"Cada acto de aprendizaje consciente requiere la voluntad de sufrir una lesión en la propia autoestima". Thomas Szasz
Triste y compungido, arrastrando las palabras, Javier Mascherano parecía hallarse en el purgatorio. Y lo estaba. Su error en un despeje puntual dejó al Barça tiritando al borde del abismo y el magnífico futbolista argentino no dudaba en martirizarse públicamente por dicho error. No recuerdo nada parecido la noche en que, dos años y cuatro días antes, un gran acierto suyo salvó al mismo Barça de la eliminación europea, cuando Niklas Bendtner se plantó solo ante Víctor Valdés a falta de un minuto para concluir aquellos octavos de final contra el Arsenal, competición que terminaría ganando el Barça. Mascherano salió aquel día en silencio, orgulloso, pero discreto. El martes, sin embargo, apareció demudado por el error, quejoso consigo mismo, incluso anonadado al revisar las consecuencias que pudo tener su mal despeje de cabeza.
No es habitual encontrar deportistas con semejante nivel de autoexigencia. Por lo general, la autocrítica es materia interior. La autocrítica es consustancial con el deportista, pues nadie mejor que él conoce sus posibilidades y, por tanto, dónde residen sus flaquezas y cuándo rindió por debajo de lo que podía. Lo inhabitual es el flagelo público, pues resulta más liviano acogerse a términos diplomáticos y lugares comunes que al azote sin piedad que Mascherano se propinó ante todos. Sus propios compañeros habían sido bastante autocríticos los días anteriores al fenomenal partido del martes y lo fueron aún más a su término, cuando reconocieron que esa noche sí habían sido ellos, confirmando por pasiva que no lo habían sido en los partidos anteriores. Sus alegatos a las lecciones aprendidas equivalen a un gran reconocimiento de todos aquellos detalles técnicos, tácticos y actitudinales que se habían dejado por el camino hasta la sacudida del martes. Pero siendo excelente la postura general y mayoritaria del vestuario, ninguna como la de este argentino que refunfuña por un error entre muchos aciertos. Su carisma como deportista se agiganta cada día más.
– Foto: Shaun Botterill
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