Lo primero que hay que tener claro es que lo que se busca con el fichaje de Neymar no tiene nada que ver con lo que se buscó con Villa y Alexis y, aunque de manera distinta, sí con Ibrahimovic. Es decir, no se busca al jugador idóneo para un puesto determinado en una estructura que va a seguir prácticamente intacta, sino que se ficha al jugador que se considera propicio para realizar modificaciones en esa estructura.
Tras lo visto frente a todos los gigantes a los que se ha enfrentado el Barça esta temporada -Madrid, PSG y Bayern Munich-, esto parecía imprescindible. El modelo en el que los delanteros que acompañaban a Messi tenían como misión principal facilitarle la vida con su trabajo de desgaste quedó caduco. Era necesario un jugador capaz de decidir arriba frente a cualquiera, de generar un nuevo gran foco de atención para la defensa. Todo ello sin obligar a que el Barça jugara a otra cosa. Cambiando detalles, sí, pero jugando a lo mismo. Pocos o ningún jugador en el mundo se ajustan tan claramente a esto como Neymar, lo que convierte su fichaje en un acierto prácticamente incuestionable.
Para conocerle en profundidad, es muy recomendable este artículo de Ecos del Balón. En el presente, trataremos de profundizar más en la manera de la que ambos deben adaptarse mutuamente para que su unión sea lo más fructífera posible.
Bien, en cuanto a la evolución del Barça hay que partir de que en su mejor versión en la última campaña -la del Barça de izquierdas, de los centrocampistas- se daban las siguientes circunstancias: a) Xavi había dejado de ser el epicentro del equipo, estando la batuta más repartida que nunca; b) Busquets e Iniesta tenían un papel en la generación de juego ofensivo superior a la que vienen teniendo; c) Messi tenía una actitud más colectiva que nunca, aprovechando que tenía un socio asociativo más en detrimento de otro que corriera para él; d) había dos facilitadores (jugadores cuya principal misión es correr para los demás), pero uno de ellos jugaba en el medio y no arriba -Cesc-; e) el hecho de que Jordi Alba subiera mucho permitió ver las mejores versiones de Cesc e Iniesta de la temporada; f) los laterales derechos que mejor funcionaron -Montoya y Adriano- fueron aquellos que compensaron estas subidas teniendo una posición habitual más retrasada; g) Puyol al margen, no había central en la plantilla que se sintiera cómodo teniendo que hacer coberturas permanentemente a Jordi Alba, es decir, haciendo casi de central-lateral izquierdo; h) faltaba profundidad ante rivales presionantes, lo que Pedro y Cesc -únicos que iban al espacio- no eran capaces de compensar; i) la ausencia de un ‘9’ llevaba a Pedro muchas veces a ocupar zonas interiores, lo que redundaba en la ausencia de extremo derecho con perjuicios claros tanto en ataque como en defensa.
Este Barça no va a tener una réplica exacta, pero da casi todas las pistas necesarias para entender el camino que se tomará en la evolución del equipo. La primera, convertir el lado izquierdo en el sector fuerte del ataque -y el débil en defensa- parece innegociable. Será el lado del central que se fiche, de Jordi Alba, de Iniesta y de Neymar. La imaginable sociedad entre estos dos últimos fue maravillosamente explicada en el artículo citado, por lo que no cabe insistir en la misma. Mas sí que hacer algunas matizaciones: que Alba tenga licencia para correr, la que no ha tenido en los días grandes desde la vuelta de Alves, es clave en el éxito de la misma. Y es que, con sus desmarques de ruptura y sus permanentes desdoblamientos por banda, debe compensar la tendencia interior y a pedirla al pie de las estrellas de las selecciones española y brasileña. Entre catalán y brasileño, la profundidad del equipo queda prácticamente garantizada, así como su amplitud por el sector izquierdo. Y, tal vez lo más importante, con Neymar delante y Jordi doblándole, los rivales no podrán focalizar su pressing de manera tan clara en Andrés, por lo que será más difícil desactivarle y, por ende, desactivar al Barça.
Otro matiz reseñable es que Neymar, teniendo relativa libertad para moverse entre el centro y la izquierda, no debe invadir la base de la jugada. Al menos, no hasta que su compleja adaptación sea completa. Debe alternar las zonas de extremo izquierdo, mediapunta y ‘9’, pues si retrocede sus pérdidas de balón y su tendencia a verticalizar el juego del equipo puede ser fatal. En cuanto al trabajo sin balón, debemos empezar por olvidar el que hace Alexis. El brasileño no va a desmarcarse constantemente (ni debe) con el único fin de desgastar a la defensa, pues debe estar fresco para ser resolutivo. En cuanto a su trabajo defensivo, que presione parece imprescindible. Aquí tampoco va a ser Eto’o, pero no puede ser Messi. También en este punto será importante que Jordi Alba pueda volar, pues es quien puede hacer buena la previsiblemente insuficiente presión de Iniesta y Neymar. Ello explica la necesidad de que el central que se fiche tenga un nivel muy elevado y sea capaz de cubrir por sí mismo el sector central-izquierdo de la defensa, teniendo capacidad para abarcar muchos metros.
En cuanto al retorno defensivo, no es imprescindible que persiga a su lateral. La formación de repliegue puede pasar a ser un 1-4-4-2 en el que Iniesta cubra la izquierda, quedando Messi y Neymar como amenazas al contragolpe. Este hecho, correlativamente, implicaría que en el ataque estático de cualquier rival debiera haber cuatro jugadores de campo más pendientes de la posterior transición defensiva. Seguramente, esto sería mucho más positivo que obligar al astro brasileño a ejercer un repliegue que le es impropio.
Analizada la evolución en el sector izquierdo, veamos el central, el que permanecerá intacto, más allá del portero que reemplace a Valdés. Piqué debe ser un hombre más de centro que nunca, pues el otro central caerá mucho a la izquierda. Ello conlleva que el lateral derecho se ocupe de su sector y no le obligue a efectuar demasiadas coberturas, pero en este aspecto nos detendremos más tarde. En cuanto al mediocentro, Busquets, su protagonismo debe continuar en alza, para lo que será necesario no obligarle a efectuar un desgaste tan brutal. Esto influirá en la elección del interior derecho. Por delante, Messi. A él no hay que pedirle que cambie absolutamente nada. Hay que respetar su tendencia a intercambiar las posiciones de interior, mediapunta y delantero. Dejar que se acerque a combinar al sector fuerte -el izquierdo- o que caiga al débil -el derecho- para que le encuentren con menos opositores cerca. La pérdida de un facilitador y el hallazgo de un socio en la izquierda también incidirá en la elección de su interior y su extremo.
Veamos ahora el sector que más debe cambiar para adaptarse a la evolución del equipo: el derecho. Y es que los tres hombres que faltan deben ser los que equilibren el equipo. Los que hagan de la derecha el lado fuerte de la defensa, pues es prácticamente imposible aspirar a nada si la defensa tiene dos lados débiles. Lo primero que implica esto es que la fórmula Alves-Xavi-extremo está caduca, pues Busquets seguiría estando muy solo en defensa y la espalda de Alves sería inabarcable para un Piqué que debe estar en el centro. Sí, lo que se haría sería obligar a Jordi Alba a subir menos, pero ello cortaría de raíz la evolución del equipo.
No obstante, las posibles combinaciones son tantas que no se puede descartar la viabilidad de ninguna pareja, ni siquiera de Alves-Xavi. En este caso, lo que sucedería es que necesitarían un centrocampista con gran capacidad defensiva para complementarles -Song o Thiago- o un tercer central -Bartra o Mascherano- que convirtiera el sistema del Barça en un calco del de la Juventus.
Claro que esto no es lo más probable. Si Montoya o Adriano y Thiago o Cesc cubrieran los puestos de los dos anteriores, sí que existiría el equilibrio deseado y habría sitio para un extremo derecho que continuara realizando una gran labor de desgaste y ensanchamiento del campo -Alexis o Pedro-. A partir de aquí, es una cuestión de equilibrios. Una fórmula intermedia que incluyera solo a uno entre Xavi y Alves podría funcionar. Ello al margen de que parezca conveniente que, de una vez por todas, ambos dejen paso a las nuevas generaciones.
En función de la elección, el papel variaría. Así, Cesc sería perfecto para ocupar las posiciones que Messi deja vacantes y liberarle de contrarios con sus movimientos de arrastre. Thiago, para caer a banda y permitir que el lateral derecho sea más profundo o bien que el extremo derecho pueda visitar con más frecuencia zonas de ‘9’. Por su parte, Song sería quien menos contribuiría al juego asociativo y quien más trabajo absorbiera por lo que, con él, lateral y extremo tendrían más licencias. A quien le resulte extraña esta necesidad de equilibrar el equipo con el lado menos fuerte en ataque, que piense en Abidal y Keita.
Hay que tener en cuenta que este es un trazado general que daría lugar a infinidad de variantes. Por ejemplo, si por las características del rival es más conveniente atacar por el sector derecho, Iniesta y Neymar no tendrían problema alguno en ocupar zonas centrales. Asimismo, podría interesar que uno ocupe más la izquierda y otro más el centro; que se encuentren más próximos o más alejados. Lo que sí parece innegociable es que Jordi Alba sea profundo. En cuanto a otras opciones, como utilizar a dos extremos además de Neymar y Messi, quedando Iniesta más cerca todavía de Busquets, no parece probable que vaya a ser más que una variante esporádica.
En resumen, podemos concluir que, muy a grandes rasgos, para que el Barça de Neymar consiga alcanzar un nivel acorde con su potencial es imprescindible fichar a un central de gran nivel que se sienta cómodo en el perfil izquierdo, que Jordi Alba tenga licencia para ser el Jordi de España y que, en el sector derecho, jueguen futbolistas capaces de compensar los puntos débiles de los otros. Todo ello manteniendo intactas, o incluso potenciadas, las funciones de la columna vertebral del equipo -Piqué, Busquets y Messi- y proveyendo al otro genio del equipo -Iniesta- de dos de los jugadores que mejor le pueden complementar en el mundo: Jordi Alba y, sí, Neymar. Así pues, las adaptaciones tácticas que necesita el equipo para adaptarse a él beneficiarán también a los hombres clave, siempre que el brasileño cumpla su parte del trato.
Parte del trato que, al margen de no invadir el centro del campo y aprender los principios del juego de posición culé, consistirá en confirmar que es un jugador más asociativo que individualista. Porque, no nos engañemos, la clave para que el Barça vuelva a ser el mejor pasa por la limitación de las acciones individuales en favor de las colectivas. Pero esto, más que del propio Neymar, dependerá de la capacidad del entrenador y de las decisiones que tomen Messi, Iniesta y Busquets, con cuyo paso adelante conjunto en la elaboración se echará menos en falta a Xavi.
* Rafael León Alemany.
– Fotos: Reuters
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