"El éxito se mide por el número de ojos que brillan a tu alrededor". Benjamin Zander
Los equipos saltan al terreno de juego y el colegiado, previamente, se ha asegurado de que no haya ningún tipo de coincidencia en los colores de las indumentarias de los conjuntos que van a disputar el encuentro. De esta forma se pretende evitar posibles confusiones y facilitar que se distingan claramente los protagonistas del choque.
En los entrenamientos intentamos trabajar siempre utilizando petos que nos permitan diferenciar a los equipos que vamos a disponer sobre el campo para que realicen las tareas que hemos programado. Pero ¿es el uso de estos una ventaja para nuestros futbolistas?
La no utilización de petos durante nuestras sesiones de entrenamiento puede permitir a los jugadores, especialmente en edades tempranas, fomentar una serie de aptitudes que les ayudarán en su desarrollo como futbolistas.
La distinción de colores es un estímulo visual que al jugador le servirá para poder identificar a sus compañeros con mayor facilidad. De esta manera podrá asociarse con éstos sin tener la necesidad de controlar otros aspectos clave para conseguir un mejor conocimiento del juego.
El poseedor del balón podrá reconocer rápidamente a aquellos compañeros que estén en disposición de recibir el balón. Al mismo tiempo, los posibles receptores podrán saber el posicionamiento de los adversarios que tienen a su alrededor realizando un rápido vistazo antes de controlar el esférico.
Al suprimir una de las ventajas con las que cuentan los jugadores durante los ejercicios estaremos dificultando de forma considerable el su trabajo, aunque también saldrán beneficiados de ello.
Desde el momento en que no permitimos que haya ningún tipo de distinción entre los equipos, los jugadores tendrán que aplicarse para conseguir los objetivos planteados por el técnico durante la sesión, y para ello deberán poner en funcionamiento los cinco sentidos para superar la prueba.
Es el momento en el que se darán cuenta de que para el equipo en posesión del balón no será suficiente con centrarse en el esférico y el posicionamiento de sus compañeros y rivales. Su capacidad para dominar el balón, así como ser capaces, al mismo tiempo, de observar todo lo que sucede a su alrededor deberá aumentar al haberse convertido el campo en una auténtica ratonera.
De esta forma estaremos consiguiendo que el jugador tenga un mayor dominio del juego al tener que estar pendiente de todos los elementos que tiene a su alrededor antes de decidir cuál es la mejor opción para su equipo. Por ello la toma de decisiones de nuestros futbolistas se estará trabajando constantemente, debiendo ser rápida y producirse tras haber analizado todas las posibilidades que nos plantea el juego.
Eliminado el estímulo visual, uno de los puntos que conseguiremos mejorar en nuestros jugadores es el de la comunicación. Los futbolistas deberán comunicarse con mayor fluidez sobre el terreno de juego, ya que será una de las mejores armas que tendrán. Ésta será importante no solo para el equipo que tenga la posesión del balón, sino que los defensores también deberán hablar para trabajar en la recuperación del esférico de forma conjunta.
Será interesante ver cómo aparecerá la comunicación engañosa por parte de aquellos futbolistas que intentarán confundir al jugador que se encuentre con el balón. Éste puede caer en la trampa, pero será una buena lección que le ayudará a tener que estar todavía más atento durante el ejercicio para evitar volver a cometer el mismo error y asegurarse antes de entregar la pelota.
Es un tipo de entrenamiento que no dista mucho del futbol que se ha jugado toda la vida cuando nos juntábamos en el parque con los amigos o jugábamos en el patio del colegio. Como técnicos, cuando planteamos estos ejercicios debemos dejar libertad a los jugadores para que cometan errores, ya que serán una clave para la mejora del futbolista.
Para que éstos sean capaces de sacar sus propias conclusiones del ejercicio, es importante que el entrenador no esté parando constantemente a los jugadores aunque la tarea no esté funcionando como desearíamos, ya que nuestro trabajo deberá ceñirse a dar algunas consignas antes de que el balón se ponga en juego. Durante el mismo podemos continuar dando información a nuestros jugadores a cuentagotas, ya que lo que buscamos es que los protagonistas, al finalizar el entrenamiento, sean capaces de identificar las carencias y dificultades que han tenido.
Una vez hayan finalizado el trabajo sí que llegará nuestro momento, al tener que interrogar a nuestros jugadores sobre sus sensaciones, para poder conseguir que compartan los problemas y dudas que les han surgido mientras entrenaban, siendo oportuno darles soluciones que les ayudarán a entender mejor el juego.
Cuando planteemos las tareas es recomendable comenzar con ejercicios en los que intervengan pocos futbolistas. Una situación de dos contra dos puede ser ideal para con el paso de las semanas comenzar a introducir un mayor número de jugadores. En situaciones en las que queramos contar con comodines ofensivos o defensivos tampoco estos deben llevar ningún tipo de indumentaria que los diferencie del resto.
Sin duda, se trata de una opción diferente pero que puede resultar muy positiva para nuestros jugadores.
El fútbol está en constante evolución y nuevos métodos e ideas aparecen en busca de una mejora del entrenamiento. Aunque en algunas ocasiones es interesante echar la vista atrás para volver a la esencia de este deporte.
* Enrique Durán es Director Técnico de fútbol base de los Mamelodi Sundowns de Sudáfrica. Anteriormente fue coordinador de la FCB Escola.
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