1.- Telmo Zarra llegaba tan justo de tiempo a los partidos de San Mamés que el Athletic siempre tenía dispuesto un jugador suplente que ya había hecho los pertinentes estiramientos, por si acaso el goleador no llegaba a tiempo. El padre de “Telmito el miedoso” era jefe de estación en Asúa y adelantaba seis minutos el reloj del andén para que el tren saliese antes de hora. Los maquinistas, que conocían el apremio, andaban a toda máquina hacia Bilbao y, llegado a la estación de Arenal, Zarra saltaba directo al trolebús animado por sus aficionados, que le gritaban: “Ay, Telmo, que siempre vas tarde”. Y así metió 251 goles.
2.- El padre de Zarra nunca le vio jugar. No se interesó ni siquiera cuando el hijo marcó el gol histórico ante Inglaterra en el Mundial de 1950. Cuando se lo contaron levantó una ceja y siguió jugando al mus, ajeno al bullicio. Telmo fue un jabato y un león, un trueno en el remate, mucho más con el pie que con la cabeza pese a los famosos pasquines que adornaron Estocolmo el día que jugó la selección española anunciando que llegaba la segunda mejor cabeza de Europa tras la de Churchill.
3.- Sesenta años más tarde, el mundo ha cambiado tanto que los episodios del tren, el reloj adelantado, el trolebús o el suplente preparado por si acaso suenan a eventos prehistóricos y, sin embargo, lo que ocurre es que proyectan y redimensionan la auténtica figura de Telmo Zarra, un delantero majestuoso que alcanzó su plusmarca a los 34 años de edad. Con siete menos ya lo ha superado Leo Messi, dando un paso más en la construcción de esa gigantesca videoteca que conforman sus goles, asistencias y demás acciones époustouflantes. Tras asesinar todos los adjetivos, Messi se ha empeñado en proseguir la cacería.
4.- No ha sido un partido fácil para el Barça, aunque los cinco goles del marcador aparenten placidez. No ha sido fácil porque el Sevilla ha sabido enturbiar a menudo la frontal de su área y encenagar las tierras que pisaban Messi y Luis Suárez. A cambio, no obstante, el equipo de Emery se ha retirado del Camp Nou con un récord negativo, al no disparar ni una sola vez a portería. Dicho de otro modo: el Sevilla ha jugado bastante bien en su campo durante una hora y pésimamente el resto del tiempo y del espacio.
5.- Los de Emery se defendían en 4-4-2, con Bacca y Denis arañando un poco la salida de balón culé, y de su propuesta han obtenido una ventaja interesante: el Barça no lograba colocar ni un solo hombre libre entre líneas. El equipo de Luis Enrique se ha plantado con Xavi marcando el ritmo desde la derecha, Busquets arrancando entre centrales y presionando arriba casi como un delantero y con Rakitic en la zona de Iniesta. En ataque, Luis Suárez ha empezado de extremo y al cuarto de hora ha permutado con Messi, en tanto Neymar en la izquierda hacía siempre el fuera-dentro y permitía que Jordi Alba fuese el jugador más libre del Barça y también el más profundo.
6.- Todo ello servía de bien poco porque el Sevilla sabía enlodar el último pase barcelonista, aquel que facilita la definición final de Messi, Suárez o Neymar. Quizás por ello el argentino se ha ido a la banda derecha, donde su rendimiento decae y el equipo sufre una regresión notable, la misma que ha padecido Rakitic la mayor parte del tiempo, clavado a la posición y sin poder liberarse en lo que de verdad se siente guapo: conduciendo y llegando desde atrás. En cualquier caso, la intención sevillista de enredar a los rivales en la frontal del área de Beto ha chocado con el primer gol de Messi, de falta, una suerte de penalti con barrera. Pese a ello, el plan de Emery se ha mantenido impertérrito: balones a Banega para una distribución decorosa y aseada, aunque sin picardía ni profundidad.
7.- Nadie estaba jugando mal, pero tampoco bien. Como Messi. De vez en cuando abandonaba la banda derecha y uno podía pensar que era por aburrimiento. Messi volvía al pie del área sevillista, por detrás de Luis Suárez, bien fajado entre Pareja y Carriço, e intentaba acelerar los movimientos del grupo, movidos al son de Xavi, académicos, pero acomodaticios. Solo Alba rompía al espacio y era quien generaba más peligro, mientras sus compañeros parecían quedar a la espera de que Messi sacara el hacha de guerra y resolviera el asunto.
8.- El inicio del segundo tiempo ha retratado nuevamente la pasividad del costado defensivo derecho del Barça, donde Xavi, Alves y Piqué, al alimón y sucesivamente, han abierto paso a Vitolo para un centro que ni Mathieu ni Bravo han rechazado y que Jordi Alba, mal perfilado para un balón de este tipo, ha convertido en gol sevillista. Un inmediato y excelente cabezazo de Neymar, adelantándose a Carriço, ha supuesto el primer tanto de la temporada logrado en remate tras saque de falta y ha evitado cualquier atisbo de nerviosismo en el Barcelona.
9.- En el Barcelona de Luis Enrique conviven dos almas y se ha apreciado a partir de ese 2-1. Mientras Xavi y Busquets tiraban por la vía académica, la de pasar y agrupar, otra parte del equipo optaba por las carreras. El Barça no tenía el dominio del juego, como si dos fuerzas opuestas tirasen de él. Por momentos agrupado, por momentos pasacalles, el partido del Barça estaba abierto a cualquier eventualidad, aunque el Sevilla no era precisamente un rival que apuntara maneras de aprovechar dicha contradicción.
10.- El gol de Rakitic, el 3-1, ha matado toda esperanza visitante y dejado en tablas el pulso interno que existe dentro del equipo de Luis Enrique, el mismo que necesita tiempo para madurar y tomar el rumbo definitivo. Con buena visión, Piqué ha abierto a la banda, Luis Suárez ha profundizado sin prisa, esperando la llegada de Rakitic para ponerle el balón en la cabeza y sentenciar el partido. Después, primero al contragolpe y más tarde en una pared en la frontal, Messi ha desarbolado la noche y al rival, ha superado a Zarra y su leyenda y ha devuelto la euforia a un Camp Nou bastante huérfano de ella.
y 11.- Algún día, Messi deberá retroceder bastantes metros y jugar en el puesto de Xavi. Pero cuanto más tarde en llegar ese día, mejor para el Barça. Hoy, balancéandose entre la euforia de una leyenda y la incertidumbre de un rumbo indefinido, incluso contradictorio, Messi puede pensar con razón que su mejor rendimiento se consigue cerca del área, cuando sus compañeros tejen las acciones precisas y necesarias para situarlo en la rampa del remate. Si el padre de Zarra adelantaba el reloj de la estación para que su hijo fuese puntual con el gol, el Barça entero quizás debería empeñarse en reconstruir el ecosistema de juego necesario para que Messi explote su mejor virtud, su cañón.
– Foto: Miguel Ruiz (FC Barcelona)
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