"Todo lo que no está creciendo está muriendo. Crecer significa aprender y transformarte cada vez en una mejor versión de ti mismo". Imanol Ibarrondo
Para valorar la actuación de Messi en el clásico no podemos obviar el que, según mi opinión, era el plan de Guardiola para este partido en concreto. Todos sabemos que el Madrid tiene el mejor contraataque del mundo. Conociendo eso, pienso que Pep quiso evitar a toda costa un partido de ida y vuelta sacrificando jugadores de llegada (Cesc) por jugadores que debían aportar más control (Thiago). Junto a Busquets, Xavi, Iniesta y un Alves más adelantado, una alineación ideada para tener el balón más que nunca.
Dos objetivos tenía el plan. Control del partido y la contra del Madrid aparte, creo que el entrenador del Barça quiso que Messi recibiera algo más cerca del área que en otros partidos. Si el plan de Guardiola hubiese funcionado y el juego de posición ejecutado idealmente, el Barça hubiese jugado 15 metros más adelante y Messi encontrado esos espacios que tanto domina más cerca del área rival. Para encontrar dichos espacios hay que mover al equipo contrario, hay que recuperar el balón más adelante. La idea que se esconde detrás del juego de posición, aplicada más que nunca en un partido ante un rival poderoso en su sistema defensivo y transiciones.
Hay días, sin embargo, en que los planes se ven truncados por circunstancias que no se pueden controlar. En este partido en concreto, la precisión y velocidad extrema en el pase tan habitual en los jugadores del Barça no fue tal. Pese a tener a todos los jugadores talentosos juntos en el centro del campo, no pudo lograr encadenar una serie de pases con asiduidad y así mover al equipo contrario de lado a lado. Condición imprescindible para se abrieran grietas en un entramado defensivo tan bien trabajado tácticamente como el del Madrid.
Conociendo que iba a preparar este artículo me fije más, si cabe, en los movimientos de Messi durante el clásico. Y no, no crean que fueron muy diferentes o peores a los que nos tiene acostumbrados. Al menos en el arranque del partido. Recuerdo uno muy significativo nada más comenzar. Un Messi solitario en el lado débil de la defensa contraria, bien posicionado, levantaba los brazos pidiendo el balón a Iniesta, que echaba en falta su habitual claridad en la conducción y el pase. Fueron unos segundos en los que el 10 pidió desesperadamente el balón que jamás le llegó por uno de los primeros errores, en mi opinión no tan forzados como nos hacen ver, del partido.
Sería tónica habitual durante el resto del match. Posesiones cortas o imprecisas. A trompicones. Jamás con claridad. El Barcelona no se ordenaba con balón ni hacía retroceder al rival. Poco a poco Messi fue desesperándose. Y cuando Messi desespera va a buscar la pelota, no espera que le llegue. Pierde un poco de paciencia, retrocede unos años, “inmadura” de golpe. Un Messi que se contagió del partido, al que vimos más apagado que de costumbre y también, como no, más impreciso.
Aún así, algo de provecho le sacó a un par de acciones. Una asistencia a Xavi recibiendo dónde debería haber recibido mucho más a menudo. Y la jugada del gol del Barça, en la que encuentra espacios alejado de la portería rival y ejecuta una de sus arrancadas típicas.
Esta vez, Messi no arregló un mal partido de sus compañeros. No olvidemos, sin embargo que sólo fue eso, un mal partido. En el peor momento quizás, pero nada más que un mal partido.
* Sergi Rojals es Futbolista. En Twitter: @eldeu
– Fotos: Helios de la Rubia (Real Madrid)
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