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1.- En el minuto 9 de partido, Mascherano cometía un error garrafal que Piqué no era capaz de corregir. El precio: un gol de Robinho. Sólo de dos ocasiones más dispondría el Milan en todo el partido, pese a que las sensaciones dijeran otra cosa. En gran parte fue porque ese fue el único error de la zaga: durante el resto del partido, Piqué, Mascherano, Adriano y Busquets se mostrarían soberbios.
2.- Sí, falta un defensa: Dani Alves. Él no estuvo sobrio, pero es que era imposible estarlo. No hay jugador en el mundo capaz de aportar profundidad y amplitud en ataque, compensar la nulidad absoluta de Xavi sin balón y, al mismo tiempo, cubrir la zona del lateral derecho. En esa tesitura, se vio permanentemente superado por un Kaká que, durante toda la noche, recordó al gran futbolista que fue, gracias en parte a los desdoblamientos del inagotable Muntari, quien a su superioridad posicional muchas veces sumaba la numérica. Si se les unía Robinho, excelente como falso nueve, ya estaba liada.
3.- A partir de esta superioridad construyó el Milan su dominio en el encuentro durante el primer cuarto de hora, ayudado por las posiciones estáticas y la excesiva tendencia a tratar de dormir el partido con balón del Barça. También por el pobre pressing culé, fácilmente superado por jugadores de escasa calidad técnica merced a unos mecanismos sencillos pero bien planteados. El Barça, sin haber sometido primero al rival, no tiene el físico suficiente para ser solvente en esta faceta.
4.- No obstante, la calidad del Milan no es alta y, con una que recuperen, los culés pueden marcar gol. Exactamente eso fue lo que sucedió. Dos meses después del inicio de la temporada, Iniesta daba su primera asistencia de gol y Leo demostraba, una vez más, por qué es el mejor. A partir de este momento, el control absoluto sería catalán.
5.- Al ritmo de Xavi transcurrirían los restantes 70 minutos. Un ritmo, evidentemente, mucho más lento del que fue, pero más que suficiente para atacar a rivales replegados que no le presionan y, por ende, no le roban el balón. Luego se reducen en gran parte los contragolpes. Sin embargo, en todo momento faltó algo para acabar de superar al Milan. Martino probó distintas cosas: Messi por la derecha, Alexis de nueve, Alves más profundo, Neymar con permiso en algunos momentos para ir hacia el medio…
6.- Estos recursos servirían al Barça para disponer de hasta otras cinco ocasiones clarísimas de gol y otras tantas llegadas con máximo peligro. Pero ni Alexis, ni Neymar, ni Iniesta ni Adriano acertarían a batir a Amelia. Un viejo problema que, de momento, Neymar no resuelve: el único jugador del Barça que está teniendo un nivel aceptable (en su caso, excelente) en la definición es Messi. Hay días feos, contra rivales compactos y encerrados contra los que ni su irregular césped ni su peligro a la contra aconsejan aumentar el ritmo, en los que no se puede generar demasiado ni disponer de más de una ocasión clara de gol. Y Leo es el único que la mete. Ya van dos partidos consecutivos en los que, pese a tener los culés muchas más oportunidades que su rival, se empata por este desacierto en la definición.
7.- Con el paso de los minutos, las ocasiones desaparecerían en una y otra portería mientras el encuentro se esfumaba viendo cómo para ninguno de los contendientes era imprescindible ganar. Tampoco para el Barça, que lidera con 7 puntos el grupo, sabiendo que a su rival más duro se enfrentará en el Camp Nou y que el Clásico está a la vuelta de la esquina. Porque, sin el aliento de su afición y sobre una alfombra, los milanistas dejan de ser el bloque de hormigón diseñado por Allegri que hace honor a su escudo para comportarse más bien como el grupo de jugadores más propios de Europa League que, en su mayoría, son.
8.- No siempre se puede ganar en la vida, ni siquiera cuando estaba Guardiola. También entonces se empataba en Milán o en campos de rivales de nivel inferior como el Stuttgart. A base de idealizar aún más de lo que fue un pasado ideal, el culé siempre encuentra algún motivo para la crítica, en muchos casos, excesiva, desmesurada, injusta y basada en una exigencia inalcanzable para cualquier equipo de la historia. Pero dicen que la crítica es sana, va en el ADN barcelonista y Martino ya ha asumido la necesidad de la crisis semanal. Aunque se haya generado el doble de ocasiones que el Milan en San Siro.
y 9.- Por supuesto, yendo más allá del partido, hay motivos reales para la duda. El Barça no consigue combinar continuadamente fases de peligrosidad ofensiva sin sufrir atrás ante grandes rivales. La Supercopa se ganó sin ser mejor que el Atlético y hoy, que cabe recordar que no era imprescindible ganar, pese a haber sido superior al Milan, la diferencia no ha sido excesivamente grande y han vuelto a vislumbrarse puntos débiles claros. Digamos que el culé ansía ver que su equipo vuelve a ser superior en los más grandes escenarios y que hoy no ha podido resolver ninguna duda al respecto en sentido positivo. Que no atisba señales claras de un cambio de tendencia. Habrá que esperar, pues. El Clásico resolverá las dudas.
* Rafael León Alemany.
– Foto: www.imagephotoagency.it
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