El Barça esquizofrénico

por MARTI PERARNAU el 11 abril, 2015 • 21:15

1.- Paradoja mayúscula: en el control, el Barça ha destrozado al Sevilla; en el intercambio de golpes, el Sevilla ha demolido al Barça. Ha sido un partido formidable, envuelto en un ambiente enardecido, imprescindible para que el equipo local pudiera remontar una pendiente ardua y mantener el invicto en casa, que ya dura trece meses, 32 partidos sin perder en el Sánchez Pizjuán. Dijo Emery que el actual le parecía un Barça “guardiolista” y durante 35 minutos pareció el de 2010 o 2011, pero a la que el Sevilla se puso a correr todo cambió: el Barça le imitó y por primera vez en el curso, la apuesta le salió mal.

2.- El equipo de Luis Enrique ha jugado, probablemente, su mejor primer tiempo de la temporada, aunque no el más efectivo. Si en otros muchos encuentros ha resuelto a partir de un acierto pluscuamperfecto en el remate, esta noche no puede decir lo mismo: Luis Suárez ha fallado tres disparos prometedores y francos, de los que tantas veces acierta. El juego impulsado por Busquets en campo contrario ha amontonado al Sevilla en su área, como un preso, sin escapatoria, imposibilitado para realizar el afamado juego directo que Emery ha construido desde que Iborra se catapultó en su doble función de mediocentro y mediapunta al alimón.

3.- Al Barça de la primera media hora le ha salido todo bien. Practicando un ataque posicional que parecía olvidado, ha logrado dinamitar al rival y reducir los riesgos a la mínima expresión. Piqué y Busquets se han asentado más allá del círculo central, Rakitic ha jugado a estirar la última línea del rival alejándose del balón, que corría de Alba a Iniesta y del interior a Messi o Neymar sin que los locales pudieran tapar más que los remates finales.

4.- Así ha llegado pronto el primer gol. Aunque nadie le computará nada en esas estadísticas tan vacías, pero tan empleadas, Iniesta ha sido fundamental en la construcción de la jugada. Con el balón en pies de Jordi Alba, el capitán se ha colocado en tierra intermedia provocando el salto intempestivo y precipitado de Coke, lo que ha liberado a Neymar para que profundizara y cediera, en pase preciso, a Messi. En ese punto ya era gol, dado el estado de precisión del argentino, que más que rematar juega a los dardos con el cuero. Escorado en el vértice derecho del área, a Leo le basta dar dos pasos y lanzar la bola como quien hace rodar la piedra del curling: el balón ya sabe dónde debe ir.

5.- El gol ha acrecentado la dinámica de juego que había adquirido el Barça. Es muy probable que tras mucho tiempo sin trabajar en detalle el ataque posicional haya perdido finura y, desde luego, no se ha actualizado, pero Busquets, Iniesta, Messi , Piqué o Alves todavía recuerdan demasiado como para no ejecutarlo con maestría. Movía el Barça como quería el cuero y, en consecuencia, como quería al Sevilla, que era un batiburrillo de piernas intentando evitar una derrota que se presumía abultada, en especial cuando Neymar ha marcado el segundo gol a la media hora.

6.- El brasileño, tan fabuloso en el campo como torpe fuera de él, llevaba rato dibujando sus mejores minutos de 2015, como olvidando anteriores actuaciones espesas. Quizás influyera que el cuadro de Emery buscaba protegerse mucho más de Messi y que la aparición eléctrica de Jordi Alba mejora a Iniesta y la mejora de este provoca, en cadena, la de Neymar. Fuera o fuese, en el minuto 30 ha lanzado una falta directa que ha rebañado las telarañas de la portería sevillista. Ha sido un lanzamiento suave, dulce, deliciosamente lento, como si lo hubiera interpretado Eric Clapton…

7.- Al Barça ya no se le podía pedir más. Un Sevilla primoroso como el de Emery estaba anonadado. Aunque perdía por 0-2 parecía estar haciéndolo por 0-5, tan desmantelado se mostraba, de juego y de ánimos. Pero precisamente entonces, el Sevilla se puso a correr. Como si ya lo tuviera todo perdido. Como empujado por el diablo. En realidad, empujado por su afición, indesmayable. El partido lo ha empezado a remontar la grada del Pizjuán.

8.- A los 37 minutos, un zapatazo de Banega defendido con timidez por Iniesta ha doblado las manos de Claudio Bravo y ha quebrado el espíritu del Barça. Cuarenta segundos antes, Dani Alves ha perdido un balón en el área sevillista y a continuación ha hecho lo correcto: ha presionado al rival, confiado en que su espalda sería cubierta. Rakitic lo ha hecho, pero con tanta parsimonia que ha obligado a dos coberturas extremas de Piqué y Busquets. El Sevilla ha proseguido la acción, mientras Alves recuperaba la posición mucho antes que el propio Rakitic, que la defendía al trote y que en la lucha posterior por el balón también ha sido superado por Vitolo. Y solo entonces ha marcado Banega.

9.- Nada ha sido igual a partir de ese momento y mucho menos tras el descanso, como si el vestuario hubiera obrado una perversa transfiguración en los barcelonistas. De un primer tiempo con Busquets e Iniesta sobresaliendo en el ataque posicional se ha derivado a una segunda parte en la que Piqué ha tenido que multiplicarse cual superhombre en actuación portentosa, pese a que el segundo tanto local haya surgido de un error suyo.

10.- Baste observar que si en la primera mitad el Barça ha tenido el balón aproximadamente un 74 % del tiempo (lo que varía mucho en función de las casas de medición), en la segunda ha descendido a cotas cercanas al 55 %. Si en el primer tiempo ha sumado once driblings ganadores, en el segundo se ha quedado en solo cuatro. Tómense los datos solo a beneficio de inventario, sin más interpretaciones.

11.- El Barça del segundo tiempo ha jugado acorde a las pautas de la temporada y a la propuesta de Luis Enrique, sin la menor duda una propuesta positiva y triunfal por el momento. Es decir, equipo largo y líneas separadas en busca del intercambio de golpes. La única mala noticia para el Barça reside en que en esta ocasión el resultado le ha sido esquivo. Puestos a correr arriba y abajo, el Sevilla de Emery también sabe. Y sabe mucho. Ha obligado a Piqué a multiplicar las coberturas y a partir de un Krychowiak portentoso como ancla ha disparado en velocidad a Aleix Vidal contra Alba, a Vitolo primero y Reyes después contra Alves y, finalmente, a Gameiro contra los centrales del Barça.

12.- Lanzado el Sevilla a un ataque abierto, frontal y completo, desbocado vaya, a cara o cruz, Luis Enrique ha replicado moviendo pieza: Xavi por Neymar. El objetivo era tan obvio que casi no hace falta explicarlo. Por una vez, el entrenador pretendía bajar el pulso del partido. Si hace poco afirmaba no haber querido hacerlo para que sus jugadores siguieran corriendo e intercambiando golpes contra el rival, hoy ha pretendido lo opuesto. Xavi para formar con cuatro centrocampistas, pero ha sido un intento vano: los cuatro no han mezclado bien, probablemente porque para hacerlo haya que practicarlo previamente.

13.- Xavi, que varias veces en la temporada ha ejercido de “congelador” del ritmo, ha sido atropellado por el frenesí sevlllista. Por momentos, el Barça jugaba a correr y de inmediato cambiaba a pasarse el balón, en lo que ha sonado a cierta esquizofrenia indefinitoria, como si cada cual tirase por un camino distinto. A la que Piqué, el mejor en el segundo tiempo, ha fallado un pase el castillo blaugrana ha caído. Ha robado Reyes, profundizado hacia Aleix Vidal y ya ha resultado inevitable el remate a gol de Gameiro, apenas el segundo remate a puerta de los locales, efectividad plena, empate merecido por el despliegue mostrado.

y 14.- Del partido sale el Sevilla poderoso y rugiente, autor de una remontada excelente y, además, lograda con la dinámica de juego que Unai Emery ha conseguido implantar de forma rotunda. El Barça sale malherido. Porque se deja dos puntos, pero especialmente porque cuando parecía haber optado definitivamente por una versión concreta de juego, la del va y viene, la del intercambio de golpes, resulta indudable que ha sido mucho mejor pasándose el balón que jugando a las carreras. No es buena época para volver a dudar de nuevo.