“He sido testigo de un diálogo entre Maradona y Caniggia sobre la resolución de un problema futbolístico. Quien se quejaba era Maradona que, por lo visto, envidiaba a Caniggia: ‘Tú echas el balón adelante, corres y nadie te alcanza, mientras que yo tengo que estar escondiendo y mostrando el balón para ir consiguiendo pequeñas ventajas, en caso contrario cualquiera me alcanza’. La enorme habilidad de Maradona no ha sido, por lo que parece, nada más que una defensa contra su falta de velocidad”. (Jorge Valdano)
La calle ha sido durante décadas una escuela formadora de futbolistas en un contexto de libertad, placer y un elevado tiempo de práctica, donde su mayor contribución posiblemente ha sido la de dejar ser a cada uno de ellos, permitiéndoles adaptarse y partir del respeto de sus diferentes singularidades. Esta práctica iba creando una especie de equilibrio ecológico donde cada uno, estimulado por sus propias características y naturaleza, se iba ajustando a asumir aquellos roles más relacionados con sus capacidades, intentando resolver una mayor cantidad de veces aquellas situaciones donde resultaba ser más eficaz y eficiente, intentando evitar aquellas realidades del juego donde se veía más comprometido.
Las múltiples maneras de lograr el éxito en relación al juego están sujetos a una variabilidad y cambio constantes, de manera que procesos de entrenamiento donde se intente reproducir una serie de comportamientos o patrones de coordinación estereotipados entre los jugadores podría llegar a inhibir el emerger de conductas creativas y con ello, del éxito de los propios jugadores dentro del colectivo en cuestión.De esta manera, entendemos interesante la propuesta de contextos que permitan emerger «diversas técnicas» y comportamientos como soluciones adaptativas a los problemas presentados por el entorno, condicionadas por normas, relaciones de interacción o la propia naturaleza del juego, siempre cambiante y dinámico. Y es que el «gesto técnico» solamente tiene sentido en armonía con el contexto, no tiene valor en sí mismo.
Entendemos por lo tanto que la maestría o el alcance de una serie de habilidades o capacidades no son propiedades fijas y estáticas, sino que es una relación variable entre las exigencias del propio contexto y los recursos disponibles por el individuo, convirtiéndose de esta manera en un proceso holístico y dinámico. Desde esta perspectiva, el rendimiento surge de la interacción entre el perfil del jugador y la suma de experiencias y contextos en cuestión donde este se ve inmerso. Esta interacción entre características individuales y el ambiente nos hace observar hacia las capacidades de cada uno como realidades dinámicas, fruto de la formación y esfuerzo individual a lo largo del camino, de manera que las competencias de cada jugador no son capacidades previas y fijas en el tiempo, sino más bien debidas a un esfuerzo intencional que cultive y permita evolucionar de forma continua esa serie de capacidades.
De este modo las características genéticas o perfil y características del jugador en un determinado momento podrán predisponer al jugador para algo, posibilitar y potenciar el aprendizaje, pero este única y exclusivamente podrá emerger a través de la modificación de actitudes y comportamientos gracias a la práctica durante el proceso de entrenamiento, donde el jugador sea capaz de adaptarse a estos contextos en la búsqueda por evolucionar hacia niveles de rendimiento superior. De este modo, pese a que los factores genéticos tienen su importancia, estos podrán ser inhibidos si el contexto de práctica no es favorable para esta mencionada adaptación constante y evolución que permita alcanzar superiores cotas de rendimiento. Por lo tanto consideramos interesante, desde la perspectiva del staff técnico, el diseño y propuesta de desafíos que pongan a prueba a los jugadores, condicionándolos y facilitando el emerger de aquella serie de comportamientos o coordinaciones que, siendo colectivamente inteligentes, no dejen de permitir cierta libertad para experimentar, fallar y evolucionar respetando la singularidad de cada uno de los jugadores.
“O erro é a variabilidade de que nós não gostamos. À variabilidade que gostamos chamamos creatividade, à variabilida de que não gostamos chamamos erro (…) Com certeza que nós debemos apontar a variabilidade num sentido que permita atingir mais os objectivos (…) passa por percebermos como é que podemos orientar esta margen de variabilidade num sentido mais funcional”. (Duarte Araújo)
“Siempre hemos de tener cuidado para ‘no cerrar soluciones’. Cerrar las soluciones no es ayudar a crecer al jugador de fútbol, sino crear ‘militares que cumplen funciones’. De lo que se trata es de crear situaciones en el entrenamiento, para que a través de ellas los jugadores aprendan”. (Juanma Lillo)
Desde que el jugador empieza a jugar, esta participación precoz le permite adquirir un conjunto de competencias que le pueden facilitar o dificultar determinada práctica, por lo tanto, aquellos que practiquen diversas actividades, inicialmente de carácter informal, podrán tener una cierta ventaja con respeto a los más sedentarios y menos curiosos. El denominado «fútbol de rúa» no indicaba soluciones anticipadamente, sino que el jugador se iba adaptando a través de un descubrimiento en interacción con cada situación en concreto, fallando y evolucionando. De esta manera, el llevar a cabo tomas de decisión correctas significa descubrir, en función de las características o perfil del jugador en interacción con la situación específica de juego, aquellas soluciones más efectivas y eficientes para ese sujeto, en esa situación concreta del juego y dentro de ese contexto.
Debido a esta serie de aspectos, teniendo en cuenta que el juego no es determinista, es decir, no existe un conocimiento anticipado y planificación previa que permita conocer la secuencia de acontecimientos en un partido, será necesario para los jugadores vivenciar situaciones ligadas a la incertidumbre y variabilidad inherente al propio juego, aprovechándose de las diversas variables situacionales e información esencial interaccionando con el contexto en búsqueda de sus objetivos específicos. Los jugadores con mayores experiencias significativas en relación a su aprendizaje podrán tener una mayor capacidad de percepción de esta información más relevante para ellos y así conseguir emplearla a través de comportamientos más eficaces y eficientes durante las diversas situaciones del propio juego. Esta serie de situaciones específicas incrementarán la experiencia de cada jugador, las cuales deberán de respetar esta variabilidad inherente al juego, no obstante, entendemos que esta variabilidad no deberá de entenderse como dispersión, sino que deberá adoptar una perspectiva funcional, respetando diversas formas de alcanzar el objetivo.
El condicionamiento a través de la propuesta de una u otra serie de contextos de práctica, podrá potenciar las características de cada uno de los jugadores así como facilitar una serie de interacciones entre ellos a nivel colectivo. De la misma manera será importante que esta serie de contextos no lleguen a limitar o retirar la expresión creativa de cada uno de ellos dentro del colectivo para actuar de acuerdo con un posible patrón idealizado por su entrenador que se pueda mantener distante de aquello que los jugadores sienten. Idea que, de no adecuarse al perfil de alguno de los protagonistas, partirá en la búsqueda de aquello que el entrenador considera que el jugador debe ser, en detrimento de aquella serie de características o comportamientos que lo hace único y especial. De esta manera entendemos que será importante, desde el punto de vista del entrenador, el conseguir condicionar y guiar a los futbolistas creando situaciones de juego específicas que, primando una serie de informaciones o variables consideradas importantes, respeten la diferencia y creatividad única y propia de cada uno de los componentes del colectivo.
Una vez aquí cabe valorar la importancia de la intervención del entrenador no solo a la hora de crear o condicionar los mencionados contextos de práctica, sino que también su intervención a nivel de feedback durante el desarrollo de esta serie de vivencias. De hecho, la actual ansiedad por corregir, por no respetar las diferencias, el tiempo y aquellas experiencias necesarias que promuevan esa propia auto-organización puede limitar la evolución del jugador, incluso el dar un refuerzo positivo que eleve el ego del jugador en base a una serie de competencias desvalorando el esfuerzo, el error y la auto-superación necesaria para continuar adaptándose y evolucionar. El talento florece en medio de la superación entre dificultades, en la exigencia por adaptarse a diversas oportunidades y posibilidades que el propio juego permite. El “defecto” o error, como sorpresa para muchos, se puede llegar a convertir en el verdadero facilitador del talento y modelador de un camino de experiencias irrepetibles que configurarán de manera continua al deportista, determinando sus posibilidades de interacción y aportación dentro del contexto colectivo.
“¿El jugador tiene que fallar? Claro que tiene que fallar, pero el entrenador ha de proponer adecuadamente los contextos de práctica para que el jugador falle cuando el entrenador quiera y en las condiciones que el entrenador quiera para que ese error sirva al jugador para crecer”. (Enric Soriano)
“Tente outra vez. Falhe outra vez. Falhe melhor”. (Samuel Beckett)
De esta manera, todo club entenderá como positivo identificar un jugador como talento, aunque este únicamente se va a convertir en el punto de partida de un largo camino. Desde la perspectiva de los clubes entendemos que será importante, por lo tanto, más que identificar y detectar talentos, crear contextos y escenarios de práctica para que estos puedan emerger y evolucionar dentro de un ambiente fructífero para ello, entornos que únicamente podrán beneficiar esa evolución en caso de estar condicionados de manera oportuna por los debidos entrenadores o formadores, con formación y consciencia del contexto en el cual están involucrados. Labor esta cada vez más importante teniendo en cuenta que los entrenamientos son, para muchos y cada vez en mayor medida, las únicas experiencias en relación a la propia práctica específica y juego desde edades tempranas.
* Henrique Sanfiz es entrenador de fútbol.
– Foto: Facebook FCPorto-Dragon Force
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