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La comunicación entre entrenador y deportista es uno de los grandes desafíos existentes en el deporte. No debemos confundir comunicación con relación. Entrenador y deportista pueden tener dificultades de comunicación-comprensión y, sin embargo, mantener una espléndida relación. Guardiola y Ribéry son un ejemplo de este desafío que acabaron por superar.
Su relación ha sido magnífica desde el primer minuto, tanto en los buenos momentos como en las malas etapas. Pep ha apoyado siempre al jugador, por más oscuro que pareciera el horizonte, especialmente en estos últimos meses. Y Franck siempre ha estado junto al entrenador: baste recordar con qué energía le dedicó el primer gran gol que marcó a sus órdenes, en la final de la Supercopa europea de 2013. Siendo estrecha y cariñosa dicha relación, sin embargo la comunicación-comprensión no fue fluida en la primera temporada en que ambos convivieron en el Bayern. ¿Por qué razón? Por el lenguaje, por la complejidad del lenguaje en el deporte.
En general, la comunicación es más una herramienta de confusión que de comprensión, fenómeno que en el deporte se agrava. Empleamos términos, palabras y conceptos con los que queremos expresar una determinada situación o movimiento, pero a menudo quien recibe esos mensajes los interpreta en sentido diferente. El entrenador necesita hacer llegar a los jugadores su visión o su propuesta o determinadas ideas, pero en el recorrido entre quien emite el mensaje y quien lo recibe siempre se pierde una parte de la propuesta. Y no es problema del idioma concreto que se usa. El idioma es muy importante para transmitir emociones, pero no resulta tan decisivo para expresar conceptos. La dificultad principal reside en el propio proceso de comunicación: no existe ningún diccionario que transporte los conocimientos complejos desde un cerebro a otro, de ahí que la comprensión siempre sea incompleta o inexacta y que precise mucho tiempo para el aprendizaje.
Ocurre en el atletismo, la natación, el baloncesto, el tiro con arco y, por supuesto, el fútbol. Por la misma razón, la adaptación a un modelo de juego o a cualquier propuesta técnica exige tiempo, dedicación, trabajo y énfasis en el detalle. No se trata de llegar a un equipo, comunicar las propuestas y que fluyan por sí solas. Cuando Guardiola decía en su primer año, y también en el segundo, e incluso a principios del tercero, que “necesito tiempo” estaba expresando el único problema de verdad que ha tenido en el Bayern de Múnich: tiempo para que sus propuestas fuesen comprendidas, asimiladas y digeridas por los jugadores; tiempo para que fuesen entrenadas, corregidas y perfeccionadas; tiempo para que la experiencia permitiera pulir los conceptos y todos los jugadores alcanzaran un grado de comprensión y de ejecución homogéneo.
Volvamos al ejemplo de Ribéry. Lo que fundamentalmente propuso Pep a su llegada fue que Franck pudiera moverse también por los pasillos interiores del ataque. No dijo que jugara siempre como falso 9 o por zonas centrales, sino que en determinados momentos o partidos además de jugar en la banda como extremo también se moviera por dentro, próximo al delantero centro. Lo menos importante es expresar esta idea: lo más importante es que en la comunicación entrenador-jugador no se pierdan todos los matices que engloba. De ahí que podamos hablar con propiedad de dificultades de comunicación, que no de relación, que fue y sigue siendo soberbia. Pero no era sencillo comprender mutuamente todo lo que suponía introducir dichos cambios.
Si revisamos este proceso comprobaremos que en la primera temporada Ribéry no pisó habitualmente las zonas interiores del ataque, pero ya en el segundo curso fue mucho más corriente que lo hiciera y, sobre todo, que lo hiciera con firmeza, mostrando una fuerte creencia de que la propuesta era acertada. Después, Ribéry resultó gravemente lesionado -precisamente una noche, ante el Shakhtar, en que estaba jugando a pleno rendimiento como atacante interior-, pero hoy en día ya no resulta extraño ni sorprendente ver a cualquier extremo del Bayern jugar por dentro, ya sea Douglas Costa, Coman o Robben. Y ahora que Ribéry por fin ha regresado de su larga convalecencia sin duda también le veremos moverse por las zonas interiores.
La comunicación de propuestas complejas siempre conlleva problemas por su propia definición y necesita tiempo y paciencia para ser comprendida en toda su amplitud. Propuestas de juego como las que plantea Guardiola comportan esta clase de dificultades hasta que son completamente asimiladas por los jugadores. Es uno de los grandes desafíos del deporte.
Foto: Imago
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