras quedarse sin equipo y el club no logró inscribirlo durante tres meses. Estos jugadores tenían que obrar la proeza y hasta los más devotos del entrenador pensaban que no podía sacarle más jugo al grupo. Tras 16 jornadas, el equipo había sumado 10 puntos. De manera comprensible y a pesar de su contrato, su continuidad peligró.
Sorprendentemente, llegó el parón navideño y se produjo un clic. El Martínez Valero se estrenó en 2015 recibiendo la visita del Villarreal. Los amarillos pronto se pusieron 0-2 en el marcador y se preveía otra tarde insufrible para los locales. Para sorpresa de todos, lograron igualar la contienda. Luego vencieron en San Mamés. Y ganaron también al Levante para afrontar la segunda mitad de temporada con otros aires. Victoria cómoda ante el Rayo y en Ipurúa, empates en Balaídos y en el Power8 espanyolista, seis puntos en casa ante Almería y Real Sociedad, otros tres ante el Córdoba a domicilio, goleada ante el Dépor que dejó la permanencia a punto de caramelo y rúbrica en La Rosaleda. Entre medias, algún tropiezo doloroso y otros asumidos ante equipos de puestos europeos contra los que Escribá apenas logra arañar puntos, hecho que compensa compitiendo muy bien ante equipos de nivel parejo. Lo que hace meses era impensable ahora es una realidad. Entre medias, rumores de descenso administrativo a Segunda B, nuevos escándalos de la directiva, movilizaciones de la afición, largos retrasos en los pagos a futbolistas y empleados, polémicas ruedas de prensa… En definitiva, un ambiente insostenible que impedía al seguidor de a pie pensar en si la pelotita entraba.
Ahora, el nuevo consejo comandado por el valenciano Juan Anguix (del que se dice que fue clave en el plan de club llevado a cabo la temporada del ascenso, tras la que se marchó tras ella) deberá hacer frente a los pagos con Hacienda y los jugadores para eludir el riesgo de descenso administrativo. El actual presidente y Tebas confían en llegar a un acuerdo que resuelva la situación. Si se supera este problema, la próxima traba estará en los fichajes. Es muy probable que el Elche tenga fuertes restricciones salariales que haga que la comisión deportiva se estruje los sesos e intente el más difícil todavía. La etapa ilicitana en su regreso a la élite está resultando extremadamente complicada, pero si Escribá está a los mandos, se mantendrá la fe.
* Óscar Ato.
– Foto: EFE
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