1.- A estas altas horas, una riada gigantesca de adjetivos se precipita -voluntariamente- por el acantilado de la vieja isla y cae al vacío. Cada vez que Leo Messi marca uno de sus goles planetarios, un adjetivo se suicida. Tras la hazaña por quintuplicado frente al Bayer, el acantilado de las palabras suicidas se ha ido llenando de peregrinos portando la vela del sacrificio: uno tras otro, por el filo han desfilado los adjetivos adjuntos y los atributivos, los complementos predicativos y los de oposición; los explicativos y también los especificativos. Cayendo a plomo les han seguido los determinantes y calificativos y, a continuación, los demostrativos y posesivos, los numerales e indefinidos. Y luego han llegado los adverbios y las preposiciones y, en lontananza, se aprecia ahora una larga hilera de sustantivos con destino a la roca de la fatal caída…
2.- Cesc, Iniesta y Messi evolucionando entre líneas son imparables. Si les permiten residir en esa zona inhóspita, el Barça tiene medio partido ganado y el rival, una montaña por escalar. Busquets para dar salida y Xavi para filtrar a una de las tres opciones: a Cesc, a Iniesta o a Messi, cada cual en una ubicación permanentemente móvil y con orientaciones diferentes. Cesc para asistir, Iniesta para desbordar, Messi para ejecutar.
3.- Desde la base de seguridad del tándem Busquets-Xavi, las mariposas voladoras deconstruyen al Bayer hasta dejarlo en los huesos. Es el mismo Bayer que amedentró al Chelsea y eliminó al Valencia; el mismo que venció 2-0 al Bayern el pasado sábado. Un equipo serio que pareció de broma, descuartizado y aplastado, simplemente sometido.
4.- El sometimiento al rival explica más cosas que los resultados. Cualquier resultado es mucho más visible y reluciente, pero también puede contener muchas más mentiras. El sometimiento no engaña. Cuando un equipo logra someter a otro por su manera de jugar (y la del Barça es una manera muy peculiar de hacerlo) consigue un bien supremo: difícilmente perderá un partido.
5.- Desde octubre hasta Navidad, este Barça sometió a sus rivales de menos a más. Luego llegaron las semanas de plomo tradicionales en Can Barça, se añadieron algunas lesiones de peso y el lento retorno de Messi a la plena forma. Hasta que, poco a poco, las piezas regresaron a su encaje y el equipo al dominio. A mediados de febrero volvió a someter rivales.
6.- Someter no significa, necesariamente, marcadores abultados. Lo ha sido contra el Bayer, pero esa no es la auténtica seña de identidad. Lo que identifica el sometimiento es apropiarse el balón, sentar la línea trasera en el círculo central, no perder el cuero, no correr prácticamente ni una sola vez hacia atrás boqueando, adelantar a Xavi hasta la plataforma de lanzamiento y, a partir de ahí, bum bum, mover y mover, remover al contrario, girarlo del derecho y del revés. Y cuando está mareado, entonces intentar apuntillarlo.A veces concluye en goleada y otras, no. Pero la clave del juego posicional del Barça es someter al rival. Esa es la victoria de su estilo.
7.- Busquets timonea (y corrige a Piqué), Xavi pasa las órdenes y el trío Cesc, Iniesta, Messi se reparte las carrozas reales: tú el oro, yo el incienso, él la mirra. Excelso Iniesta tintineando desde la banda izquierda, donde rompe caderas rivales a ritmo de tango, igual que Tello lo hace rapeando. Magnífico Cesc perfeccionado su aprendizaje en el juego horizontal (del vertical ya lo sabe casi todo). Y Messi, ay no, que con Messi se suicidaron los amigos del verbo… incluso antes de saber que Leo tenía dolor de cabeza antes del partido y lo ha resuelto tomando una aspirina (no es ninguna ironía).
8.- Tello baila y baila. Con el swing de Nueva Orleáns en los pies y la rotundidad del skater. Toma el balón, lo acaricia sin mirar, cambia de marcha y ahí que va… Otro imberbe que ha derribado la puerta para quedarse.
y 9.- Enfadado porque su primera vaselina con la pierna buena no había sido limpia, Messi decide repetirla pero con la pierna mala. Entonces sí: esa contiene el ángulo exacto, la fuerza precisa, la parábola perfecta. Luego llegan más, pero a esa hora los adjetivos ya se están precipitando al vacío, suicidándose en masa. Simplemente es El Elegido.
– Foto: Miguel Ruiz (FC Barcelona)
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