Lo que voy a decir ahora puede parecer algo utópico, pero es la sensación que puede haber percibido el aficionado del Liverpool tras vapulear por un contundente 5-1 al Arsenal. El mejor Liverpool de este siglo posiblemente sea el que se vio con Rafa Benítez, aquel equipo que ganó la Champions League en 2005 y que se caracterizó por salir a morder al rival y destrozarlo hasta que el propio equipo rival se desquiciara sin capacidad de reacción. El Liverpool de Rodgers quizás sea un equipo con menos nombre que aquel, pero la idea es la misma. Tiene a una bestia llamada Luis Suárez que convierte todo lo que toca en peligro y a un mago en el centro del campo como Coutinho que juega con los mediocentros rivales como si fuera un abusón en el patio de un colegio. El Arsenal es todo lo contrario. Wenger ha hecho un milagro al colocar a la quinta plantilla de la Premier League en lo más alto de la clasificación, pero todavía le sigue faltando competir. No ha ganado ni en Nápoles, ni en Manchester (ante United y City) ni ahora en Anfield, y eso que sigue estando líder, aunque por poco tiempo, ya que el equipo de la capital inglesa tiene un mes de febrero que da miedo. El 5-1 reflejó lo que se vio durante los noventa minutos.
El Liverpool se llevó el partido porque tuvo una actitud ganadora desde el minuto uno. Rodgers tuvo que alinear una defensa un tanto extraña debido a la baja de Sakho, que parecía crucial. Flannagan fue la sorpresa en el costado derecho, mientras que Coutinho continuó colocándose junto a Henderson en el centro del campo para dar libertad a Suárez y Sturridge en ataque. Esa libertad se evidenció en la primera jugada del partido. Robo del Liverpool, balón a la espalda de Mertesacker y falta provocada por el uruguayo traducida en gol de Skrtel. Fue el primer aviso del mediodía.
El Liverpool no paró de presionar en los primeros cinco minutos a Arteta y Wilshere con el objetivo de que el Arsenal se viera obligado a jugar en las bandas para provocar el fallo. Así llegaron varias llegadas de Sterling. El problema de los minutos iniciales fue que el Arsenal encontró a Özil en la banda derecha, y así llegó la ocasión más clara para los visitantes en la primera mitad. Error de Henderson en el marcaje a Wilshere y pase profundo del mediocentro para Monreal que Skrtel sacó en la línea de gol. El defensa eslovaco vivió los quince minutos más gloriosos de su carrera deportiva. Marcó el segundo gol, también a balón parado, y se erigió como uno de los mejores defensas de la Premier League.
El show del Liverpool continuó durante los primeros veinte minutos. Al 2-0 de Skrtel le precedió un remate seco de Suárez al poste que Touré falló después en el rechazo a portería vacía. La abrumadora presión de los reds provocó que el Arsenal no tuviera respiro a la hora de sacar el balón. Coutinho, Sterling y Suárez atacaban al sector derecho mientras que Sturridge, Henderson y Flanagan se comían en la izquierda a Sagna, que nunca tenía el apoyo necesario de Özil en la banda. El 3-0 llegó de un robo en la derecha tras el que Suárez sirvió una pelota perfecta para que Sterling rematara solo en el segundo palo. Sterling y Sturridge se comieron a Sagna y Gibbs porque estos nunca tuvieron apoyos de los extremos en las bandas. Así llegó el 4-0. Enésimo robo del Liverpool y pase en profundidad de Coutinho a Sturridge, quien lo aprovechó con un remate imparable para Szczesny. El Liverpool había aniquilado al líder de la Premier en veinte minutos. Pero aún hubo más en el primer tiempo. Coutinho siguió encima de Wilshere y Henderson presionó a lo bestia a Arteta para evitar una salida limpia de balón del Arsenal. En transición ofensiva, Gerrard se colocó a la altura de los centrales para que Flannagan y Cissokho generaran superioridad en las bandas. Ante la falta de recursos del Arsenal, el Liverpool tuvo ocasiones para haber dejado el partido al descanso con un marcador más abultado aún.
En la segunda parte el equipo de Rodgers se dedicó más que a atacar a aguantar el resultado. Gerrard continuó cerca de los centrales para beneficiar la salida de balón, mientras que Coutinho siguió a lo suyo. Cada vez que aparecía el brasileño era para descongestionar el ataque con continuos cambios de orientación a la espalda de los laterales del equipo rival, que seguían sin ayudas de los extremos. Sterling le cogió por enésima vez la espalda a Mertesacker en una recepción de pase largo y el extremo inglés batió a Szczesny. 5-0. A partir de ahí, era evidente que el Arsenal iba a intentar maquillar el resultado. Dio entrada a Rosicky y a Podolski y obligó a los de Rodgers a replegar mucho más. El penalti de Gerrard solo fue un espejismo. El Liverpool se comió al Arsenal, que nunca tuvo capacidad de reacción ante la oleada roja. Es evidente que el Liverpool no va a estar así toda la temporada, pero si saliese así como ha salido ante Arsenal y Everton, su candidatura al título sería una realidad.
Tras el partido ante el Liverpool, el Arsenal tiene tres partidos decisivos para el devenir de la temporada. Se enfrenta al Manchester en la liga, al Liverpool en la FA Cup y ante el Bayern la ida de los octavos de final de la Champions League. Wenger tuvo que alinear a Cazorla ante la baja de Ramsey y juntó a Wilshere y Arteta en el centro del campo para que Özil tuviera libertad en la banda derecha para generar peligro.
Pero a Wenger se le estropeó todo desde el minuto uno. Skrtel dejó en evidencia a Koscielny con dos goles a balón parado y Özil seguía en su mundo, desaparecido junto a Giroud. Lo del alemán comienza a ser deseperante. Cuarentaicinco millones costó y todavía no ha aparecido en ningún partido decisivo esta temporada. Su extrema irregularidad es una mala noticia para un equipo que aspira a ganar la Premier League. La alta presión del Liverpool y los numerosos problemas de Koscielny y Mertesacker para cubrir a Sturridge y Suárez (faltó de Flamini para liberar a un central en la marca) provocaron que el Liverpool encontrara a la contra un espacio muy amplio para que Suárez asistiera a Sterling en el 3-0. Pero no todo había acabado: otro error de marca entre Koscielny y Mertesacker y un espectacular pase de Coutinho supuso el 4-0, que dejaba al Arsenal muy tocado en el minuto 20.
Pese a los zarpazos iniciales, el Arsenal continuó empanado durante toda la primera mitad. No había intensidad, ni profundidad, ni ayudas defensivas, ni coberturas, nada. Todo porque no estaba Flamini, al que el equipo de Wenger añora demasiado cuando no está en el terreno de juego. La única ocasión que tuvo el Arsenal fue la de Monreal en el minuto 7 y fue por un rebote de Mignolet. Otra primera parte tirada a la basura y otro desastre del Arsenal en un partido importante.
En la segunda parte, Wenger intentó cambiar varias piezas. Dio entrada a Rosicky y Podolski y quitó a Özil y a Giroud. Pero antes de los cambios, llegó el quinto del Liverpool. Mertesacker se retrató en esta jugada. Sterling le coge la espalda y el alemán baja a defender andando en vez de sprintar para evitar el gol. La actitud del Arsenal de todo el partido se vio en el gol y el Liverpool sentenció un partido en el que los de Rodgers siempre merecieron ganar. Tras el 5-0 y los cambios el Arsenal comenzó a hacer hincapié en la banda derecha, donde Wilshere, más liberado, permutó posiciones con Rosicky, y Podoslki se limitó a fijar a los centrales para dar más minutos a esas posesiones largas en campo contrario que tanto le gustan al Arsenal. Pese a la ligera mejoría, solo hizo peligro con un penalti de Gerrard que Arteta aprovechó para poner el 5-1.
Tras el 5-1, no hubo noticias del Arsenal. El Liverpool le dio la responsabilidad a los londinenses para que tuvieran la pelota. A la contra, Sterling y Suárez volvieron a dejar en evidencia a la defensa del Arsenal y tuvieron ocasiones suficientes para aumentar el resultado. Por suerte, Wenger no vio más goles, pero se quedó muy enfadado ante la imagen dada por su equipo. El Arsenal salió humillado de Anfield sin Flamini y sin Ramsey, algo que notó en exceso en la transición ofensiva a la hora de generar superioridades. Y el calendario no invita para nada al optimismo.
* Andrés Onrubia.
– Foto: Matt West (BPI)
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