"Lo que equilibra a un equipo es la pelota. Pierde muchas y serás un equipo desequilibrado". Johan Cruyff
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1.- Benfica y Chelsea nos han regalado una final hermosa. Hemos visto un equipo muy ofensivo, que no especula buscando el triunfo a su manera a través del balón y el juego asociativo como el Benfica, aunque no defiende bien y eso no se puede obviar. Enfrente, el Chelsea, vigente campeón de Europa, un equipo competitivo, con jugadores que han sobrevivido a tres técnicos en dos temporadas, y que ha golpeado en los momentos decisivos para alzarse con el título.
2.- Los primeros veinte minutos en el juego ofensivo del Benfica son para verlos una y otra vez. Jorge Jesús decidió superar la terrible derrota del pasado sábado ante el Porto reafirmándose en sus convicciones con un once muy ofensivo. Aunque a veces repliega como hizo ante el propio Porto el pasado sábado, el gen de este equipo es atacar, con Matić como iniciador y destructor de juego a la vez por delante de sus centrales, Enzo Pérez, interior en su origen, como medio de acompañamiento y por delante las avispas que revolotean personificadas en Salvio, Gaitán y Rodrigo; arriba el guaraní Cardozo, que dejó un partido para el recuerdo. A la espalda de David Luiz y Lampard el Benfica hizo mucho daño. Gaitán y Rodrigo intercambiaban sus posiciones, Salvio esperaba abierto en la derecha y el Chelsea sufría para contener. En el debe de los lisboetas, su falta de definición.
3.- El guión del partido mostraba a un Benfica superior, pero no se puede obviar un detalle: el Chelsea no estaba a disgusto en el papel de equipo dominado. Sus características no son para llevar la iniciativa. Benítez utiliza a David Luiz en mediocampo para paliar una carencia creativa que tiene la plantilla en esa posición. Junto a él, Frank Lampard ofrece experiencia y seguridad en el pase, pero no pretenden dominar el partido desde la posesión. A partir del minuto veinte, los blues se fueron recuperando a través del ida y vuelta de Ramires, hoy en la derecha, que obligó a Matić a ir a banda, sufrir y perder su posición, y por supuesto gracias a Juan Mata, el socio de todos que lee las necesidades de su equipo y aparece siempre en auxilio del compañero necesitado.
4.- El Benfica dominaba, el Chelsea se estiraba y el partido dejaba la sensación de ir igualándose. Era como si la superioridad evidente de las águilas no importase a un Chelsea acostumbrado a vivir en el abismo conocedor de su idilio con la pegada, confiado en que muchos de sus jugadores son capaces de ganar dos finales europeas en un año siendo inferior a su rival durante muchos minutos y probablemente sabedor de que el Benfica defiende mucho peor de lo que ataca.
5.- Y finalmente el Chelsea golpeó. Un saque con la mano de Cech atravesó al Benfica reventando su espina dorsal. El balón llegó a Torres; Fernando se puso el disfraz de las finales, controló, interpuso su cuerpo entre el balón y Artur y anotó el tanto que colocaba a su equipo en un escenario inmejorable. Reaccionó Jorge Jesús con dos cambios. Lima por un gran (pero exhausto) Rodrigo y un segundo que colocó el umbral del riesgo por encima del límite: el extremo Ola John por el lateral izquierdo Melgarejo, pasando Nico Gaitán a la posición defensiva. Todo o nada.
6.- Sin solución de continuidad empató Cardozo de penalti tras una mano de Azpilicueta que interceptó un balón delante de Lima. El partido del delantero paraguayo fue magnífico, referencia constante para sus compañeros, armó su pierna izquierda siempre que pudo a toda velocidad y jugó de maravilla de espaldas. Dejó una jugada para el recuerdo muy parecida a la que hizo el Lobo Carrasco hace 34 años en Basilea en la final de la Recopa del 79. En aquella ocasión el Lobo encontró a Krankl y el austríaco marcó el 4-3 del Barça ante el Fortuna Düsseldorf; hoy Cardozo no encontró a Lima porque se adelantó Cahill.
7.- Con el partido empatado, la disposición táctica del Benfica tenía un riesgo enorme. Para un equipo que no defiende bien, jugar con Gaitán de lateral izquierdo y tantos jugadores por delante del balón suponía un gran riesgo. El Chelsea seguía siendo un conjunto dominado que sacaba sus garras con más facilidad. Lampard, en un disparo de centrocampista de toda la vida, estrelló el balón en el larguero.
8.- Cuando el partido apuntaba a una prórroga dramática, emergió Branislav Ivanovic con su imán en el área contraria para homenajear a Santillana y suspendido en el aire a la salida de un córner conectar su cabeza con el balón. Artur no pudo llegar gracias a la parábola que imprimió el serbio a su remate. El Chelsea ajustició al Benfica en el descuento de la forma más cruel posible para los portugueses.
9.- Más allá de la maldición de Bela Guttman, el partido deja enseñanzas para el Benfica. Ataca muy bien, incorporando muchísimos jugadores, y se asocia de maravilla, pero defiende mal, hasta el punto de que ha recibido un gol de un saque con la mano del portero contrario y otro a la salida de un córner.
y 10.- El Chelsea es campeón de un título europeo por segunda vez consecutiva. Jugó mal, porque se expuso a encajar un gol muchas veces, pero volvió a sobrevivir. Es difícil de explicar su victoria desde un análisis futbolístico, pero supo castigar la principal debilidad de su rival, el aspecto defensivo, para llevarse el trofeo. Los jugadores levantan su segundo título europeo en dos temporadas y aumentan su palmarés a la misma velocidad que el club devora sus entrenadores. Creo que esto merece una reflexión.
* Alberto López Frau es periodista.
– Fotos: Adrian Dennis (AFP) – AP
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