1. Diego Costa no jugará con la selección española contra Bielorrusia (clasificatorio para la Eurocopa) ni contra Alemania (amistoso). Un mes plagado de molestias físicas y con muy poca continuidad ha hecho que Vicente del Bosque deje que disfrute de dos semanas de entrenamientos en Cobham para afinar su puesta a punto. Antes de ese descanso, al hispano-brasileño le esperaba una última batalla en Anfield en la que el Chelsea quería confirmar aún más su rotundo liderato en la Premier League.
2. A los blues les costó entrar en el partido, igual que ya les sucediera entre semana en Eslovenia, escenario en el que tuvieron que remar a contracorriente para no perder contra el Maribor. El Liverpool se presentó ante su afición sin complejos después de haber mostrado su versión más tímida en el Bernabéu con un once con muchos suplentes. Esta versión agresiva de los de Brendan Rodgers estuvo liderada por Emre Can, una de las caras nuevas tras un intenso mercado de fichajes que quiere empezar a disipar las dudas creadas en torno a su figura. Sin preámbulos –dos equipos que se conocen tanto no necesitan cortesías–, un disparo del alemán rebotó en Cahill para despistar a Courtois y poner por delante al Liverpool. No habían pasado ni diez minutos desde el saque inicial.
3. Asumida la sorpresa, el Chelsea reaccionó casi de inmediato. Todos los corsés tácticos que pudiera tener Eden Hazard en la banda izquierda se desataron automáticamente y comenzó a ser habitual ver al belga causar zozobra entre la línea de centrocampistas y los defensas del Liverpool. Unos metros más adelante de la zona de influencia del ’10’, Diego Costa se reencontraba con Martin Skrtel, en una reedición del intenso duelo que vivieron con las camisetas de Eslovaquia y España en el mes de octubre. Su rivalidad personal, plagada de lances físicos y verbales, va camino de convertirse en una de las imágenes de marca de la Premier League.
4. Aunque el ritmo lo marcaban Hazard y Costa, no fue ninguno de estos dos el protagonista del tanto del empate. El balón parado sigue siendo un vivero de goles y puntos importante para el Chelsea, y en él tiene una gran influencia Cesc Fàbregas. Su balón al segundo palo lo remató Terry y lo despejó Mignolet en primera instancia, pero Cahill cazó un rebote al que el meta belga llegó tarde. La tecnología en la línea de gol despejó cualquier polémica posible y Cahill volvió a sentirse en paz consigo mismo, después del desafortunado error ante el disparo anterior de Can. El partido volvía a comenzar.
5. Con el 1-1, la cita de Anfield giró el foco hacia los duelos principales en cada área: Costa y Skrtel en la del Liverpool y Balotelli y Terry en la del Chelsea. Existe una diferencia decisiva entre Balotelli y Costa: mientras el italiano dispara con balas de fogueo, el hispano-brasileño lo hace con fuego real. Cuando Diego Costa va a la guerra, exige a su rival el máximo, buscando el límite de su físico, su paciencia y sus nervios. Balotelli, por el contrario, apenas supuso una leve molestia para un defensa tan curtido como Terry. Así, mientras Skrtel tenía que emplearse en exclusiva de maniatar a su par, el capitán del Chelsea aprovechaba su mayor tranquilidad para fijar aún más la defensa con Cahill y Azpilicueta, minimizando cualquier posible peligro para Courtois.
6. El empate llevó al partido a una situación de impasse en la que Brendan Rodgers tenía que dar un paso adelante si quería luchar por la victoria. Can se diluyó tras el gol, Coutinho no dio motivos para que se le deje de considerar un jugador de refresco y Sterling resultaba poca amenaza, vigilado por Ivanovic y sacrificado más de una vez en tareas defensivas. Borini y Allen eran los encargados de dar un nuevo aire al Liverpool para buscar el 2-1, pero el Chelsea había madurado el partido salvo aislados disparos de media distancia que, o bien rebotaban en Cahill, o bien eran repelidos por Courtois, fiable como siempre.
7. La entrada de Borini y Allen no llegó a causar efecto porque el Liverpool ya tenía una fuga aún más importante. Balotelli cortocircuitó cualquier ofensiva red, cayendo en un fuera de juego tras otro y ganándose una amarilla ingenua al empujar a Oscar cuando el brasileño ni siquiera tenía el balón en su poder. Pocos minutos después sería sustituido por Rickie Lambert, ya sin gestos de desaprobación hacia su entrenador. Balotelli es consciente de que ha entrado en un periodo de devaluación del que tan solo él debe preguntarse cómo salir.
8. A medida que se apagaba la estrella de Balotelli fue creciendo la de Diego Costa. Su guerra con Skrtel seguía adelante, sin un respiro, con la camiseta desgarrada por la espalda. La permanente capacidad de desgaste del delantero del Chelsea a su rival quedó patente en el único respiro que el central eslovaco se tomó. En una veloz internada de Azpilicueta por la banda izquierda se pudo ver cómo Skrtel ordenaba a Lovren que vigilara a su particular tormento mientras intentaba echar una mano a un Glen Johnson superado. Esa desatención terminó siendo fatal para el Liverpool, pues el balón terminó en las botas del impío Costa, con Lovren a algunos metros de él, y aprovechó para fusilar a Mignolet y terminar con la incertidumbre del 1-1. La batalla de Anfield se la había apuntado Costa, que sigue manteniendo el pulso con el Kun Agüero por ser el máximo realizador de la Premier League.
y 9. José Mourinho afrontaba la recta final del partido con un escenario tremendamente alentador. Con ventaja a domicilio, los cambios de su rival agotados y diez minutos por delante, difícilmente se le iba a escapar al técnico blue el control de la situación. La impotencia local también ayudó a disipar cualquier duda sobre el resultado final, lo que permitió a Mourinho dar a Diego Costa el descanso que merecía después de un mes sin guerrear a su máximo nivel. Fue en el minuto 90, con Skrtel y el Liverpool sometidos, cuando el delantero del Chelsea se marchó al banquillo. La afición londinense respira aliviada al ver que su nuevo icono ha vuelto con hambre y que tendrá dos semanas para seguir afinando su puesta a punto física.
* Agustín Galán es periodista.
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