"La audacia tiene genio, poder y magia. Comienza ahora, ponte en marcha”. Johann W. Von Goethe
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La Juventus de Turín no estará en los octavos de final de la Liga de Campeones. En un partido que se jugó en dos días, ambos con el terreno de juego impracticable, sobre todo en la reanudación, terminó cayendo en Estambul por un gol a cero ante un Galatasaray en el que Drogba se puso una vez más su traje de gladiador europeo de gala para firmar otra actuación memorable en la historia de la competición.
En la media hora del primer tiempo que se jugó en la noche del martes vimos a una Juve jugando con el resultado, pues le servía un empate. El Galatasaray fue ligeramente superior, aunque no ejerció un dominio abrumador. Sin Pirlo, lesionado, la Juve es más directa, como lo fue ante el Bolonia el pasado viernes en el partido de la Serie A.
Pogba pierde jugando como regista, aunque aporta vigor. El equipo busca arriba a Llorente y la segunda jugada con Tévez de un modo más habitual. El Galatasaray mostraba más hambre, fruto de la necesidad, hasta que la nieve convirtió la hierba en una pista de hielo.
La suspensión era lógica. El partido se reanudó al día siguiente con el terreno de juego en un estado lamentable, sobre todo en su zona central. Era un auténtico lodazal.
En principio perjudicaba más al Galatasaray, obligado a llevar la iniciativa, pero lo cierto es que no benefició a ninguno de los dos. Ambos apostaban por el juego largo buscando sus dos nueves de referencia. Felipe Melo e Inan abarcaban metros y metros para igualar la lucha con Marchisio, Vidal y Pogba.
Los costados eran una solución práctica de emergencia, y ambos equipos buscaban salir por fuera, sin precisión, pero como medida de seguridad. El centro de la cancha estaba impracticable.
En el último tramo del primer acto y buena parte del segundo, Llorente estuvo magnífico, peleó todos los balones y posibilitó que la segunda unidad tuviera alguna ocasión, especialmente el Tévez, capaz de competir en cualquier superficie, y Marchisio, de profesión llegador. Lichtsteiner, por la derecha, iba y venía en un esfuerzo titánico y tiránico a la vez.
El conjunto turco daba la sensación de ser menos que la Juve. Pero ahí estaba Drogba al rescate. El marfileño soltó un derechazo raso, tras un error de Pogba en la salida de balón desde atrás, al que Buffon respondió con un paradón impresionante. Eterno Gigi.
Los de Mancini encendieron la traca. Si no podía ser desde el fútbol, sería desde la épica. De nuevo Tévez y Marchisio acudían al rescate de la Juve y amenazaron a Muslera. Los minutos transcurrían de un modo tan pesado para ambos como el estado de la hierba, mejor dicho, del fango.
Entró Umut Bulut para buscar también los envíos largos desde atrás de los centrales de su equipo. Uno de ellos lo acolchó Drogba de cabeza, en eso es el mejor del mundo, para habilitar a Sneijder. Wesley estaba desaparecido, pero se mostró casi por primera vez para recibir el balón del omnipresente Drogba, controlar, penetrar en el área y batir a Buffon, favorecido por el bote irregular del balón en su disparo.
Quedaban cuatro minutos y la Vecchia Signora estaba condenada a jugar la Europa League. A la desesperada entraron Quagliarella y Giovinco, pero casi sin tiempo. La precipitación era una trampa ideal debido al estado del terreno de juego. La Juve no pudo empatar.
De nuevo Drogba agigantó su figura en una jugada por el costado izquierdo descomunal, pero Burak Yilmaz no acertó a marcar el que hubiera sido el tanto de la sentencia.
Una falta en la frontal del área turca que lanzó Tévez, siempre Tévez, y que tocó en la barrera, fue el último aliento de los de Conte en el partido.
Su eliminación no debe borrar la excelente trayectoria de la Juve desde hace dos años y medio, aunque aún le reste un escalón para volver a ser grande en Europa.
* Alberto López Frau es periodista.
– Foto: Murad Sezer (Reuters)
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