Liga BBVA 2012-2013 / Análisis / Fútbol
Aunque no es descartable otra variante táctica, el 4-2-3-1 sería el modo que Mourinho parece preferir cuando se enfrenta al Barça, según ha mostrado en los últimos Clásicos. El propio Xabi Alonso declaraba hace unos días a la cadena ESPN que “hemos encontrado la forma de jugarle al Barça”. La disposición en 4-2-3-1 permite desplegarse en fase defensiva prácticamente con un 4-5-1 y en un 3-3-3-1 en fase ofensiva, si bien el desarrollo de sus duelos con el Barça no facilita la proliferación de este último despliegue. Al mismo tiempo, Mourinho distribuye los encuentros en distintos tiempos, por lo general tres, que podríamos definir así: fase de presión inicial; fase de repliegue; y fase de resolución. Veamos las propuestas que acostumbra a manejar el entrenador portugués, sus variantes y los movimientos que realiza en las distintas fases y transiciones.
Quizás el despliegue preferido en los últimos tiempos por Mourinho, en especial desde que el estado de forma de Sami Khedira, impulsado por una brillante Eurocopa, le ha convertido en el jugador con más peso del equipo en el presente instante. Así, el doble pivote Xabi Alonso-Khedira adquiere una nueva dimensión: continúan ocupándose de las tareas de recuperación (Alonso hacia el costado derecho, Khedira al opuesto), así como de los roles designados en cuanto tienen el balón: pase en largo del donostiarra, ocupación del carril derecho en el caso del alemán; pero la novedad es que Khedira, además, llega con fuerza al área contraria. No tanto para rematar, sino para pesar y sumar: en definitiva, para perjudicar a los defensas rivales.
Por delante de la pareja forman tres hombres con misiones complementarias: Di María en el costado derecho está obligado a defender sin desmayo y a participar activamente en los contragolpes partiendo de fuera hacia dentro; Cristiano, en el lado opuesto, está liberado prácticamente de cualquier tarea defensiva, pues es el punta (Benzema o Higuaín) quien le sustituye en la presión; y el tercer hombre de la línea (Özil, Kaká o Modric), además de dificultar la salida del mediocentro contrario debe ocuparse de engarzar en corto con Xabi Alonso y dar el penúltimo pase del contragolpe, el más importante.
Algunos detalles de las últimas semanas podrían hacernos pensar que Mourinho se presentará más bien con una formación 4-1-4-1 en la que Xabi Alonso se muestra como único mediocentro porque Khedira se incrusta en la línea superior, junto a los tres mediapuntas. También hemos visto retornar a Di María a la banda izquierda, donde jugaba con el Benfica, posibilidad no descartable visto su buen rendimiento. Esta opción envía a Cristiano Ronaldo a una zona situada entre la espalda de su delantero centro y el exterior derecho, donde se siente algo menos cómodo pero es igual de peligroso. A cambio, exige que Khedira se ocupe también del lateral izquierdo rival.
La segunda gran opción de Mourinho, que empleó habitualmente en el Chelsea, es el 4-3-3 con la utilización de tres mediocentros, lo que pasó a denominarse “Trivote” y él rebautizó como “Triángulo de presión alta”. Por descontado, las características cambian en función del perfil concreto del tercer hombre que acompaña a Alonso y Khedira: es muy distinto que sea Essien a que empleara a Modric. Y también la altura a la que se despliega modifica el sentido de la propuesta: en ocasiones, lo ha utilizado próximo a la defensa propia; sin embargo, en otras lo ha situado muy arriba, presionando al contrario.
Sin embargo, ante el Barça dejó de emplearlo a raíz del fiasco sufrido en la Copa del Rey de este año, cuando perdió 1-2 en el Bernabéu con un centro del campo compuesto por Alonso, Pepe y Lass, que fue ampliamente superado en el juego. Precisamente en el partido de vuelta, con Alonso, Lass, Özil y Kaká, pareció encontrar la fórmula para contener al Barça (2-2) y hacerle daño.
La primera de las variantes (4-2-3-1) está siendo preferida por el técnico del Real Madrid porque le permite modular las fases del juego sin grandes retoques. De este modo, cuando se ve obligado a un repliegue intensivo en fase defensiva organizada es capaz de presentar dos líneas muy juntas, realmente asfixiantes, con cinco hombres por delante de los cuatro defensas, dejando descolgado únicamente a Cristiano Ronaldo en un costado, pues el delantero centro se incrusta en la línea de cinco si hace falta.
En estos momentos, Xabi Alonso y Khedira se ocupan básicamente de dar cobertura a los costados, en tanto Di María y Özil lo hacen de los espacios interiores y el delantero centro cae sobre el mediocentro del Barça. La consecuencia es la práctica desaparición de los espacios, una especie de tela de araña que ha llegado a asfixiar a Messi, Xavi e Iniesta, agobiados en terreno minado.
Cómodo sin balón, el Real Madrid asume que ante el Barça no dispondrá de muchos minutos en fase ofensiva. Cuando ocurre, ambos laterales suben –incluso al unísono- y Xabi Alonso se coloca de tercer central.
La transición defensiva no es una faceta brillante en el Madrid, pues padece cuando sus mediocentros deben girarse y correr hacia Casillas. Para evitarlo, Mourinho plantea no abusar del 3-3-3-1 en ataque y dejar a menudo seis hombres por detrás del balón, pero sobre todo situar a Pepe y Ramos muy arriba, aunque parezca contradictorio. Esa posición tan alta de los centrales les acerca a los mediocentros y limita los espacios del contrario. Si éste consigue superarlos, hay mucho espacio hasta Casillas pero también dos velocistas capaces de corregir casi cualquier error.
El mejor arma madridista es la transición ofensiva: recuperar un balón, buscar a un primer pasador (Alonso), combinar con el que llega de cara (Özil) y entrar a matar. Más que cualquier otro, el gran enemigo del Barça de Tito.
Mourinho, como otros muchos entrenadores, planifica las evoluciones dentro de un mismo partido. Naturalmente, las incidencias que se producen durante el encuentro modifican los planes, pero a priori el técnico portugués plantea tres tiempos definidos: primer tramo de presión alta, buscando quebrar la línea clásica del Barça; segundo tramo de repliegue medio, donde no le importa ceder claramente la iniciativa al Barça y llega a situarse durante muchos minutos en 4-5-1; y tercer tramo, en función de resultado, con fase ofensiva clara o bien repliegue intensivo y máximo.
Hay que reseñar un último factor: las serias dificultades del Madrid a balón parado. Entre enero y mayo encajó hasta 9 goles por alto en estas acciones. La nueva temporada no ha empezado mejor, sino que Casillas y sus defensas se han mostrado muy frágiles, Este problema, no obstante, puede no ser relevante vista la ausencia de Puyol y la dudosa presencia de Piqué.
– Fotos: Real Madrid – Olaf Kraak (EFE) – Rafa Casal (Marca)
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