1.- Avisado por el PSG de los defectos del “Barça de los laterales”, Luis Enrique ha buscado inmediata corrección en Vallecas. El Rayo de Paco Jémez es un equipo de espíritu similar al parisino, aunque de muy inferior calidad individual, lo que no ha sido óbice para que durante quince minutos agobiara al Barça agarrándolo por la solapa. Tras mucho roer, los líderes han sabido perforar dos veces en un minuto la adelantada línea defensiva de los locales, ambas a partir de balones largos lanzados por los centrales, dando virtud a las palabras del entrenador sobre la importancia de encontrar el momento oportuno para desatascar las situaciones anquilosadas.
2.- Respecto de París, Luis Enrique modificó nombres y posiciones. Contra la previsible presión alta de los rayistas, adjudicó las plazas centrales en la defensa a Piqué y Bartra, buscando su mayor calidad técnica en el primer pase. Ubicó a Mathieu en el lateral izquierdo y el francés se mostró varios cuerpos por encima de Jordi Alba en todos los sentidos. Ató corto a Dani Alves, que dejó de jugar como extremo. Y abrió a los atacantes, Neymar y Munir, hacia las bandas en vez de encerrarlos junto a Messi. En el centro del campo dibujó un rombo con Busquets y Messi en los vértices y Xavi e Iniesta a los costados. Es decir, deshizo el movimiento global que había empleado durante el mes de septiembre y probó una versión más tradicional.
3.- Incluso así, el inicio fue duro para el Barça porque este Rayo aprieta de verdad cuando presiona alto. Trashorras vigilaba a Busquets, Baptistao a Piqué, Bueno a Bartra, Licá a Mathieu y Kakuta, sencillamente, hacía lo que quería con Alves. Al Barça no le duraba el balón y Claudio Bravo tuvo que estirarse más allá de lo razonable para seguir imbatido tras un excelente disparo cruzado de Bueno. Sobre el papel, el Barça estaba bien plantado, pero sobre el césped mandaba el Rayo, básicamente porque sajaba por el costado de Alves, convertido con rotundidad en punto débil. Quizás porque intuyó algo que no supimos ver, Paco Jémez ordenó un cambio de banda a los quince minutos y Kakuta pasó de la izquierda a la derecha y con eso el Barça cerró la hemorragia hasta mediado el segundo tiempo, cuando el jugador cedido por el Chelsea regresó a la zona de Alves y el brasileño volvió a zozobrar.
4.- Para entonces ya había aparecido Messi. Lo primero que hizo fue abandonar su puesto y acudir en apoyo de Busquets. Por ahí empezó el Barça a girar el partido. Con Xavi e Iniesta maniatados, fue Messi quien primero percibió las necesidades del equipo. Se asoció por dentro y mostró el camino. Le siguió Munir, con esa habilidad especial que posee para desmarcarse y romper al espacio. Puesto que no podía generar hombres libres entre líneas, el Barça los buscó con balones largos que saltaran a sus centrocampistas y rompieran la línea defensiva de Jémez, siempre situada muy lejos de su portería.
5.- Como había dicho la noche anterior el capitán rayista Roberto Trashorras en una emisora de radio “cuando no puedes escoger la forma de ganar, al menos escoges la forma de perder” (Cadena Cope). El Rayo de Jémez es así: sabiéndose inferior practica y ensaya una manera muy peculiar de jugar que le permite pelear seriamente con los iguales y enfrentar a superiores como el Barça sin excesivos temores. Puestos a perder, prefieren hacerlo sin modificar lo fundamental de su juego, con lo que tiran muy arriba la línea defensiva, salen jugando mediante pases y emplean el triángulo como método de avance.
6.- Los centrales del Barça pillaron dos veces el punto a esa secuencia de movimientos. Primero Piqué, no sé si voluntariamente o no, mandó un balón largo que aprovechó Messi para prolongar de cabeza y superar a Toño por alto. Al minuto, Bartra, de forma claramente premeditada, repitió con Munir y este asistió en ventaja a Neymar para redondear el marcador final. Para el Barça fue gratificante encontrar soluciones al problema, si bien llegaron por una vía inhabitual. Lo reconoció Luis Enrique al acabar la faena y hablar de dichos pases largos y verticales: “La dificultad de un equipo que te aprieta tanto implica saber escoger bien ese momento y lo hemos hecho”.
7.- El acierto de ese minuto, sin embargo, tenía su contraparte: por dentro, al Barça no le salía nada cuando pretendía combinar como antaño, lo que inevitablemente recordaba a París, aunque el resultado era tan distinto que el equipo no pasó apuros ni siquiera cuando Jémez, tras el descanso, pasó a defensa de tres y se lanzó a por un gol incluso tras quedarse con diez jugadores. Con el nuevo plan rayista, aún más atrevido, Iniesta ganó libertad y el Barça incrementó exponencialmente su número de oportunidades. Sobre el campo se percibía un statu quo curioso: consciente de su más que previsible derrota, el Rayo solo buscaba marcar un gol aunque eso parecía evidenciar que encajaría varios más. Pero no ocurrió ni lo uno ni lo otro.
8.- El Rayo llegó con facilidad al área de Bravo, pero sin limpieza: siendo correctos, sus delanteros no destacan por la eficacia rematadora. A cambio, el Barça encontró praderas gigantes por las que transitar. Todo lo que no había hallado en el primer tiempo lo encontró fácilmente en el segundo. Excepto el remate. Messi, magnífico percibiendo las necesidades del partido, fino y eléctrico, ágil como en sus mejores días, erró numerosas ocasiones francas en cuanto pisó área. A Jémez no parecía importarle, no en vano su tarea preferida en el entrenamiento es la defensa en inferioridad numérica. A Luis Enrique, tampoco. Advierte que Messi está fino aunque en el remate parezca torpe; Munir es una bendición con sus remates, Bravo ataja bien y ordena mejor el inicio del juego; y Mathieu podría ser la corrección de los problemas en la banda izquierda. Todas ellas son buenas noticias para el técnico blaugrana.
y 9.- El Barça sale feliz de Vallecas, donde Luis Enrique ha encontrado una alternativa al movimiento táctico que había emprendido en septiembre. El equipo aparenta ser más sólido con los atacantes más abiertos, los interiores menos expuestos y los laterales más retrasados, pero el Rayo no es un termómetro sencillo de descifrar ni resulta realista medir a los demás con su vara. El Rayo juega a lo que quiere Jémez y es distinto a casi todos los demás, con lo que el partido le sirve al Barça para sumar los puntos, pero no para establecer cuál será el plan de juego definitivo a partir de ahora. Porque es indudable que el actual aún está lejos de funcionar con fluidez y armonía.
– Foto: Miguel Ruiz (FC Barcelona)
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