Para hablar y comprender al Yaya Touré actual habría que remontarse a julio de 2010, fecha en la que se anuncia el fichaje del marfileño por el Manchester City, incipiente y poderoso proyecto establecido en el dinero. A pesar de la suculenta oferta que le hicieron los ayudantes del jeque, no fueron los billetes los culpables de su decisión, sino el hecho de haber pasado a un segundo plano en el Barcelona de Guardiola. La tremenda irrupción de Sergio Busquets en el medio y la negativa del propio Touré a ser carne de banquillo le hicieron desprenderse de su sueño.
“Algún día volveré al Barça. El mañana está en manos de Dios, y seguro que regresaré a ese club. Irme fue la decisión más difícil de mi vida, porque me sentía muy a gusto. Faltó comunicación y confianza, algo más de diálogo y aquí me garantizaban minutos. Pero siempre le he deseado lo mejor al Barcelona”.
Fue algo más que un punto y aparte. Pasó a liderar un macroproyecto tanto a nivel deportivo como económico y su figura se tornó en trascendental en el devenir del Manchester City y de su entrenador, Roberto Mancini. La relación y el vínculo entre el italiano y el mediocentro fue especial. “Es uno de los jugadores más importantes del equipo, pero no se siente respetado por el club. Solo Mancini le respeta”, decía su agente, Dimitri Seluk, en marzo de 2013 en un intento por incrementar la ficha de Yaya Touré.
Cuando llegó Touré en 2010, su hermano ya había llegado una temporada antes y algo parecía estar cambiando en el Etihad. La inversión era la más fuerte de todas las realizadas: un total de 160,4 millones de euros. El desglose:
La etapa de Roberto Mancini está marcada por la presencia del propio Yaya Touré. El Manchester City del italiano, si por algo se caracterizaba, era por la tremenda incidencia en el juego del marfileño. No fue hasta la siguiente temporada cuando cambió la jerarquía: se fichó a Agüero, llegando así el jugador más determinante del equipo. Pese a reforzar la delantera y traer a Nasri, el juego seguía siendo rácano y el City ganaba partidos por inercia y con la misma dinámica: si el partido se complicaba, Touré de mediapunta. Y lo consiguió con un porcentaje muy alto. Simple, pero efectivo.
Salir de un club como el Barcelona después de haber ganado el triplete (más las dos Supercopas, el Mundial de Clubes y la liga) en una temporada nunca debió de ser fácil. Más aún cuando la voluntad fue propia. Pero si algo positivo existió para Yaya Touré en su salida de la Ciudad Condal es que ha conseguido ser mejor jugador. La Premier League le ha terminado de transformar en un centrocampista total, más que un simple box to box con el físico suficiente para abarcar desde la media luna de su propia área hasta la portería rival. Para bloquear un disparo en su frontal y acabar marcando gol.
Yaya Touré siempre tiene sus quince minutos de absoluto protagonismo en cada partido donde su físico se impone, su zancada se alarga y el espectador atiende atónito a un partido de veintiún juveniles y un jugador de élite. Es el mejor mediocentro posible en el contexto Premier y ahora mismo está en su mejor nivel. Ya en el Barcelona arrasaba. El gol ante el Athletic en la final de Copa del Rey refleja a la perfección lo mencionado antes.
El chileno llegó al Etihad con una consigna: el público se lo iba a pasar bien. No se equivocó: en doce partidos en su feudo ha ganado los 36 puntos posibles encajando tan solo 6 goles y anotando 49. Como cualquier proyecto a medio-largo plazo, siempre existen ciertas lagunas en el primer año. En el caso del City sus asignaturas pendientes son los partidos como visitante, la defensa y el espacio por detrás de los dos pivotes. Es ahí donde la pareja de Touré influye: Fernandinho llegó para complementar y, a pesar de por perfil no ser el idóneo, ha rendido mucho y bien. El problema reside en el momento en el que Touré se desata y Fernandinho se queda como pivote único. Ante una posible pérdida y con dos laterales largos como acostumbra el Manchester City, un equipo poderoso en ataque hace estragos. No es tanto Fernandinho un hombre de robo como de balón. La solución puede estar en adelantar a Yayá Touré a la mediapunta, pero transformar un recurso desesperado de Mancini en una tónica habitual de un proyecto aparentemente superior no parece la mejor idea. Porque cuantos menos metros tenga por delante, menos campo va a poder arrasar (10 goles en esta Premier, siendo el mediocentro con más goles en la historia del City en una temporada). Por ahora estamos viendo cómo el germen de la idea de Pellegrini brota a partir de su doble pivote. ¿Continuará con éxito?
* Carlos Jiménez Barragán es periodista.
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