El manejo de los espacios

por el 30 abril, 2014 • 17:29

El Real Madrid vuelve a estar en una final de Champions League tras tres año quedándose a las puertas de la misma. Pero más allá de lo que supone pelear por la competición más importante del mundo a nivel de clubes, el enfrentamiento en el Allianz Arena impacta por el modo por el cual lo ha conseguido. Ancelotti ha ido modelando durante todo el curso futbolístico a su equipo hasta convertirlo en un conjunto muy determinado, paciente pero insultantemente voraz y a la vez con una mentalidad extraordinaria.

Su puesta de largo ante el Bayern fue una auténtica demostración de suficiencia de las que se quedan grabadas en la historia de la competición más mística del mundo. El 0-4 final como visitante que endosó el Real Madrid a los chicos de Guardiola nos ha demostrado la realidad actual de ambos conjuntos. Quizá la diferencia entre ambos no sea tan abismal, pero sí existe un salto de calidad global entre los dos equipos en el momento actual que quedó reflejado no solo en el marcador, sino en el desarrollo mismo del partido.

La gran divergencia entre ambos conjuntos ha estribado en que los madridistas estaban más concienciados de su superioridad que los bávaros de la suya. Y se ha apoyado en la creencia de que el trabajo que iban a desarrollar en la eliminatoria era el más adecuado para hacerse con la victoria. El Bayern ha defraudado por verse alejado de los patrones más reconocibles del guardiolismo y ser un equipo más de bandas que de posesión y juego interior, y por no haber sido capaz de imponer el control del partido que Guardiola siempre trata de implantar en el fútbol de sus equipos.

El Real Madrid hizo añicos a un Bayern desestructurado en su transición defensiva y sin el desborde necesario en el juego posicional para obtener profundidad en su ataque. Pero hay que decir que todo esto es mérito absoluto de Ancelotti y sus jugadores, que han sido los que han llevado a que los muniqueses no hayan estado a la altura esperada. Casi todo el mundo daba como favorito al Bayern en esta eliminatoria, y la victoria blanca ha sido aplastante, deshaciendo todos los presagios iniciales.

Sin lugar a dudas, Ancelotti es el alumno más destacado de todos aquellos que convivieron con Sacchi, y así nos lo ha mostrado en una carrera como entrenador de máxima élite en los últimos quince años, donde la Champions siempre ha sido una fijación permanente en el técnico italiano. Carletto se hizo al fútbol bajo los cánones que marcaba en aquella época el ideólogo más influyente en el mundo del fútbol. De él aprendió los conceptos del manejo de los espacios, el achique y la defensa del juego en función de la altura del balón.

Y ahí es donde estuvo la clave del encuentro. En la enorme capacidad mostrada por el Real Madrid para manejar los espacios y tomar la actitud defensiva más adecuada en función de la posición de la pelota. Esto sorprendió a un Guardiola que tenía en mente un partido donde debería golpear al conjunto blanco de cara a remontar la desventaja inicial. De salida, el Bayern estaba estructurado para jugar en el último tercio del campo y atacar a un equipo hundido en su área que buscara solo un ejercicio de supervivencia. La presencia de Müller, Mandzukic, Robben, Ribéry, Kroos, Schweinsteiger y Lahm –como lateral– suponía la utilización de toda la artillería ofensiva más directa sobre el marco rival.

Pero Ancelotti respondió a este planteamiento negando la mayor y no permitiendo que el Bayern hundiera a su equipo en las cercanías de Casillas. Desde una defensa no excesivamente agresiva entorno a la pelota el Real Madrid saltaba al campo buscando posicionarse en campo contrario y manejando como arma defensiva el cierre de las líneas de pase. Se hacía largo el conjunto merengue, pero obligaba a los pupilos de Guardiola a tener que buscar una salida de juego no demasiado elaborada. De ahí se derivaba un repliegue, si no existía el robo, mucho más compacto, que terminaba en un embudo absoluto para el Bayern cuanto más se acercaba a las cercanías de Casillas.

El Real Madrid iba cerrando más y más los espacios cuanto más adelantado se posicionaba el Bayern. Pero la obsesión por llegar por parte de los chicos de Guardiola los dejaba sin la paciencia necesaria para obligar a que las basculaciones blancas tuvieran fisuras. Vimos un equipo bávaro menos compacto y cercano de lo esperado y demasiado impaciente en conseguir la profundidad. Los defensores blancos estaban siempre prestos a no conceder centros al área de manera limpia y negaban la profundidad en la mayoría de las ocasiones para que estos envíos laterales no fueran peligrosos. Dentro del área, nuevamente Ramos y Pepe ejercían una tiranía no tan esperable como la que pudimos observar.

El 4-4-2 de Ancelotti se mostraba muy compacto defensivamente con un achique en bandas que no permitía que los cuchillos exteriores del Bayern hicieran daño. Y una vez recuperado el balón, la presencia de Bale, Di María y Modric aseguraba salir de la primera tentativa de presión bávara. Rota esta con la capacidad de desborde de los citados jugadores, Cristiano Ronaldo y Benzema esperaban abiertos para recibir en la espalda de unos laterales muniqueses adelantados.

El Real Madrid no sufría y contragopeaba con solvencia ante un Bayern que no conseguía jugar lo suficientemente junto para que su transición defensiva no se mostrara tan deficiente como ya había ocurrido en otros –y quizá demasiados– encuentros de esta temporada.

La otra gran clave del partido estuvo en el juego aéreo, donde el equipo español se mostró superior en ambas áreas. La defensa zonal que estableció Guardiola hizo aguas en dos ocasiones ante la ausencia de vigilancia a Sergio Ramos, el segundo cabeceador más importante del Real Madrid. El defensa aprovechó la atención que atraía Cristiano Ronaldo para encontrar dos remates francos e inapelables para Neuer, ante un despliegue zonal bávaro deficiente que le dejaba solo para marcar. En área propia tampoco sufrió el conjunto blanco, en gran medida por lo comentado anteriormente: el enorme trabajo de despliegue en el achique lateral del equipo. Pero a la vez se encontró a un Pepe colosal en la defensa de los centros al área. Casillas casi fue un espectador ante su mayor defecto, los balones colgados.

El desenlace de la eliminatoria nos deja un Real Madrid que llega a la final como favorito después de lo observado en estas semifinales. Y un Bayern en el que Guardiola no ha conseguido o no ha terminado de imponer todas sus ideas futbolísticas. Quizás a su equipo le falte todavía un poco de tiempo para asemejarse más a lo que todos esperábamos que fuera el Bayern en una grandísima cita como la que le enfrentó al Real Madrid.

* Miguel Canales es creador del blog ‘Táctica Barça’.




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