Hace ya algún tiempo tuve interesantes divergencias con Adrián Cervera, uno de los entrenadores que gozan de más prestigio por estos lares. La mismas se originaron porque, tras leer en un artículo suyo que la utilización del doble pivote por parte de Del Bosque se debe a lo que sucedió en la Confederaciones (verdad innegable), le comenté que la causa principal de las lagunas que propiciaron la eliminación me pareció que fue la utilización de Xabi Alonso como pivote. A ello me respondió que en absoluto, que se debió a los desajustes defensivos del equipo causados fundamentalmente por atacar mal. Seguramente, esa causa pesara más que la que yo dije, pero, bajo mi punto de vista, eso no la hacía inexistente. A partir de lo dicho surgieron las mencionadas diferencias, que se podrían resumir en los siguientes puntos:
El fundamento de este enorme desacuerdo entre nuestras ideas se hallaba en la asunción absoluta de la refutación de la teoría de la complementariedad realizada de manera definitiva por Guardiola. No me detendré al respecto, ya que en este Magazine existen piezas formidables sobre el tema, pero también este punto alcanzó el debate: él alegaba que Pep llegó a jugar con tres centrales más Thiago de mediocentro; yo, que en los partidos más decisivos siempre utilizó a un medio defensivo.
En aquel momento no tuve la claridad de ideas para poner el mejor ejemplo posible de que la refutación de la teoría de la complementariedad era matizable: Mascherano. En el verano de 2010, quedando solo un año de contrato a Pirlo (mejor mediocentro creativo del mundo que no necesita de acompañante defensivo de acuerdo con Adrián), el Barça fichó al argentino, entonces paradigma de medio defensivo, por un precio superior al que habría costado Andrea. Con ello se confirmaba que, en un centrocampista (en el caso del Barça, el mediocentro), se consideraban más importantes las habilidades sin balón que con él. Claro que se podría decir que esta apuesta salió mal: solo hay que ver el rendimiento del Jefesito antes de ser central. Sin embargo, me atrevería a decir que no habría sido superior el del mejor jugador del subcampeón de la Eurocopa siempre que no hubiera dispuesto de un acompañante como Keita (con lagunas diferentes, claro está).
Dentro de la misma conversación, y volviendo a demostrar mi incapacidad para expresarme con propiedad en 140 caracteres, dije que Pirlo preferiría a Gattuso y Essien antes que a Xavi e Iniesta si priorizara la transición defensiva. Obviamente, dicha fase del juego no depende solo de que haces cuando pierdes el balón, sino también, incluso más, de las condiciones en las que lo has perdido: de cómo has atacado. Por ello, no necesariamente Pirlo sufriría más en la transición defensiva con Gattuso y Essien que con Xavi e Iniesta. En este aspecto, al no haber hecho yo matizaciones, sí que tenía razón él.
De acuerdo con la filosofía de Pep Guardiola, la buena transición defensiva depende de la capacidad para avanzar en cordada, dando lugar a un conjunto que cuando pierde el balón está tan agrupado que es casi imposible que no lo recupere. Para la ejecución de este estilo, el juego de posición, que de manera más o menos ortodoxa lleva interpretando el Barcelona durante más de veinte años y más de seis la Selección (sí, más de seis), la técnica predomina por encima del físico. Como nos hemos cansado de escuchar, no importa ser bajito; tampoco correr menos si sabes correr mejor. La mejor defensa es tener el balón y la manera correcta de hacerlo es propiciando las condiciones idóneas para una posterior recuperación post-pérdida. Sin embargo, sin dejar de ser ello cierto, el Barça no ha sido un equipo completamente sólido en la transición defensiva sin disponer de un centrocampista defensivo. Sufrió menos el Pep jugador cuando tuvo a Cocu cerca (no en paralelo, pues este hecho no es definitivo). Consiguió Rikjaard evitar su destitución a partir de la contratación de Edgar Davids y armar un equipo histórico modificando la figura del 4, quien, por encima de todo, debía tener una capacidad defensiva notable. No cambió esto el Pep entrenador, ni siquiera cuando pudo a alinear juntos a tres de los cinco mejores centrocampistas con el balón del mundo. Mentira: sí que los alineó juntos. Pero ello fue a costa de sacrificar a un defensa o un delantero, casi nunca (y nunca en momentos decisivos) mediante sentar a Busquets y Keita al mismo tiempo.
Y es que, por muy bien que utilices el balón, por magnífica que sea la defensa que hagas a través del mismo, siempre va a haber momentos en los que no lo hagas. Siempre vas a tener algunas pérdidas de baja calidad, algún instante de descontrol, pues la perfección no existe. Claro que cuando el rival es de un nivel muy inferior, puede merecer la pena jugar sin medio defensivo. Si la amenaza que presenta es escasa, no tiene por qué ser imprescindible la figura del medio defensivo, igual que una teórica línea de cuatro defensas puede llegar a ser de dos. Ello al margen de que la presencia de un especialista en recuperación de balones pueda propiciar también muchas ocasiones gracias a sus robos en campo contrario cuando el rival inicia la transición ofensiva.
Pero, yendo al grano, se hace necesaria la existencia de un buque salvavidas, de un equilibrista para aquellos momentos en los que las cosas se tuerzan cuando hablamos de un contexto exigente. Alguien con la presencia física necesaria para presionar en campo contrario y regresar haciendo una ayuda al lateral en la misma jugada; alguien capaz de llegar a las dos bandas para hacer coberturas y evitar situaciones de inferioridad numérica; alguien que, cuando el rival contragolpee, sepas que siempre va a ser un obstáculo. Todos los grandes del mundo tienen esta figura, en ocasiones multiplicada: Busquets/Song, Khedira/Essien, Luiz Gustavo/Javi Martínez, Mikel/Ramires… Su necesidad se explica más desde la (casi) omnipresencia que desde la contundencia o la capacidad recuperadora. Y son necesarios en equipos con modelos tan antagónicos como los de Chelsea y Barça.
Xabi Alonso, al margen de ser el segundo mediocentro con mayor capacidad para organizar a un equipo desde esta posición, es un prodigio táctico contundente en el juego aéreo y con la pierna muy dura. Pero adolece de las capacidades de las que hablábamos en el párrafo anterior. Por eso, cuando carece del acompañante que todos sus entrenadores han considerado que necesita, sus equipos pierden la superioridad que tendrían ante otros que, si bien son grandes, no lo son tanto como el equipo propio. Al margen de que otras cosas se hicieran mal, creo que la ausencia de un medio defensivo (Khedira y Busquets; próximos a Xabi o sin él) es la principal causa de que el Real Madrid y la Selección Española no se impusieran al Borussia Dortmund y a la selección francesa, respectivamente. Y es que, pese a ser el contexto más importante, esta figura no deja de ser imprescindible. El mejor ejemplo es que Busquets era tan imprescindible en el Barça ortodoxo que defendía atacando como lo es ahora en el Barça que ataca disperso y sufre en la transición defensiva.
* Rafael León Alemany.
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– Foto: Mundo Deportivo – Real Madrid
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