Decir que el futbol es un deporte de equipo es una evidencia, aunque ¿podríamos asegurar que sobre el campo hay únicamente dos equipos de 11 jugadores que se enfrentan entre ellos?
En los últimos años, el futbol ha ido evolucionando y reinventando con el objetivo de conseguir una optimización de los recursos. En este proceso aparece una figura importante que en la mayoría de ocasiones pasa desapercibida para el aficionado: Se trata del ayudante o segundo entrenador, que se ha ido profesionalizando hasta convertirse en un elemento vital en el funcionamiento del equipo.
¿Quién podría definir sus funciones? No es fácil saber cuáles son sus obligaciones exactas ya que cada equipo es un mundo, aunque lo que sí debe quedar claro es que su afinidad con el primer entrenador ha de ser total. A nivel personal nos encontraremos que tendrá claro que la confianza, fidelidad y compañerismo deben ser las bases de su relación. A su vez, a nivel deportivo demostrarán dentro del vestuario que ambos tienen una idea futbolística clara, siendo imposible para los jugadores encontrar disparidad de criterios, hecho que provocaría un perdida de confianza por parte de ellos, al tiempo que una posible fractura del vestuario.
Durante los entrenamientos acostumbrará a convertirse en el protagonista, siendo el responsable de controlarlo y darle la intensidad necesaria, no permitiendo que los jugadores se relajen lo más mínimo. En ese momento, deben tener la sensación que están siendo examinados por la auténtica mano derecha del entrenador.
En paralelo, interactúa con los jugadores antes, durante y después de las sesiones para conocer estados anímicos o situaciones personales, siempre desde la máxima discreción, que puedan alterar el rendimiento de los profesionales, informando de ello al primer entrenador, quien tomará las medidas oportunas.
Es en las horas previas al partido cuando sus aportaciones y sensaciones resultan de vital importancia para reafirmar las decisiones del míster o bien resolver posibles dudas que puedan haberle surgido. Se trata de un estudioso de los conjuntos rivales, conociendo todas sus puntos fuertes y débiles, que ayudarán al equipo a estar preparado ante las distintas situaciones que se le presentarán durante la batalla que le espera.
Una vez detallados los instantes previos, llegamos al momento de la verdad: los 90 minutos que decidirán si el trabajo previo tiene recompensa o no.
Es aquí donde se convertirá en el fiel escudero que acudirá al rescate de su compañero cuando la situación lo requiera. Es por esta razón que, durante el partido, una mirada deberá ser suficiente para transmitirle confianza en todas las acciones que se produzcan.
Sentado en el banquillo, y en aquellas situaciones límites en que el equipo no encuentra la solución o que pueden distorsionar el buen funcionamiento del grupo poniendo en peligro el resultado final, es cuando debe aparecer su pausa y tranquilidad para aportar una opinión que, en décimas de segundo, convenza al máximo responsable, que será el encargado de transmitirla a sus jugadores.
Al finalizar el encuentro las cámaras se centrarán en la persona que ha estado de pie, gesticulando en el área técnica y en un estado de nerviosismo evidente, para conseguir sus impresiones después del partido. Mientras el primer entrenador responde a las preguntas de la prensa, a escasos metros podemos encontrar al hombre tranquilo anotando todas aquellas acciones que se deberán mejorar y que serán las claves a trabajar durante la semana, con el objetivo de conseguir optimizar al máximo el rendimiento del equipo.
Al final llego a la conclusión que todos los superhéroes necesitan un compañero y en el mundo del futbol es importante encontrar el adecuado. ¿O no?
* Enrique Durán es Director Técnico de fútbol base de los Mamelodi Sundowns de Sudáfrica. Anteriormente fue Coordinador de la FCB Escola. En Twitter: e_duran_diaz
– Foto: Edu Polo, en el avión de regreso del Valencia-Barça de Copa. En Twitter: EduPolo
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