Todos se echan las manos a la cabeza cuando entienden la verdadera composición de la flor de Mancini. Para entonces, ya es demasiado tarde.
Pisas el césped con suma cautela, casi sin querer dejar huella, te asombra la eterna amabilidad y casi dejadez con la que el Etihad te recibe y cuando pasa el vendaval inicial de timidez y estás del todo acomodado en semejante territorio hostil, tanto como para atreverte a poner los pies sobre la mesa…¡zas! ‘La flor’ ya te devoró.
Metáforas a un lado, se habla de flor como acompañante genuino del factor suerte. Y es que, la forma en la que el Manchester City aborda sus encuentros invita a creer que son abandonados al parecer dichoso de un ente encargado de dictar el desenlace de los 90 minutos tras el lanzamiento de una moneda al aire. Sin más, cara o cruz. Algo casi más propio del azar que del método.
Pero nada, aparentemente, es tan sencillo en la élite. Mancini parece fluctuar sobre un procedimiento mucho más complejo que radica en una serie de tiempos que se han de ir abordando a lo largo del transcurso de los minutos de juego para obtener el éxito al final de la novela. Una eterna obra de suspense que camina sobre el alambre en la mayoría de encuentros. Por ello, cuando hablamos de suerte podemos entender que también es un factor, que en el caso del técnico italiano, no es más que el detonante a una serie de fases previas correctamente abordadas (en otras sí, es sólo eso: suerte)
Presión, repliegue y ataque/contención. Simplista o pragmática, pero es su fórmula y son sus tiempos y los respeta tanto o más que a su bufanda. Las dos últimas temporadas en la Premier se han gestado bajo ese patrón. Son muchos los que odian el método, pero lo cierto es que el curso pasado dio resultados. Hay quien entiende que las metas a conquistar con semejante infraestructura debieran de ser mayores y hay quien cree que el modelo de juego no es el idóneo para un equipo llamado a someter al rival. Pero cuidado, no nos engañemos, por la vertiginosidad de su físico más que por la pausa y la plasticidad en la gestión del balón.
Tan sólo hay que revisar los números del paso de Mancini por Manchester para darse cuenta de que la mayoría de sus partidos en liga se resuelven a partir del minuto 60. Así, por ejemplo, en su primer año, en los que conquistó puestos de Champions, con 71 puntos logrados, ya se empezaron a ver maneras de equipo que jugaba con las intenciones de su rival para eliminarlo en los compases finales. Fue un aviso de lo que vendría después. Aquella temporada 18 de esos puntos se consolidaron en los últimos instantes (sin ellos, el City hubiera acabado octavo). El curso pasado, el de la consecución del campeonato, fue la radicalización de las ideas del jardinero del Etihad.
Casi el 60 % de los puntos conquistados llegaron a partir del minuto 60 de partido. ¿Suerte? No lo creo. El equipo sumó 89 puntos y 51 de estos llegaron bordeando el término de la épica y forjando así un campeonato que no lograba desde el curso 67/68. La auténtica eclosión de la flor manciniana se vivió precisamente en la última jornada de la temporada pasada. A cara o cruz y casi sin más, en el minuto 90 el City perdía la liga en casa y ante el QPR, pero entonces llegó ese momento. Cuatro minutos que dan sentido a toda esta historia. Dzeko y Agüero firmaron lo imposible y la novela fue todo un éxito de ventas.
El tercer año ha comenzado a concebirse bajo unos principios aún más arduos. Esos que dicen que el rival caerá en la trampa que marca el paso del tiempo en el reloj, pues de los 25 puntos sumados hasta el momento, 22 se han logrado conquistar a partir del minuto 60 de partido. Una auténtica locura que debe servir para echar al olvido cualquier hipótesis basada en la fortuna (entendida como una serie de acontecimientos sobre los que no se ejerce ningún tipo de control), pues Mancini parece querer que los encuentros se jueguen cuando todo se ha sumergido en una calma tensa de la que ha aprendido a salir vivo.
Está demostrado que su jardín está lleno de algo más que de simples flores de artificio y colorante.
* Fernando Sosa es periodista.
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– Fotos: EFE – AP
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