1.- El fútbol es bonito por acontecimientos como el de hoy en Maracaná. El que es, probablemente, el estadio más legendario del fútbol mundial dejó apenas unas pocas sillas vacías porque mucha gente estaba ansiosa por ver a esa selección que reta a la canarinha, la española, campeona de todo, generadora de éxitos, heredera (o refundadora) del jogo bonito brasileño, al que ha llevado al cénit, elevándolo a la máxima expresión. Pero la torcida abucheó a ese equipo porque apoyaba al más pequeño, al más débil, al equipo encantador, a Tahití. Como para no apreciarlos, si hasta le regalaron un collar a cada miembro de la selección española.
2.- Las circunstancias han hecho que los espectadores no pudieran ver a la mejor España, se quedaron sin poder disfrutar de la versión 4G de la Roja que sí se vio en Recife. El rival no invitaba al juego lustroso, al toque imaginativo vertiginoso habitual de la selección. Tahití es un equipo humilde cuyos jugadores se pagan su propio uniforme y en el que tan sólo uno de ellos dedica su vida a este bello arte llamado fútbol: Marama Vahirua, del Panthrakikos griego. Y claro, jueguen los suplentes o los titulares de España, encontrar la motivación para competir cuesta, sin ir mucho más allá de la inercia que lleva a los jugadores poco a poco a la portería adversaria.
3.- Tahití está en la Copa Confederaciones por méritos propios, no nos olvidemos. No es un simple equipo de aficionados de la otra punta del mundo invitado por la FIFA, es el campeón de Oceanía, aunque ello no evite pensar mal del nivel de esta confederación. El premio se les entregó hoy a los tahitianos, más que cuando ganaron el trofeo. El sueño de un grupo de 23 chavales de jugar en Maracaná contra la mejor selección de la historia. No es poco.
4.- Lo que más ha llenado la boca de los seguidores españoles es la cantidad de goles que iban a caerle a los pobres tahitianos. Que si 8, que si 19, que a ver si alguno supera el récord de Chacho y los suyos… Estaba claro que el partido se iba a ganar andando, sin humedecer mucho la zamarra con el sudor de unas pocas carreritas, así que había que especular con un resultado histórico. Chacho puede descansar tranquilo. No se llegaron a trece ni Torres pudo quitarle su marca de seis goles en un partido. ¿Se ha perdido una oportunidad histórica de marcar un nuevo máximo de tantos? Puede ser.
5.- Aun así, España le ha metido a Tahití una decena. Una doble cifra que no se veía en un marcador español desde que Malta visitó el Benito Villamarín en 1983. Aquel día, la selección entrenada por Miguel Muñóz se clasificó para la Eurocopa de Francia, en la que cayó en la final ante la anfitriona, y un portero, John Bonello, se ganó el cariño de nuestro país. Esta vez le tocó el turno a Mikael Roche. Fue la estrella de la noche a pesar de encajar diez goles. Cada intervención acertada levantaba al público de sus asientos, jaleándolo, mientras él respondía con los brazos apuntando al cielo, como cuando Torres mandó el penalti al larguero.
6.- Como análisis técnico-táctico, el partido debería haber dejado pocos detalles interesantes, pero en realidad se pueden rescatar un par de apuntes. Aunque jugase contra Tahití, el partido de Javi Martínez como pivote único fue soberbio. Jugó con una colocación más típica de un partido de alta tensión, siempre en el sitio justo, sin sobrarse con aventuras en campo contrario en demasía, como ensayando para días más importantes que están por venir; quién sabe si en semifinales jugará junto a Busquets o si Del Bosque seguirá apostando por el mediocentro solitario.
7.- El otro punto a analizar es Jesús Navas. Este chaval no entiende de rivales menores. Juega, corre y desborda como si tuviera a Paolo Maldini cubriéndolo y se estuviera jugando la Champions. En los 45 minutos que jugó fue un cuchillo afiladísimo por la derecha, sacándole tres metros en dos segundos a su marcador y habilitando a sus compañeros dentro del área. Jugó entonces España con tres defensas puros, más Javi Martínez como falso 4 (permítaseme la licencia). Apenas había necesidad de defender, así que el jugador del Bayern seguía siendo el mediocentro, pero echaba una mano a Albiol si éste la necesitaba. El cambio provocó mucha más superioridad en el medio y un filón en la derecha.
8.- En cuanto al juego de Tahití, sólo queda aplaudir, al menos desde mi punto de vista. Más allá de que el saque inicial fuera un patadón al campo de España, Tahití jugó contra la campeona del mundo como, probablemente, suela jugar contra rivales de su entidad. Líneas muy juntas, con la defensa muy lejos de su propia área, buscando por lo general sorprender con centros laterales originados tras un par de buenos toques rápidos en tres cuartos de cancha. Hoy no pudo sorprender, pero al menos Reina tuvo que salir de palos varias veces.
y 9.- La primera parte del trabajo, la más básica de todas, ya está hecha. España está virtualmente clasificada para semifinales y lo estará matemáticamente si Uruguay no gana. Además, superó por cinco tantos la diferencia de goles con Nigeria, por si a los africanos les da por pelear el primer puesto del grupo. Ahora toca esperar al precioso Brasil-Italia del próximo domingo para ver qué equipo retará a los de Del Bosque en el penúltimo partido del torneo.
* Jesús Garrido es periodista.
– Foto: Nelson Almeida (AFP)
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