El mejor sigue adelante

por el 10 abril, 2014 • 16:47

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Ver jugar a este Atlético Madrid produce envidia. La comunión que transmite entre jugadores, entrenador y afición es el cimiento del éxito para que el Calderón sea una fiesta continua donde los todos los atléticos se emborrachan de fútbol. Algunos dirán que su propuesta es ruda, poco fina o incluso vulgar. ¡Cuán equivocados están! Si así fuera, sería imposible que el equipo colchonero estuviera peleando lo que está haciendo con sus recursos. Su modelo de juego es el de máxima adaptabilidad a sus virtudes, y su corazón y manejo emocional, la baza desde la que este se construye.

Simeone ha conseguido lo soñado por todo entrenador: obtener la transferencia de sus ideas al unísono a todo un club para que su equipo sea la viva imagen de su preparador. Todos creen en él, todos van a una y el colectivo está por encima de cualquier individualidad. Este Atlético de Madrid es un equipo con mayúsculas al que le tienes que ganar porque casi nunca regala nada. La victoria es el combustible para la creencia en que no son inferiores a nadie y que pueden mirar a la cara y con orgullo a cualquiera para mostrarle, incluso, que son superiores. Porque el Atleti actual sigue demostrando que es uno de los mejores equipos de Europa.

Su superioridad frente a todo un F. C. Barcelona ha quedado manifiesta en la eliminatoria de cuartos de final de Champions, con una mayor nitidez en el partido de vuelta. El Cholo ha conseguido adaptar el guion de este choque a las mejores condiciones posibles para su equipo, dejando a los culés sin respuesta ante la propuesta que les planteó. El manejo de las situaciones que demanda cada altura del juego es la mejor imagen que transmite el Atlético de Madrid, capaz de robar arriba cuando así lo pretende y de cerrar muy abajo todas las vías de llegada a su portería, no permitiendo al rival que le haga siquiera un mísero contragolpe.

La puesta en escena fue demoledora, hasta tal punto de desestabilizar por completo al Barça y dejarlo al borde del colapso. La mala fortuna en la definición en los primeros quince minutos nos permitió ver un partido más emocionante que lo que indicaba el marcador. Fútbol intenso, ejecutado a máxima velocidad, con precisión, entusiasmo y calidad. Con esas bazas saltó el Atlético al Calderón buscando golpear primero en el encuentro.

Las ideas eran muy claras en los de Simeone. La presión adelantada y agresiva sobre la salida del juego culé hacía estragos, obligando al pelotazo a los barcelonistas o llevándoles a sufrir varias pérdidas de balón que casi les sacan del partido antes de lo esperado. A partir de ahí, la búsqueda de Pinto era fulgurante. Si la recuperación no era posible, las otras alternativas eran ejecutadas de manera precisa. El juego directo sobre Raúl García para ganar profundidad con su prolongación y atacar la espalda de Alves se convertían en los aspectos tácticos que terminaban por refrendar una superioridad atlética total en el primer cuarto de hora.

Los colchoneros eran muy superiores porque conseguían que el partido se disputara en el campo del Barça, y son pocos los equipos en el mundo que puedan llevar a efecto esta premisa. Durante casi quince minutos, el Atlético desnudó por completo a su rival a base de trabajo intenso y precisión táctica, con un plan de guerra de guerillas donde los rojiblancos siempre fueron superiores a sus pares.

Pasado ese arreón inicial, volvimos a ver lo esperado. El Atlético decidió cerrar filas, bajar sus líneas y no permitir espacios interiores en las cercanías de Courtois, inhabilitando por completo a uno de los peores Messi que se recuerdan en mucho tiempo. Y volvió a dejarnos un ejercicio de majestuosidad defensiva ante un equipo vulgar, otra vez contra ellos, como lo fue el Barça para progresar en ataque estático. Martino probaba diferentes configuraciones en su ataque, con Messi en la derecha y Cesc en el centro, cambiando la disposición de ambos o juntando a los dos en zonas centrales. Pero todas nos dejaban un ejercicio de impotencia total para llegar a la portería colchonera solo a través de la opción del centro al área por parte de Daniel Alves.

Pese a todo, tuvo sus opciones el Barça en sendos remates de cabeza por parte de Messi en la primera parte y Neymar en la segunda. Pero la Champions no quiso ofrecer su crueldad habitual esta vez y premió los méritos del equipo merecedor de ellos, mientras que menospreció a un Barcelona sin respuestas salvo en aquellos momentos en los que Cesc se movía por el flanco izquierdo.

Martino ha creado un Barça que encuentra más poderío ofensivo cuando vuelca el juego a las bandas, pero no ha terminado de concretar un equipo que sea lo suficientemente productivo por fuera ante equipos como el Atlético de Madrid, que se desenvuelve como pez en el agua en el repliegue intensivo. Su debe aquí es importante porque desdeña un principio básico ante el asalto de fortalezas defensivas de máximo nivel: la creación de una zona de superioridades numéricas desde las que encontrar una fisura para dañar el fortín rival y derribarlo.

Incluso en este partido de vuelta vimos un Barcelona menos amplio que el habitual durante gran parte del partido, y no solo por la ausencia en el once inicial de los teóricos jugadores que pueden producir más amplitud y profundidad por las bandas –Pedro y Alexis–, sino por la presencia de Cesc en un rol bastante indefinido, que nos volvió a dejar gran parte del partido fríos ante su juego.

Sin embargo, fue Fabregas la única pequeña llave que pudo abrir la cerrada defensa colchonera con su presencia en la banda izquierda. Con Iniesta lejos del pico del área y vigilado por Raúl García para evitar sus progresiones en conducción, Neymar cerrado por Juanfran –más las ayudas del incombustible Gabi– y el juego de laterales sin profundidad permanente habitual en las propuestas de Martino, fue Cesc quien creó esa superioridad en la zona izquierda de ataque blaugrana con sus movimientos entre líneas o en amplitud tan indetectables cuando es el elemento que origina la superioridad numérica.

Aquella duró poco y Fabregas terminó volviendo a su disposición centro-derecha antes de ser sustituido. Pero fue lo suficientemente esclarecedor para pensar que Martino no tiene un plan maestro desarrollado para afrontar este tipo de situaciones y que la dependencia de la calidad individual es demasiado pronunciada en el equipo culé.

En resumen, el Tata no ha creado un equipo con variantes tácticas o movimientos estratégicos lo suficientemente potentes para que sus futbolistas más desequilibrantes puedan brillar en las mejores condiciones, sino que estos sacan de la chistera y de su enorme talento jugadas que pueden desequilibrar partidos. Mientras, Simeone ha conseguido todo lo contrario, ha creado un modelo de juego en el que sus chicos se identifican de manera natural y son capaces de sacar lo mejor de sí en casi cualquier situación, haciendo que el bloque sea el activo que gana los encuentros.

De ahí que sea el Atlético el que está en semifinales de la Champions y el Barça haya sido eliminado, por segundo año consecutivo, de manera justa y merecida.

ANEXO: EL JUEGO DE BANDAS DEL BARÇA

Sabedor Martino de que Simeone le iba a plantear un partido donde las zonas centrales iban a estar pobladas al máximo, y siguiendo su tónica habitual esta temporada, el juego del Barça iba a estar definido por la producción ofensiva de sus costados laterales. Para ello pudimos ver un equipo donde la amplitud era básica, algo normal, pero al que faltó profundidad durante gran parte del partido.

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El problema de profundidad en el Barcelona estuvo marcado por la escasa movilidad de los jugadores de banda, de forma que las recepciones eran siempre al pie y no se veía ningún desmarque en profundidad. El estatismo culé y la buena basculación atlética hacían que la progresión del juego ofensivo barcelonista fuera nula.

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Los mejores momentos del Barça vienen como consecuencia de un movimiento táctico que Martino aplica en el descanso. A raíz de este, Cesc pasa a jugar en la banda izquierda y el equipo culé busca encontrar superioridad numérica en esa zona con la presencia del exjugador del Arsenal actuando entre líneas o abierto en la banda como extremo. El Barça tiene la oportunidad de aprovechar un dos contra uno frente a Juanfran, ya que Raúl García trabaja principalmente en tapar las recepciones de Iniesta

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Los movimientos de arrastre de Neymar o de Cesc hacia zonas interiores permiten al otro tener una recepción libre en la banda para poder atacar el área atlética. Sin embargo, este aspecto no fue excesivamente potenciado por los blaugrana y la ventaja táctica que suponía el cambio de posición de Fábregas creó más incertidumbre en el Atlético que resultado.

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Parece extraño que, una vez encontrado un foco de acción desde el que poder voltear el partido, Martino volviera a desplazar a Cesc a posiciones de centro-derecha. Ahí su producción no fue positiva y terminó cambiado. El problema derivado de dejar a Alves sin ayuda fue que el Atlético pudo encontrar salida al contragolpe y de ahí puede ser que se produjera la vuelta de Fábregas a su rol inicial.

Quizás se deba exigir a Martino capacidad para crear más situaciones como esta y para no verse tan influido, y más en situaciones de desventaja en el marcador, por primar los conceptos defensivos en las decisiones que toma. Sí que podemos decir que al Tata le falta una pizca de atrevimiento en momentos puntuales en los cuales hay que decidir dónde cubre la manta. Y eso le ha pasado factura al Barça en esta eliminatoria y en otros partidos importantes.

* Miguel Canales es creador del blog ‘Táctica Barça’.

– Foto: Ángel Gutiérrez (Atlético de Madrid)




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