1.- Mala competición para vivirla desde el estrés. La Eurocopa nunca fue un paseo, sino un Tour de etapas espinosas, bayonetas caladas a la vuelta de cada esquina, una competición para encarar desde la serenidad -que no la apatía-, pero no desde la precipitación o el desespero.
2.- Portugal , tras un inicio correcto ante Alemania, concluido en derrota, ha encarado a Dinamarca desde la presión existencial y su rostro ha sido el de los caballeros pálidos ante la llegada de la guadaña. Epítome del juego portugués su capitán, Cristiano Torres por una tarde, absorbente en busca de la decisión individualizada, ajeno a que sus acciones ofensivas dividieran al equipo y las defensivas no existieran, sorprendentemente torpe en las finalizaciones, ausente incluso en la apoteósica y agónica celebración final.
3.- Portugal se redime en el resultado, pero deja sembrados en Lviv todos los interrogantes posibles sobre su fútbol, en especial la misión de los tres medios, Meireles, Veloso y Moutinho, más que correctos en transición defensiva pero inertes en la ofensiva, como ausentes, viviendo el partido desde la lejanía, apenas unos espectadores en el baile entre sus defensas y los atacantes propios.
4.- Y eso que la rotura muscular de Zimling al cuarto de hora ha quebrado la consistencia del centro del campo danés, que se ha quedado sin su hombre más rocoso. A Kvist le ha correspondido entonces pechar con todo el trabajo de corte y coberturas, visto que Jacob Poulsen no destaca en dichas tareas y mucho menos Christian Eriksen, que acumula otra nueva muesca negativa en partidos importantes.
5.- Ha habido un punto de unión en los conceptos de ambos equipos: la búsqueda de la resolución individual. Dinamarca lo esperaba todo de Bendtner y Portugal de Cristiano. Nuestros vecinos se han adelantado en dos puñetazos. Pepe en un precioso cabezazo a la salida de córner (el primer palo está matando a las defensas de momento); y Postiga adelantándose por bajo a Kjaer a centro raso de Nani. Un pim pam pum sencillo, sin alardes ni construcción.
6.- La réplica danesa ha sido similar. Bombardeo aéreo buscando la cabeza del gigantón del Sunderland al que Wenger no aprecia en demasía. Aunque los laterales portugueses (Joao Pereira y Coentrao) han vuelto a cuajar una tarde sobria, los centros desde las bandas han quebrado a la selección de Paulo Bento. En el primer gol porque Krohn-Dehli ha aprovechado una banana a media altura para ceder de cabeza a un Bendtner saltarín. En el segundo porque Pepe, el mejor portugués sin duda, no ha llegado al centro de Mikkelsen y Bendtner no ha tenido contemplaciones por alto.
7.- Hasta ese empate, Portugal caminaba cuando sacaba el balón desde atrás y corría sin cabeza cuando lo robaba en la zona central. Quizás Nani fuese quien más sentido buscaba: irse a la banda, burlar al pesado Simon Poulsen y centrar en busca de una cabeza amiga. Interesante también Nuno Oliveira, de movimientos algo lentos, pero capaz de dar pausa a un ataque frenético y poco meditado.
8.- Desquiciado y desquiciante Cristiano Ronaldo. No por sus errores de ejecución, que han sido varios y clamorosos, digno del peor momento de Fernando Torres en estos últimos tiempos, sino especialmente por esa vocación robbeniesca de absorber toda la energía de su equipo en busca de una acción individual, sin importar el precio a pagar. Eso no es ser chupón, sino algo distinto: poner en peligro a su equipo, separando líneas, inconsciente ante la realidad del juego colectivo y de las exigencias generales.
y 9.- Es posible que Portugal supere esta primera barrera europea y vaya pasando etapas en el torneo, pero sus argumentos contienen mucho de individual: un central veloz y contundente, dos laterales con mucha actividad, tres mediocentros con buenas coberturas en la transición defensiva, un excelente centrador y la personalidad especial de Cristiano. Son argumentos, pero ¿son suficientes?
– Foto: Reuters
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