1.- La selección va a defender el mundial, bien, una cosa hecha. Parece fácil meterse entre los treintaiún equipos que viajarán a Brasil, y hasta cierto punto lo es, los rivales han sido y suelen ser flojos, comparados con un campeón del mundo, pero hay que hacerlo, y se ha hecho como líder de grupo. El fútbol no tiene memoria, hasta hace no muchos años España se metía en los grandes torneos a través de la repesca cual equipo pequeño. Ahora lo hace como líder compitiendo con Francia y parece que ya han vuelto a ser malos por una repetida escasez del juego de posesión habitual. Ni tan blanco ni tan negro, que el fútbol no es una Guinness.
2.- Sin hacer un partido tipo semifinales contra Rusia o Alemania, España ha jugado mucho mejor de cómo lo venía haciendo últimamente, y la verdad, como común espectador, se agradece. No nos engañemos, un partido contra Georgia motiva casi con exclusividad a los pocos miles que pueden llenar un estadio, el resto lo vemos para que España nos deleite. No se nos han saltado los ojos de las órbitas, pero al más común de los mortales le habrá valido la pena una hora y media de asedio por la gestación de la jugada del primer gol.
3.- Contra once tíos en un área es difícil jugar bien. Sí, no he descubierto la penicilina, pero creo que olvidamos ese detalle cuando a veces decimos que España aburre contra Bielorrusia, San Marino o cualquier otra selección muy inferior técnicamente a la nuestra. Las asociaciones relampagueantes entre tres o cuatro jugadores en tres o cuatro metros de cancha, con taconazos y sombreros, se pueden ver contra equipos algo más abiertos, más expuestos, pero no contra Georgia. Lo que sí se pide es alguna jugada bonita, elegante, marca España, que está de moda. La maravilla creada por Iniesta y Pedro culminada por Negredo es una de ellas.
4.- De esos once georgianos pegados al área propia, cinco de ellos eran realmente defensas y muy pocos de los que iniciaron el encuentro son titulares habituales en el equipo que dirige Temuri Ketsbaia. Dejó arriba a Gelashvili para que se buscara la vida como pudiese, y aunque Georgia renunció al balón desde el principio, sí tuvo algún acercamiento importante al área de Casillas, sacados casi en exclusiva por el costado izquierdo de la defensa española.
5.- La muralla iba a derribarse con un planteamiento que España no suele usar en exceso. Piqué y Ramos, sin presión para defender, fueron en muchas ocasiones más interiores que centrales, a los costados de Busquets, permitiendo así a Xavi e Iniesta subir unos metros su zona de influencia a la que suelen ocupar los mediapuntas, que hoy eran dos jugadores claros de banda, Pedro en la izquierda, Navas en la derecha. Acumulación de piezas, pero repartidas con sentido para ocupar todos los espacios disponibles y ensanchar el campo con las subidas de los laterales.
6.- Del Bosque cambió a medio equipo para este partido. En estos dos encuentros no se han hecho dos onces, uno de titulares y otro de suplentes, como otras veces sí se ha hecho en la selección. Se han mezclado tanto que cuesta definir un once tipo en el que al menos cuatro puestos no están otorgados. Estos son: la portería, el lateral derecho, uno de los mediapuntas y el delantero centro. Mucha rotación, cambio de jugadores, varios sistemas, pero una idea para desplegar.
7.- Todos se sienten importantes y casi todos aportan algo al equipo. De los veintitrés convocados, sólo tres jugadores no han jugado ni un minuto, Reina, Albiol y Mario Suárez, en partidos en los que sólo se podían hacer tres cambios. La idea que parece tener Del Bosque es mantener al mayor número de piezas posibles ensambladas en el equipo para que adquieran los mecanismos básicos del funcionamiento de la selección y, si tuvieran que entrar en momentos clave, no se sientan extraños y encajen como el dedo de la novia en el anillo de bodas.
8.- Como digo, el fútbol no fue excelso ni rebosante de quilates, pero sí se crearon ocasiones de gol y a pesar de ser algo básico para marcar, es una de las cuentas pendientes de España ante este tipo de equipos. Domina, tiene cerca del ochenta por ciento de posesión al final de cada encuentro, pero en realidad sus ocasiones se cuentan con los dedos de un pie. En Albacete sí se ha probado al portero georgiano Loria, al que Negredo debe odiar por evitar su golazo de chilena. El gol de la sentencia salió feo, tras aprovechar Mata una asistencia del estómago de Piqué, pero llegó. Estar muchas veces cerca de marcar es el primer paso para marcar. El buen juego ya saldrá.
9.- La superioridad de España sobre Georgia es tan patente que se le exige de antemano una goleada, como siempre sucede en partidos semejantes. Eso es algo a lo que España no acostumbra; aunque se le pida siempre meterle un buen número de goles al otro, suele tener problemas para alcanzar una diferencia amplia. De hecho, obviando el partido contra Tahití de la Copa Confederaciones, la selección no golea a otro equipo desde hace casi un año, cuando le hizo una manita a Panamá en tierras centroamericanas. Era un amistoso. En partido oficial, el último gran resultado fue la final de la Eurocopa contra Italia.
y 10.- La conclusión me parece clara: España está acostumbrada a ganar, sí, pero a ganar y ganar bien lo realmente importante. Los mejores partidos de esta sublime generación de futbolistas no han sido en fases de clasificación contra Malta o Luxemburgo, han sido en fases finales, en partidos a vida o muerte, en finales de torneos mayores. El gran partido que estamos esperando de esta España está por llegar y será en Brasil. Yo al menos no tengo ni la más mínima duda de ello.
* Jesús Garrido es periodista.
– Foto: Juan Medina (Reuters)
©2024 Blog fútbol. Blog deporte | Análisis deportivo. Análisis fútbol
Aviso legal