«¡Vallejo! ¡Vallejo!». Alargando la ‘e’ y terminando en seco la ‘o’. Así coreaba La Romareda entera el apellido de un chaval de 18 años que días antes estaba en clase realizando la selectividad. Era la final de los playoffs de ascenso a Primera dDivisión y el Real Zaragoza se presentaba con un humilde canterano, que ha logrado en unos pocos meses ser la bandera del proyecto soñado en la cabeza de miles de maños, como capitán. Aquel día, con los focos de media España encima, la esperanza de una histórica afición que intenta escapar de las garras de la crisis se daba a conocer en muchos rincones del país.
Cuando Víctor Muñoz fue nombrado nuevo técnico del club se llevó a varios juveniles a la pretemporada. Entre ellos estaba Vallejo. El central había jugado la mayoría de temporadas en una categoría superior a la que le correspondía. No pasó desapercibido para el entrenador aragonés, que lo subió desde el Juvenil hasta el primer equipo directamente. Y, cosas del destino, el canterano de 17 años debutó como visitante en Huelva y posteriormente como local contra el Osasuna, eterno rival. Un duelo en el que las chispas saltan en cada jugada, marcado con permanente color rojo en el calendario de cada campaña. Ambos partidos suponían el inicio de la temporada, la cual comenzaba con la titularidad bajo el brazo. Aunque esta fuese temporal, pues hasta la llegada de Ranko Popović al banquillo maño no la recuperó. El técnico serbio, como declaró el propio Vallejo, fue el entrenador que le dio toda su confianza para que se convirtiera en un auténtico líder. Primero, la titularidad. Y después, como consecuencia de alguna baja, le entregó el brazalete de capitán. Una cinta que no se quitó durante el resto de temporada.
Analizar a Jesús Vallejo sin entrometer los sentimientos de por medio es difícil. Muy difícil. Esto no es provocado por la bufanda que te rodea el cuello mientras ves el partido, sino por lo que transmite el central mientras está sobre el césped. Vallejo es el capitán que cualquier aficionado quiere para su equipo durante los noventa minutos de juego. Le pone ganas, garra y pelea cada esférico como si del último se tratara. Y eso, sumado a lo bien que hace las cosas y el hecho de ser canterano, produce como resultado final un futbolista sensacional y carismático. Se anticipa excepcionalmente, suele ganar bien la posición a los delanteros en balones profundos y es asombrosamente seguro si observamos la edad que tiene. Además, es digna de comentar su capacidad para aparecer en el último suspiro y cortar cualquier disparo que tiene altas probabilidades de acabar en la red del arquero. Aunque lo mejor de todo es el potencial que se vislumbra observándole unos minutos. La sensación es que puede mejorar en todos los aspectos de su fútbol, especialmente en medir bien los centros laterales del contrario, una pequeña cruz que se vio reflejada en la derrota en el Campeonato de Europa sub-19 ante Rusia, donde la selección encajó un gol en el que quedó evidenciado este punto.
El impacto del jugador maño en la capital aragonesa tiene pocos antecedentes en el fútbol español. El más nombrado es el de Fernando Torres, por circunstancias y capacidad de dejar con la boca abierta a todo un país. Y es bastante cierto. Pero al ser central, todo se complica más. ¿Cuándo se ha visto a un joven de 18 años liderar un equipo de tal nivel? ¿Y en el caso de un central? Habría que rebuscar en la historia de nuestro fútbol. Quizás Gaby Milito sea la clave de todo. Jesús Vallejo ha reconocido que desde su infancia se fijó en El Mariscal, ídolo en Zaragoza y un jugador, con el permiso de algunos, único. Con sangre argentina en las venas y un gen que contenía una alta dosis de liderazgo, es la imagen que nos viene a la cabeza viendo jugar al aragonés. Con la pequeña diferencia de que el segundo acaba de cumplir la mayoría de edad.
Y lo mejor de todo aún no os lo he contado. Porque si el texto está lleno de elogios, el mejor no lo he nombrado. Tiene los pies en el suelo. Lo que peor lleva es la fama, quiere estudiar una carrera para trabajar al finalizar su trayectoria como futbolista y se siente igual que cualquiera de nosotros. Por eso es único. Por eso es Jesús Vallejo.
* Luis Vallejo Colom.
– Foto: Huelva Información
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