1.- En condiciones normales, el Pep Team puede explicarse de varias maneras, pero una de ellas la podemos definir como vertebradora: Xavi defiende; Iniesta ataca; y Messi ejecuta. Es la explicación de la Santísima Trinidad blaugrana. Xavi es el mejor defensor del equipo porque conserva el cuero; Iniesta el mejor atacante porque rompe al rival; y Messi el mejor definidor por 50 razones por temporada.
2.- En el último mes, el Barça dejó de jugar para Xavi y lo hizo para Messi. La diferencia parece ínfima, pero es gigantesca: cuando el equipo juega para Xavi, éste se encarga de jugar para Messi y la cadena gira fluida. Si, por cualquier razón, el equipo no juega para Xavi, sino directamente para Messi, los pasillos que se recorren son otros y no precisamente los más acertados.
3.- ¿Por qué ocurrió eso? Probablemente, porque desde que regresó de Japón, el Barça no está en las condiciones normales. Ganar el Mundial de clubes le hizo entrar en fase de despresurización (en especial a Leo Messi, que regresó de Argentina como en plena pretemporada) y todavía no ha conseguido recuperar su velocidad de crucero. Y en esas condiciones anormales se han acumulado errores y lesiones y aflorado toda la fatiga mental acumulada durante años.
4.- A mediados de enero, los capitanes apretaron el botón rojo de la supervivencia y abrieron los botes salvavidas: superar al Madrid en Copa (y al Valencia más tarde), sobrevivir en Liga y prepararse para los grandes eventos de abril y mayo. Y hacerlo sin dos de los tres ejes vertebradores: sin el herido Iniesta y sin el trasquilado Xavi, de quien ahora sabemos que las molestias regresaron a su jardín, quizás de nuevo en forma de tendones.
5.- Lo de Xavi no era baja forma, sino molestias que han exigido un paréntesis. Es más que probable que ahí esté la causa del vértigo de los últimos partidos, cuando Cesc guió al equipo por ele eje vertical y Xavi fue sepultado por la velocidad de los acontecimientos. Quizás no fue un accidente táctico, sino una decisión premeditada del entrenador para darle aire a su mejor defensor.
6.- Valencia, plaza fuerte, con Ever Banega de repartidor de caramelos. ¡Menudo repartidor! Es difícil encontrar un centrocampista argentino con más talento en la actualidad. Banega da y quita, rompe y rasga, es un lujo descomunal cuando se siente protagonista. Es la mano que mece la cuna del Valencia. A su alrededor flotan libélulas de mucho calado, pero Banega sostiene todo el tinglado. Cuando se apaga por cualquier razón, al Valencia se le hace de noche.
7.- A partir de ese faro, Emery repitió por enésima vez su autopista por la izquierda con el doble lateral y volvió a herir al Barça. Guardiola probó en esta ocasión con Puyol y sin Alves y, en general, ese peligro del doble puñal pareció mejor controlado, incluso si una innecesaria presión del capitán concluyó en resbalón y quebró la templanza defensiva y el marcador.
8.- Los desmarques de Soldado entre Mascherano y Abidal fueron más peligrosos que la efervescencia de la autopista izquierda porque Piatti se encargaba de moscardonear al lateral francés. Es decir, el Valencia era efervescente por izquierda, pero su peligro auténtico podía llegar por el otro costado. En cualquier caso, se reconfirmaba, por si era necesario, que el problema defensivo del Barça nunca reside en el número de defensas, sino en su control del balón en el centro del campo.
9.- La ausencia de Xavi, pactada con Guardiola (vía @EduPolo), significaba un peligro para la transición defensiva del Barça, pues el Valencia apostaba precisamente a eso, a no manejar ni controlar el partido, sino lanzar transiciones ofensivas directas y punzantes. Con Xavi en el campo, esa opción se convierte casi en inviable porque él se encarga de congelar el cuero, lo que invalida las transiciones. Sin Xavi, el plan de Emery era factible y razonable.
10.- Resistir y sobrevivir, el plan del Barça mientras Xavi tenga molestias, Iniesta esté lesionado y Messi no recupere la forma. Entre tanto, la mayoría de sus compañeros ha actuado muy por encima de lo esperado. A Cesc le ha tocado en Mestalla manejarse desde la base, demostrando que está capacitado para ello. Que no es ni será Xavi, sino otra cosa, como Xavi jamás fue Guardiola y, sin embargo, ahí está el historial de ambos. El proceso de Fàbregas continúa adelante y este paso ha sido largo y profundo, precisamente por pausado y tranquilo.
11.- Tampoco Thiago es Iniesta, pero cuando se escora a la izquierda se da un aire. Un día lo comentamos con Guardiola y guiñó un ojo de complicidad, como queriendo decir que también a él le gusta este chico jugando de falso 11. Mientras llega esa madurez, Thiago se maneja bien como acompañante, al igual que Isaac Cuenca, el paradigma del extremo guardioliano: extremo de fuera hacia dentro, donde más peligro construye, perfil opuesto al de Tello, velocista de la banda que interpreta por fuera y directo hacia el palo corto en modo contrarreloj.
12.- Pese a sensaciones populistas, los defensas del Barça, con la excepción de Abidal, sorprendentemente opaco, gestaron un partido brillante. La mezcla Piqué-Mascherano en disposición de a 4 recordó la del pasado curso, combinando la velocidad efectiva del argentino con la posición del catalán, en tanto Busquets daba otra clase de educación para la ciudadanía del mediocentro.
y 13.- Y Puyol, el capitán que ha decidido emular a Maldini el Grande, empeñado en redibujar el círculo y sublimarse en el lateral donde inició su prodigiosa e inacabable carrera.
– Fotos: Miguel Ruiz (FC Barcelona)
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