El Arsenal lidera con claridad la Premier League y se ha clasificado para octavos de la Champions League con una de las propuestas futbolísticas más atractivas de Europa. Defensivamente, el equipo ha mejorado de la mano de Steve Bould, el asistente de Arsène Wenger, tras un primer año de aclimatación, y el centro del campo domina con calidad la posesión de todo tipo de partidos, ya sea ante rivales rocosos o, como ellos, apostantes por la fluidez. Sin embargo, el favoritismo popular aún no se decanta por los de Wenger y una de las raíces de esta desconfianza –además de la inevitable sequía de ocho años– está en la punta de ataque.
En la concepción del observador externo, cuesta mucho hacerse a la idea de una ausencia de delantero centro. Sucede con el Barcelona, con la selección española y, desde los últimos dos meses, se empieza a apreciar también en la alemana. Que falte un delantero centro es algo tan novedoso y contracultural, desafía tantos esquemas y convicciones, que es complicado que pase a formar parte del imaginario colectivo. No es que el Arsenal carezca de delantero centro al uso, de hecho Olivier Giroud está afianzado cada vez más como uno de los mejores arietes del panorama actual; es su falta de relevo lo que atenaza las opciones de título para crítica y aficionados.
Los hechos han demostrado que jugar sin delantero centro no tiene por qué ser contraproducente. Desde que Pep Guardiola instauró la teoría del falso nueve, los títulos no han dejado de visitar las vitrinas del museo del Barcelona, pero cuando el flujo goleador se ve resentido y no hay un ‘9’ (entendiendo como tal el concepto canónico de delantero centro rematador, hábil con los pies y por alto y referente ofensivo), las denuncias se dirigen exclusiva y unilateralmente a esa figura ausente en la pizarra, por mucho que en el campo sus funciones hayan sido repartidas entre los miembros del once inicial.
Detrás de esta concepción futbolística se esconde la esperanza de que el Manchester United se recupere en la clasificación –¿quién no se recuperaría con tres killers como Robin van Persie, Wayne Rooney o Chicharito Hernández?–. El Chelsea, a pesar de ofrecer un juego poco vistoso, sigue contando con la artillería que suponen Fernando Torres, Samuel Eto’o y Demba Ba. Liverpool y Manchester City también van bien servidos con nombres intimidantes como los de Luis Suárez, Daniel Sturridge, Kun Agüero o Álvaro Negredo. El fútbol y los resultados pueden no acompañar mientras exista la tranquilidad de no estar desnudos ante el espejo, con todas las posiciones cubiertas. Lo contrario sería imaginar un cuadro incompleto en una exposición de alcance universal, un error para el ojo y una provocación casi herética para el más avezado.
La sola presencia de Giroud en comparación con el armamento del resto de rivales construye una comparativa en la que el Arsenal sale perdiendo. La naturaleza del francés, contundente en las distancias cortas con los centrales, pero fino y amable en el juego combinativo con los mediapuntas, le da una imagen alejada del asesino impío del área que pueden encarnar figuras como la de Luis Suárez, mucho más presentes en número en la competición británica y en Europa.
Detrás de Giroud se encuentra la nada, el regreso del cuadro incompleto. Si desapareciera por lesión o sanción del once inicial, los delanteros que encontraría Wenger en la plantilla son Nicklas Bendtner, con la mente puesta en el mercado invernal para hacer las maletas y no regresar jamás –versión reeditada del caso Arshavin–, y el interrogante Yaya Sanogo, desaparecido desde el inicio de la temporada por una perenne lesión de espalda que hace dudar de la idoneidad de su fichaje.
Bendtner apareció recientemente en la sinfónica victoria ante el Hull City, y su falta de minutos, aunque notoria, no impidió que aportara un gol a su cuenta particular. A pesar de que físicamente sí está en condiciones de ser un miembro más de la plantilla, en su cabeza hace tiempo que dejó de considerarse un gunner.
Wenger tendría entonces que recurrir a otras fórmulas, como ya hizo la temporada pasada, en las que Theo Walcott o Gervinho aparecieron como puntas de lanza en no pocos partidos. Con el primero luchando por reconquistar un lugar en el once titular y el segundo volviendo a disfrutar del fútbol en la Roma de su mentor Rudi García, las opciones resultan escasas, complicadas de acometer y arriesgadas. El mercado de invierno es una opción, aunque los resultados han frenado por el momento las especulaciones al respecto.
Mientras la temporada sigue su curso natural, Giroud sigue ejerciendo de ariete, se bate en duelo con toda pareja de centrales que se le ponga enfrente y no titubea si tiene que ver mermada su cuota de protagonismo apoyándose en la línea de mediapuntas, que por algo es una de las más fecundas esta temporada de cara al marco contrario. A pesar ser la única opción, el Arsenal sigue aspirando a todo con visos de realidad. La desnudez del líder ante el espejo, aunque se intuya, no es más que una ilusión que mantiene engañado al resto de aspirantes al título de la Premier, todos ellos con más ropaje, aunque con menos réditos.
* Agustín Galán es periodista.
– Foto: AFP
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