"Todo lo que no está creciendo está muriendo. Crecer significa aprender y transformarte cada vez en una mejor versión de ti mismo". Imanol Ibarrondo
Firmas / Martí Perarnau / Bayern Múnich / Fútbol / Alemania
Quebremos un mito: el Bayern no es lo que es porque esté gestionado por exfutbolistas. Falso. Lo es porque está regido por excelentes gestores, dos de los cuales fueron grandes futbolistas, Uli Hoeness y Karl-Heinz Rummenigge. Pero lo que ha permitido obtener beneficios económicos temporada tras temporada desde hace 22 años ha sido una gestión moderna, sobria y equilibrada. La categoría de exfutbolistas de los mencionados solo es un plus añadido.
El presidente actual es Karl Hopfner, un economista de 62 años, que asumió el cargo después de que Hoeness entrase en prisión a causa de un delito fiscal sin relación alguna con el club. Hoeness desvió a Suiza sus beneficios personales de inversiones bursátiles, sin pagar impuestos. Tras su largo paso por la cárcel, Hoeness cumple ahora servicios sociales ayudando en la cantera del Bayern.
Rummenigge, Balón de Oro 1980 y 81, ha asumido las funciones de principal ejecutivo. Es otro hombre de rostro serio que comparte almuerzo diario en el restaurante de empleados de la ciudad deportiva, en Säbener Strasse. La ciudad deportiva no es nada del otro mundo: funcional, como todo lo alemán. No hay lujos ni dispendios. Un edificio de pocas plantas recorre cerca de 200 metros de una pequeña calle no muy alejada del río Isar. Hay siete campos de entrenamiento, dos de ellos exclusivos para el primer equipo. Un tercero lo comparten los hombres de Guardiola con los del filial. Los otros campos se reservan para equipos de categorías inferiores y para los femeninos, que en el Bayern tienen la máxima consideración competitiva (el primer equipo femenino ha ganado también la Bundesliga). Dado que hay overbooking en los entrenamientos casi toda la semana, el club ha proyectado la inminente construcción de una segunda ciudad deportiva exclusiva para los más jóvenes cerca del Allianz Arena, el estadio, en el otro extremo de la ciudad.
El Allianz Arena es propiedad absoluta del Bayern desde el pasado año, cuando acabó de pagar los 80 millones de deuda que tenían previsto abonar antes de 2025: los pagaron con diez años de antelación, así que el recinto es hoy 100 % del club y ya no adeuda ni un solo euro del mismo. Más aún: dado que tiene realquilado al TSV München 1860, el gran rival ciudadano, y organiza algunos eventos, el estadio renta al Bayern 48 millones anuales. Pragmáticos como son, los de Rummenigge están apoyando al 1860 en su difícil lucha por permanecer en segunda división porque eso significaría seguir percibiendo un suculento alquiler.
La cuenta de resultados es el punto fuerte del Bayern. Desde 1993, el club presenta beneficios anuales sin necesidad de contabilizar los traspasos de jugadores. El crecimiento ha sido exponencial en la última década. Si en 2005 el club facturaba 190 millones, el pasado ejercicio lo cerró con 488 millones. La estructura de ingresos posee una consistencia muy interesante, pues el 60 % de los mismos corresponde al apartado comercial, el que más ha crecido en tiempos recientes. La actividad comercial está disparada: el club ha vendido 1,3 millones de camisetas la pasada temporada, más que todos los restantes clubes de la Bundesliga juntos (105 millones en merchandising); ha abierto oficina comercial en Estados Unidos y lanzado su expansión en China; y multiplicado los acuerdos de esponsorización. Sus tres socios vertebrales son Adidas, que abonará 90 millones anuales hasta 2030 por vestir al equipo; Allianz, que pagará 6 millones por temporada hasta 2041 por dar nombre al estadio; y Audi, que no se queda a la zaga. Pero son muchos más que tres. Telekom abona 30 millones por temporada por acaparar el pecho de la camiseta; y una multitud de medianos sponsors completan un apartado, el comercial, que se eleva a 292 millones, 60 más que el Madrid, 100 más que el Barça.
Los restantes apartados son muy estables y poseen poca capacidad de crecimiento. Los ingresos de los partidos no pueden variar demasiado porque el club prioriza que los aficionados puedan ver los partidos pagando precios moderados. Las entradas llevan años oscilando entre los 15 euros en las zonas más baratas y 75 euros en los asientos más caros. Y el club no quiere subir los precios. Lo que ha hecho es aumentar la capacidad en cinco mil asientos, pero incluso así los ingresos globales no se moverán mucho de los 88 millones. A cambio de ello, los aficionados se muestran satisfechos con la política del club: desde hace 275 partidos consecutivos se cuelga el cartel de “no hay billetes”. El Bayern podría llenar tres estadios como el Allianz en cada partido. Para la próxima temporada se mantiene estable el precio de los abonos: 140 euros el más barato, 750 euros anuales el más caro.
Dado que es, junto al Barça, el equipo europeo que ha disputado más partidos de Champions League en los últimos seis años (67 hasta hoy), los ingresos por televisión internacional han sido suculentos. No sucede lo mismo a nivel nacional, donde los ingresos se reparten con tal equilibrio entre los participantes que el Bayern recibe 37 millones, la mitad que el último clasificado en la Premier League o solo cinco millones más que Villarreal o Athletic de Bilbao.
Pese a contar con una excelente plantilla, la sujeción de gastos es una norma de la casa. Los salarios de los futbolistas alcanzan un total de 215 millones, 42 menos que el Manchester United, 35 y 33 menos que Madrid y Barça, respectivamente. La cifra supone el mejor ratio ingresos/salarios del fútbol europeo de élite: el 44 %. Equipos como el Chelsea (60 %) o el City (59 %) se encuentran muy alejados de dicho porcentaje. La buena estructura económica y la mejor situación financiera, sin deuda bancaria de ningún tipo, facilita la posibilidad de acceder a cualquier fichaje, pero ahí surge otra característica alemana: la prudencia. Aunque les sobre el dinero, actúan como si no dispusieran de él.
En las dos temporadas de Guardiola, el club ha invertido únicamente 20,4 millones de euros netos (compras-ventas), menos de la tercera parte que el Borussia Dortmund (66,7), casi cuatro veces menos que el Wolfsburg o el Madrid (73,5), siete veces menos que el Barça (144,6) y ocho que el City (168).
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