El Liverpool ha vuelto. O eso parece. Al menos es lo que dicen los que saben de esto. Pero, ¿adónde ha vuelto exactamente? Si tenemos en cuenta la clasificación, podríamos decir que ha vuelto al lugar en el que estaba hace veintitrés años. Líderes en la liga. No es poco. Ahora bien, si atendemos al juego, la cosa cambia. Habría que decir entonces que el Liverpool ha vuelto, sí, pero a los años de después de la guerra, ese periodo de mediocridad que precedió la llegada de Shankly. Al menos así lo entiendo yo, visto lo visto en algunos de los partidos que hasta la fecha han jugado los de Brendan Rodgers.
Evidentemente, aquí cada uno es libre de elegir. El mencionado Rodgers ya dejó claro, después de su pírrica victoria en Villa Park, que le importaba poco ganar por uno que por cinco. Era la segunda fecha del campeonato. Yo tuve la suerte (o la desgracia, según se mire) de estar presente en el estadio aquella tarde. Y también de asistir a la rueda de prensa posterior al encuentro en la que el técnico hizo semejante declaración de intenciones. Un tanto desconcertado por lo que acababa de escuchar, pensé que ganar con lo justo no es algo que tenga que ver mucho con la filosofía futbolística de Anfield. O al menos con la filosofía futbolística que había en Anfield cuando se ganaban ligas.
Siempre he tenido la sensación de que Brendan Rodgers pone demasiado empeño en querer ser una especie de Bill Shankly del siglo XXI. Él sabrá. Pero eso sí, lo de firmar el uno a cero no se puede decir que sea muy de Shankly. Y debería tener cuidado con estos detalles porque lo mismo el resultadísmo no le alcanza, dirigiendo como dirige a un equipo grande. Que alguno todavía se acuerda de lo que le pasó a Dave Sexton por no entender lo que significa un banquillo de estas características.
Para los no iniciados, hay que decir que Dave Sexton fue un entrenador del Manchester United de finales de los setenta y principios de los ochenta conocido por sus cautelosos planteamientos. Pese a que el tipo firmó un subcampeonato en los años estelares del Liverpool de Paisley y perdió dignamente una final de copa frente al Arsenal, su racanería le llevó a ser despedido al final de su cuarta temporada. En las oficinas de Old Trafford justificaron la decisión de la siguiente manera:
«Pese a los resultados, el juego del equipo no ha cumplido con las expectativas de entretenimiento que se esperan del fútbol practicado por este club. Esto se ha visto reflejado en los cientos de cartas recibidas de parte de aficionados de todo el país en las que manifestaban su descontento, y también en la caída en el número de espectadores en nuestro estadio».
Veo poco probable que hoy en día pueda explicarse la salida de un entrenador en función del malestar de una hinchada. Sin embargo, analizar más allá de las estadísticas me sigue resultando un ejercicio imprescindible para entender en su totalidad la trayectoria de un equipo. Por eso, aunque reconozco que el Liverpool ha vuelto, todavía no lo ha hecho al lugar que le corresponde. Supongo que eso pasará el día en el que no nos valga sacar tres puntos con lo mínimo. Esperemos que para entonces Brendan Rodgers siga aspirando a ser el Bill Shankly moderno en lugar de haberse convertido en el Dave Sexton de Liverpool. Por suerte para él, Suárez y Sturridge apuntan maneras para que esto último no ocurra.
* Juan Morán.
– Foto: Daily Mail
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