Zurdo exquisito, revolucionó la Premier League a base de desbordes, centros y gambetas, y pese a haberse reconvertido en un playmaker con el paso de los años, su experiencia y clarividencia en el juego hacen que todavía sea considerado un activo de gran valor para su equipo, en el que ha estado toda la vida. Este 11 clásico debutó en 1991 cuando, a nivel internacional, Rusia aún era la URSS y, a nivel local, Barcelona estaba cambiando su imagen para los JJOO. Para hacernos una idea, en el césped Cruyff entrenaba entonces a un Barça que no contaba con ninguna Champions en sus vitrinas, mientras Pep Guardiola daba sus primeros pasos en un Dream Team en formación y, por ejemplo, jugadores como Cuenca y Tello pataleaban una barriga a la espera de poder hacerlo con un balón. Entre otras cosas, el mundo aún no conocía a un futuro heptacampeón como Michael Schumacher, que debutaría esa misma temporada, al tiempo que Miguel Indurain empezaría su saga de victorias en el Tour de Francia ese mismo año. Al otro lado del charco, Michael Jordan y Magic Johnson, con su juego puro showtime, estaban convirtiendo el baloncesto en un deporte de repercusión mundial. Como banda sonora del momento, Smells Like Teen Spirit de Nirvana y Losing My Religion de REM fueron hits que, como nuestro protagonista, se convertirían en clásicos que se recordarán toda la vida.
A todo esto, Alex Ferguson ya llevaba cinco temporadas como entrenador de un Manchester United que no cantaba el alirón liguero desde hacía 26 temporadas. Ese curso, Fergie hizo debutar a un joven adolescente galés cuatro años después de haberle dado la bienvenida con 13 primaveras haciendo alarde del clásico humor inglés: el menudo extremo se salió con un hat trick en un trial ante los pequeños red devils y un joven Ferguson le dijo, a modo de broma, que su exhibición no había sido suficiente para ganarse la incorporación al club. Era el comienzo de una historia de la cual, todavía hoy, no conocemos su final.
Ryan Giggs, leyenda viva de Old Trafford, renueva desde hace años sus contratos al puro estilo Pep Guardiola, año por año y según sensaciones y objetivos, porque pese a que sus piernas empiecen a notar el paso de los años, su cerebro sigue trabajando como el de un adolescente ambicioso. Del Giggs al que “todo defensa temía hasta el punto de plantearse no volver a jugar más” según dijo Gary Pallister, defensa y compañero de Giggs en el ManUtd (1989-1998), sólo queda algún destello puntual. Capaz de leer el juego como pocos, con el paso del tiempo ha ido centrando su posición para suplir su cada vez más marcada falta de velocidad con calidad y toque, siendo la razón por la que Ferguson retrasa la incorporación de un mediocentro que alumbre el centro del campo red devil. Porque como Giggs y Scholes, señalados como posibles sucesores de Sir Alex al banquillo, aún no ha encontrado a nadie.
En el pasado reciente del United se recuerdan dos grandes generaciones enlazadas por el talento galés, que fue el primer poster boy e ídolo de masas, como si de un rockero se tratara. De los Cantona, Paul Ince, Mark Hughes o Peter Schmeichel, primeros campeones de la Premier, a los Fergie Boys, la generación de los hermanos Neville, Beckham, y el dúo pelirrojo Scholes–Butt a los que se unieron Roy Keane y Ole Gunnar Solskjaer, campeones de Europa en Barcelona, todos ellos han ido pasando por el césped de Old Trafford, pero sólo Ryan, tras 21 temporadas y renovado recientemente por una más, sigue sobre él. Más de 700 partidos con el equipo del noroeste de Inglaterra y 111 goles le avalan como uno de los grandes; además, es el único jugador que ha marcado al menos un tanto en todas y cada una de las temporadas desde que se instauró el formato Premier League tal y como lo conocemos hoy en día.
EL ESPEJO DONDE MIRARSE
Pero la magnitud e influencia de Ryan Giggs va más allá. ¿Qué habría sido de Rooney, Cristiano Ronaldo o Nani sin haber tenido en él un espejo donde mirarse como ejemplo de compromiso y profesionalidad, al mismo tiempo que consejero y mano derecha de Sir Alex tanto dentro como fuera del campo? Y es que este número 11 que ahora vemos ejerciendo un rol de jugador de equipo, en su día fue quién destacaba, llenaba periódicos y recibía halagos incluso de cracs del momento como Alessandro Del Piero que, avergonzado, reconocía “haber llorado viendo jugar dos futbolistas: Roberto Baggio y Ryan Giggs”.
Procedente del Pádova, el italiano lleva toda la vida en la Vecchia Signora, carrera paralela a la del galés como red devil. Ambos forman junto a Raúl, Puyol, Henry, Scholes, Pirlo o Seedorf aquel selecto grupo de futbolistas que consiguen superar la treintena e incluso llegar a la cuarentena siendo todavía líderes de sus equipos. Con Maldini como referente, se trata de aquellos futbolistas que, en nuestro caso, hemos visto jugar casi toda la vida, coleccionando sus cromos primero, jugando con ellos en la Play después y en definitiva, disfrutando de su juego y de su aportación al mundo del fútbol. No se trata tan solo de futbolistas, sino que merecen el trato de leyendas vivientes. Y es que todos ellos forman parte del privilegiado grupo que, a diferencia del protagonista del libro “El retrato de Dorian Gray”, que ansiaba el aspecto de un rostro joven eternamente, parecen haber pactado con el diablo para conseguir la juventud futbolística eterna.
* Sergi Besa y Marc Terrés son estudiantes y aprendices. En Twitter: @futbolsegunvin En la web: elfutbolsegunvin.wordpress.com
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