El Liverpool muere en la orilla

por el 27 diciembre, 2013 • 9:30

city

Siguen con problemas de ajuste entre líneas, trasmitiendo sensación de fragilidad defensiva a cada pérdida de balón, pero su pegada arriba continúa siendo mortal. No está el Kun, pero la receta es la misma. Los seis de arriba del Manchester City son un martillo pilón incansable que sale convencido –le sobran los motivos– de que golpeará más veces que el rival, y le importa poco quien esté enfrente. Solo en Stamford Bridge vimos a un Pellegrini más prudente de inicio, metiendo a Javi García en la medular para protegerse con un trivote en la fase defensiva. Ayer el dibujo de Pellegrini fue similar, pero las piezas y el plan colectivo eran muy distintos. El chileno volvía al 4-2-3-1, sin alterar el dúo Fernandinho-Touré, con Navas pegado a la derecha, Nasri a pierna cambiada buscando mezclar con Silva en la mediapunta y Negredo como punta de lanza. La única variación del once del Liverpool –Sturridge, Gerrard y José Enrique siguen lesionados– respecto al partido del sábado ante el Cardiff fue la entrada de Cissokho por Flanagan en el lateral izquierdo. Con la presencia del francés, Rodgers ganaba profundidad en ataque, pero quedaba expuesto a que Pellegrini, conocedor de las limitaciones defensivas de Cissokho, volcara su ataque en la banda derecha, donde Zabaleta y Navas podrían forzar un continuo dos contra uno en el que el exjugador del Valencia tuviera las de perder. Y así fue. El Manchester City salió enchufado desde el primer minuto con el objetivo de hacer sangre en el flanco derecho. Zabaleta y Navas se doblaban constantemente y las ayudas que recibían de Silva generaban superioridades continuas ante Cissokho, que a pesar de las estériles ayudas de Sakho se vio desbordado. En la banda contraria, la tendencia de Nasri a trazar diagonales hacia el centro dejaba el espacio limpio a Kolarov, que conseguía apurar hasta la línea de fondo una y otra vez en busca de colgar balones a la cabeza de Negredo. En una de estas el delantero vallecano se quedó corto a la hora de atacar el primer palo y fue Navas el que, de manera forzada, cabeceó al poste derecho del arco de Mignolet. La oleada ofensiva del City se traducía en el primer susto serio para los reds, que tardarían un cuarto de hora en sacudirse esta presión, que les estaba obligando a un repliegue demasiado bajo.

EL SHOW DE SUÁREZ

La reacción del Liverpool coincidió con el inicio del show de Luis Suárez, que dio cinco asistencias clamorosas, aunque solo una acabaría en gol. La distancia entre la defensa y el doble pivote del City no conseguía ajustarse a pesar del buen trabajo de Fernandinho y Touré en la recuperación, y ese espacio lo aprovechaba Luis Suárez para recibir, disponer y sacar a Kompany de sitio. En el minuto 18, un balón del uruguayo a la espalda de la defensa citizen habilitó a Sterling, que rompió al hueco para plantarse solo ante Hart. El asistente desbarató la jugada incomprensiblemente señalando un fuera de juego inexistente que sería preludio del primer gol. Coutinho y Henderson –soberbio todo el partido– combinaron de primeras en la zona de tres cuartos en lo que era el inicio de una jugada colectiva genial; el interior inglés buscó a Suárez en la frontal, que con un toque de fantasía dejó de nuevo solo a Sterling. Este dribló a Hart, y Coutinho, que pasaba por allí, empujó el balón a placer y adelantó a los de Rodgers.

Las ideas de Brendan Rodgers están calando hondo en este Liverpool, a pesar de que el sobrenatural estado de forma de Suárez lo esté eclipsando. Bestia parda al margen, el Liverpool empieza a dar muestras de estar tocado por la mano de un gran entrenador. El equipo trenza jugadas de mucho nivel en campo rival, Henderson ha crecido como interior hasta convertirse en insustituible, el tridente Coutinho-Suárez-Sterling hace que la baja de Sturridge sea menos trágica de lo que parecía en un primer momento y ese margen de mejora que se adivinaba hace unos meses va cumpliendo los pasos hacia el afianzamiento de un equipo compacto que consiga llegar al tramo final de la competición con opciones de levantar el título.

El partido continuó vivo y el City volvió a tirar de balón parado para equilibrarlo. Pellegrini ha encontrado en estas acciones un complemento perfecto al potencial ofensivo de su equipo a la hora de desnivelar partidos –lance donde, por cierto, puede sufrir en exceso el Barça en la eliminatoria de octavos de final de la Champions que les enfrentará en febrero–. Por tercer encuentro consecutivo el laboratorio del Ingeniero desatascaba un marcador apretado. Y como hiciera Agüero frente al Arsenal y Kompany frente al Fulham, de nuevo el central belga se anticipaba a Skrtel y cabeceaba a la red un córner botado por Silva. El último cuarto de hora del primer tiempo fue un precioso duelo de golpes del que el City acabaría saliendo victorioso.

Hart desbarataba primero un disparo a bocajarro de Coutinho tras una nueva asistencia de Suárez, que estaba teniendo menos premio del que merecía el partidazo que estaba firmando y que veía cómo sus compañeros marraban ocasiones que en sus botas hubieran provocado seguro una brecha seria en el marcador. En el alargue el Liverpool empujó, adelantó las líneas y el City lo castigó. Silva robó el balón cerca de su área y le sobraron cinco pases y diez segundos a los locales para armar un contragolpe de vértigo conducido por Navas, que encontró línea de pase con Negredo y este definió con el exterior doblándole la mano a un Mignolet que pudo hacer más. Lo de Negredo hay que empezar a decirlo más alto, porque el protagonismo que ha adquirido este futbolista en todos los partidos de prestigio alcanza una dimensión que va más allá de la de un buen delantero. No ha acabado el año y le ha marcado a Arsenal, Everton, Tottenham, Bayern y Liverpool, además de resultar clave en la goleada ante el Manchester United (4-1) con dos asistencias decisivas.

EL LIVERPOOL PERDONÓ Y EL CITY ECHÓ EL CERROJO

Tras el descanso, el Liverpool mantuvo el dominio provisional durante diez minutos, hasta que el ritmo de juego bajó, las imprecisiones se multiplicaron y el City pasó a priorizar el control del partido sobre la agitación constante de la que tanto partido saca. Coincidiendo con la entrada de Moses por Coutinho, el Liverpool se reactivó, volvió a asomarse al área de Hart con un par de remates de Johnson y Henderson y dispuso de la ocasión que pudo cambiar el rumbo del encuentro. El juego de Suárez es colosal al punto de generar fútbol en cada parte del campo que pisa. Asistió indistintamente desde la mediapunta y desde las bandas, desbordó en todo el campo, se llevó a Kompany primero y a Lescott –sustituía al lesionado Demichelis– después a donde le interesó en cada momento, armó los contrgolpes y atacó la zona de remate las pocas veces que no era él quien daba el último pase. Pasado el ecuador de la segunda parte, el delantero uruguayo lanzó un contraataque desde la izquierda, para acabar regalando en forma de centro medido el enésimo gol a Sterling, que desde dentro del área y con todo a favor mandó al limbo la ocasión más clara de la que dispondrían hasta el final del partido.

Con 2-1 y el City replegado, el Liverpool sufría a la hora de sacar el balón cada vez que el rival subía la línea de presión; ni la fluidez ni el físico eran los mismos, y el partido acabaría muriendo en un centro del campo donde Touré sigue acaparando un espacio impensable para cualquier otro jugador del planeta. Pellegrini sacó a Milner por Nasri dotando al equipo de más implicación defensiva y terminó metiendo a Javi García para acabar de amarrar tres puntos de oro ante un rival directo, por lo menos hasta que se demuestre lo contrario.

El Manchester City continúa con su racha triunfal en el Etihad Stadium y queda a un punto del liderato que recupera el Arsenal, mientras que el Liverpool se fue con la sensación de que mereció más, de que continúa avanzando en la senda marcada y de que con la Premier en un pañuelo y con todos los equipos compartiendo fisuras –cada uno las suyas– sus opciones de hacer algo grande esta temporada no son tan descabelladas como parecían serlo en verano.

* Alberto Egea.

– Foto: PA




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