"Volved a emprender veinte veces vuestra obra, pulidla sin cesar y volvedla a pulir". Nicolás Boileau
Cayeron en Múnich. De forma contundente, con una ingravidez pasmosa. Mirándose al espejo sin encontrar silueta alguna, desconocidos de sí mismos, ausentes en una noche de cristales rotos. En pleno corazón de Baviera tuvo lugar el cambio de testigo, la cesión del cetro que domina Europa, o eso pareció. Una marea roja desnudó a un Barça cuya ropa llevaba varios meses hecha jirones, impregnada de naftalina. Otro grande ante el que hincar la rodilla, con el alma ensangrentada sin excusa ni solución. Lejano está el récord del primer tramo de la Liga, quizá el germen que provocó que los azulgrana llegaran tarde a todas sus citas pre y post primaverales. El pim pam pum invernal, el “yo más” en los partidos de ida y vuelta atenazó a una plantilla que se erosionó en la distancia. La enfermedad, la incertidumbre, el bíceps femoral. De Nueva York a Barcelona, del césped a la banqueta. Titulares y suplentes. Trayectos de similar distancia, donde se encontraron las miradas perdidas y se creó una grieta que dividió dos mundos, uno azul y el otro grana, que nadie pareció ver y en la que unos más pronto, otros más tarde, terminaron por caer.
Las victorias se merecen y las derrotas se necesitan. En la buena gestión de las mismas radica el éxito. Paciencia, determinación e inteligencia en pos de la regeneración y no de la desnaturalización. Conjunto por encima de individualidades, de resquemores y propagandas. Rumores que emborronan, déjà vus que inquietan. Debacle en Atenas, Laudrup rumbo a Madrid. Eskurza, Korneiev y Escaich con la casaca blaugrana. Pesadilla antes de Navidad. Figo y el millón de dólares. Rochemback, Geovanni y Christanval. La pena máxima. Paseíllo al Real Madrid, Ronaldinho y Deco de batucada mientras Bojan hipotecaba un futuro prometedor. Tú a Londres y yo a Milán. Cuestión de feeling. Tritranquilidad. 14 títulos de 19 posibles. Tres momentos de crisis deportiva con diferente manejo y resultado. La situación actual no se asemeja en nada a lo anteriormente vivido en Can Barça. La base es sólida; el método, inamovible; el camino al éxito, incuestionable. Sacrificio, autocrítica, competitividad y eterna reinvención. Messi, Piqué, Iniesta y Busquets en forma de poker vertebral representando el poder de la cantera, el oráculo de La Masia, uno de los principales puntos a revisar por el Barcelona en un futuro más que inmediato. Ejercicio que ha de ser consecuente, cabal y cimentado en las bases de la inteligencia, la exigencia y la necesidad. Sin prisa, pero con la certeza de que todo cambio ha de ser para mejor. Esta generación de futbolistas lo merece.
* Sergio Pinto es periodista.
– Foto: Michael Dalder (Reuters)
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