“Muramos por las ideas, de acuerdo, pero de muerte lenta. Por unas ideas que no tienen futuro el día de mañana. Morir por las ideas, está bien, pero ¿por cuál?” (Georges Brassens)
El entrenamiento en fútbol está basado en la búsqueda de poder, en la búsqueda de ser otro, y el esfuerzo por salir de quienes somos nos mantiene aquietados e inmóviles por tratarse de una ilusión que hace las mismas de dolor y conflicto.
El conflicto es norma en las relaciones humanas y se establece cuando confundimos “aquello que es” con “lo que debería ser”. Convivir con ficciones se ha convertido en un problema vital.
Las culpas y los culpables tienen su razón en el mecanismo básico que tenemos para eludir nuestra propia frustración, no sabemos ejercer nuestras libertades sin perjudicar las de los demás. Si el jugador debe cambiar, que sea en uno.
La creatividad, continuidad de la novedad y verdadero sustento del juego, sucede cuando no hay pasado –ficción–: cuando la expresión artística se manifiesta sin patrones, sin ideas, sin que las construcciones mentales interfieran. Abidal decía sobre Messi: “No se sabe si antes piensa o ejecuta”.
En su significación primaria es el hombre que juega y no el hombre que sabe. Que el juego es irracional lo refuta el género animal, que sin concepción del mundo, en el sencillo e imprescindible encuentro con otro, se invitan a ese tipo de rituales donde saltan, chocan, esquivan, muerden, en lo que parece juego reglado y tan sólo son pactos naturales relacionados con el instinto de conservación –mediante pelota–.
La cultura y el conocimiento suponen obstáculos para la inteligencia, que está íntimamente ligada a la espontaneidad. En el juego cambiante no hay sitio para lo fijo aunque nosotros, seres hablados, tendamos a hacer trama con la casualidad y la razón, obviando que “el hombre no puede llegar a la verdad por medio de ninguna organización, a través de credos, dogmas, sacerdotes ni rituales, ni tampoco por medio de conocimientos filosóficos ni técnicas psicológicas” (Krishnamurti).
Antes de Lillo, Korzybsky resaltaba las diferencias entre mapa (una abstracción) y territorio (lo real), entre el modelo de realidad y realidad. Porque el nombre no es la cosa nombrada.
La diferenciación creada entre juego y jugador es una muestra de cuán distantes nos quedan los territorios desde los mapas. Paco de Lucía comentaba: “Con Larry Coryell, John McLaughlin o Al Di Meola la música no era flamenco ni jazz, era una fusión de músicos que no de músicas”.
La metodología en fútbol presupone que no hay vida donde pretende aplicarse. Lo vivo no precisa una manera externa y estructurada de hacer las cosas, querer reducir la incertidumbre ciega la evidencia de que el “logos” de “todo” está en “mí”, es decir, ‘entre nosotros’.
El jugador de fútbol no aprende, aprehende jugando, se desprende de todo lo que sabe dando recuerdo a lo natural, siendo el juego en sí único maestro capaz por su carácter libre y carente de doctrina.
Lo sensible jamás puede manifestarse por la fuerza. Los verdaderos maestros conviven sin que su autoridad necesite acogerse a un reglamento. La disciplina como idea de acción –sin interacción– hace la diferencia entre personaje y persona, deshumaniza confundiéndose a efectos de rentabilidad, y decía Antonio Gala que “la vida es una partida de ajedrez en tablas hasta el final”.
Jorge Urtain, exjugador de la cantera del Málaga Club de Fútbol, parecía tener más probabilidades de éxito en el regate cuanto mayor número de rivales fueran a su acoso. Si dicha situación de hambre le agudiza el ingenio, ¿qué es progreso; cubrir necesidades?
En nombre del “progreso” surgió el pensamiento sistémico, que sigue suponiendo una evasión de la realidad por su división conceptual, una idea libertaria sin libertad, una mirada tan opaca como su opuesto. Comprender la complejidad del ser que juega se torna imposible sin el desapego de imágenes –hasta las fórmulas matemáticas constan de ellas–. De esto no se puede saber.
* Kevin Vidaña, entrenador nacional de fútbol. Experiencias en Chana cadete, El Ejido juvenil y Puerto Malagueño juvenil División de Honor.
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