Entre Zaragoza y Villarreal reparte su amor y su vida futbolística. Nunca ha pasado desapercibido. Cuando no estuvo fino se le exigió como al que más, ya que tiene cualidades de estrella.
Este año, en ocho partidos ha marcado dos goles y dado cuatro asistencias. Además, un sinfín de detalles, pases, regates y movimientos que han permitido al Villarreal crear multitud de ocasiones y estar tan alto en la clasificación. Tanto en la de puntos, como en la de autoestima. Cani está haciendo un comienzo de temporada perfecto. Nadie va a descubrirlo a estas alturas, pero desde sus mejores años en Zaragoza no se recordaba a un Rubén Gracia tan determinante.
Su asociación con Bruno, Trigueros, Pina y los dos deanteros es sublime. Crea peligro solo con ese movimiento característico de cabeza cuando conduce la pelota. Pide, se desmarca, levanta la cabeza y controla para ya saber qué ocurre en todo el terreno de juego. Con un gran pase en corto y un excelente pase en largo, peligro asegurado. Su visión de juego siempre ha sido su mejor baza, a parte de su calidad y exquisitez, claro. Ahora lo aúna todo de una forma natural. Nada de destellos, de momentos. Cani es continuidad.
El año anterior, en segunda división, Cani fue muy importante pero se notó que no era su sitio, su división, su fútbol. Llegó de nuevo la gran categoría de la liga, dicen, mejor del mundo, y ahí es donde destaca. En este juego creado por el Villarreal desde los prebenjamines de seis años hasta el primer equipo. Ese ADN del que hablaba en el artículo sobre Bruno.
Tal como ha pasado el tiempo ha ido mejorando, como el vino. Además de una mejora en calidad, en cantidad de vino también va servido. Recordamos un Cani determinante hace seis o siete años, pero en pequeñas dosis. Ahora este vino es de calidad pero va en botella de cristal de cinco litros. Para que no se acabe.
Han pasado años escuchando por El Madrigal y la Ciudad Deportiva a gente diciendo que ese iba a ser su último año. “A Cani le queda un año de fútbol, dos a los sumo”. Qué equivocados estaban, qué equivocados estábamos. Esto no se acaba. Nació mayor para ir haciéndose cada vez más joven, pero sin olvidar las experiencias que ha ido viviendo. Llegó el momento idóneo: experiencia de más de diez años en el fútbol español (la gran mayoría en primera división) y una nueva juventud. Curioso caso. ¿Os recuerda al señor Button? Ahora, que va llegando el final, resulta que es cuando Rubén más da por su equipo, más joven se siente.
Ha ido probando, a lo largo de su carrera en España, casi todas las competiciones. Copa del Rey, Champions League, Europa League, Primera y Segunda división… pero él siempre se ha sentido más cómodo en la élite. O eso parece. Ahí es donde destaca su estilo de juego.
Este año es el encargado de ese último/penúltimo pase. Esa jugada que abrirá las líneas enemigas. Lleva ocho partidos sin casi equivocarse. Junto a Bruno y Trigueros crea la sociedad de la liga. El primero ejerce de líder sin balón, de alma del equipo. El segundo es el aliento que este submarino necesita en momentos en los que el de Artana y el maño pasan apuros. Con balón, es Cani quien coge la batuta. Hablamos de un último/penúltimo pase, pues es su especialidad. Pero cuando el rival, sabiendo bien lo que hace, tapa los pases raseados de Soriano y las ayudas de Manu o Tomás Pina, él baja a recibir para poder desarbolar varias líneas del rival, no solo la última.
Otro de los temas importantes sobre este futbolista es la confianza. Hay tal en Villarreal, hay tal en su persona y sus compañeros que eso le hace ser más grande de lo que, posiblemente, haya sido en toda su carrera. Todo el mundo le espera, todo el mundo le encuentra. Incluso él mismo es capaz de encontrarse y deleitar a los sufridos aficionados amarillos. Cree en él. Creen en él.
Su posición de falso mediapunta crea un malestar y desconocimiento al rival. Buena culpa de ello tiene Marcelino, el entrenador que lo está haciendo clave. Cada vez más. Éste mediapunta que cae continuamente a la banda izquierda y en menor cantidad, mucho menor, a la derecha, ya que, normalmente, Aquino está fijo en esa posición, vuelve loca a la defensa rival y a los centrocampistas. La duda de salir a robarle el balón a uno u otro crea una confusión que los castellonenses aprovechan con precisión quirúrgica.
Se sigue necesitando durante mucho tiempo a este futbolista. Sobre todo en esta temporada, la que necesita el Villarreal para volver a ser él. Esa temporada que afiance para siempre a este club en la categoría que nunca quiso ni debió abandonar.
Todos esperamos volver a ver a ese Villarreal que hizo amarilla a casi toda España en la fatídica semifinal de Champions League. La semifinal de Riquelme, como la llaman por estas tierras.
Que esto no se acabe, que vuelva aquel submarino de las grandes citas. La ilusión no falta. Juventud, descaro, experiencia, profesionalidad, un estilo… Funciona porque la mezcla es buena. Por eso y porque gente como Cani, que ha rejuvenecido para la obra, da más consistencia a la idea. La idea de volver a ser grandes. Grandes con exigencias. Grandes con buen fútbol.
* Jorge García Huesca es entrenador de fútbol base.
– Foto: EFE
©2024 Blog fútbol. Blog deporte | Análisis deportivo. Análisis fútbol
Aviso legal